—Tend...

—Ahórratelo, Shawnneta —interrumpió—, tú y yo sabemos que puedo matarlos a todos antes de que logres abrir la maldita boca. Nos guste o no, él es un Kensington. —Shane me miró antes de volverse hacia Chasydi, con un tono más seco que antes—. Y le debes respeto. Creo que es momento de que te disculpes.

Ella le devolvió una mirada furiosa, podía distinguir la forma en que apretaba la mandíbula y su rostro se enrojecía. Pensé que no lo haría porque no había forma de que ella se disculpara por lo que había dicho, pero al final exhaló y me miró sin cambiar esa expresión asesina.

—Lamento haber dicho eso, Lysander.

Hizo una leve reverencia que me pareció fría y rígida, pero quizá no era necesario señalarlo. Solo asentí porque no sabía qué más podría decir al respecto. Shane exhaló y volvió a ese tono despreocupado que siempre usaba.

—Ya. ¿No se sienten mejor ahora que todos nos llevamos bien?

—Podemos buscar información, sobre Loïc —dijo Chasydi sin mirarnos, con la vista en el paisaje más allá de nosotros—. Alguien tiene que saber algo al respecto. Un Kensington no pasa desapercibido.

—Me parece una excelente idea —aceptó Shane—, ¿por qué no nos encontramos en El Paso en dos días?

Quise decirle que no, que no quería volver a verlas, pero la idea de que podrían saber algo sobre Alex fue más fuerte, así que no tuve otra más que apretar los dientes y darme la media vuelta para continuar mi camino. Jaimie me siguió primero, pero Shane se quedó unos minutos más hablando con ellas.

—¿Puedes escuchar lo que dicen? —susurré lo más bajo que pude. Jaimie tenía un oído más agudo que el mío. Negó apenas un poco y se acercó mirando hacia el lado contrario de donde yo miraba.

—Sea lo que sea, no quieren que escuchemos.

—No confío en él. — Siguió mi mirada y asintió.

—Yo tampoco.

🥀

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con voz temblorosa. Ninguno de ellos dos parecía muy preocupado ante el hecho de que Shane se estaba desnudando frente a nosotros y no es que yo quisiera mirar, pero su cuerpo estaba firme y lleno de tatuajes cuyas líneas te invitaban a seguir su camino cada vez más abajo hasta su... —. ¡Shane! —lo llamé casi entrando en pánico. Me miró a medias y los músculos de su espalda se flexionaron y fue inevitable observarlos y pensar en ellos y en muchas otras cosas relacionadas.

—No te preocupes, chico, los tríos no son lo mío —dijo con su sonrisa burlona y yo sentí que la sangre se me subía al rostro—. A menos que quieras dormir otras dos noches en el maldito bosque, caminar no es una opción.

Inhalé aliviado cuando se transformó y fingí no darme cuenta de la forma en que Jaimie me miraba, con curiosidad ante mi reacción. No podía culparme, ¿a caso estaba ciego? Era imposible no ver lo perfecto que era el cuerpo de Shane. Me aclaré la garganta y murmuré 'vamos' sin atreverme a mirarlo. Jaimie se colgó la mochila de Shane y creó ataduras usando ramas y raíces para sostenernos del dragón. Estuve a punto de desmayarme cuando las alas de Shane se extendieron y nos subió cada vez más alto. Me recordó una vez cuando Alex me convenció de subirme a la montaña rusa porque era su cumpleaños y era mi deber como hermano. De más está decir lo horrible que fue. Me aferré al tubo con tanta fuerza que los dedos me dolieron por semanas, mi garganta se quedó reseca y perdí la voz debido a lo mucho que grité. Alex nunca dejó de burlarse de mí y siempre contaba esa historia. Le gustaba reírse a mi costa y eso era algo que yo detestaba, aunque él decía que era parte de ser familia, crear anécdotas para recordar y reír. Extrañaba su risa y sus bromas pesadas, su actitud relajada y el hecho de que no dejaba de llamarme 'enano'. Alex era lo único que me quedaba en el mundo y me aterraba la idea de no poder encontrarlo otra vez.

KensingtonWhere stories live. Discover now