5._Matriz

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Su orgullo y garbo se habían convertido en una mezcla desagradable de hilaridad y crueldad. Sosteniendo su cabeza con las manos, Zamasu se dobló hasta que su frente tocó el suelo. Su risa parecían escalpelos que desgarraban su carne, su mente y hasta su espíritu. Cuando de casualidad miró a Mizu lo hizo con la expresión de quién extravió su juicio dejando un cuerpo a merced de unos instintos violentos, de sus más retorcidas necesidades; pero Zamasu todavía conservaba pedazos de su mente. Fragmentos que flotaban a la deriva esforzándose por no hundirse en ese océano oscuro que era su cordura en ese momento. Se enderezó con un movimiento brusco, como si hubiera destrabado todos sus huesos.

–Tú– dijo viendo a Mizu torciendo tanto su cuello que dió a su cabeza una postura casi antinatural– Todo comenzó cuando te encontré...

Mizu no entendía ni podía imaginar de que le estaba hablando, Zamasu cuya expresión de vesania lo hizo temblar.

–¡Alejate!– gritó Mizu levantando la mano, como si hubiera querido empujar a Zamasu, pero todo cuanto consiguió fue hacer cambiar la mirada del dios. Pareció ser víctima de una epifanía.

–Mi mente me está haciendo extrañas jugarretas producto de la fatiga que es exterminar tu inmunda especie– le habló mientras iba hacia el ser humano– Eso es todo. Un delirio pasajero que tiene que terminar y para ello debo acabar contigo, vil espejismo. Tú no existes. No eres más que una invención de mi agitada mente. Solo mi desprecio por el hombre pudo crear un ser tan insípido e  ignorante ¿Por qué me molestaría en dar a una alucinación un género? ¿Por qué te daría conocimiento que no vas a emplear para otra cosa que no sea carcomer tu propia existencia gracias a la degeneración de tu ego?– preguntaba como hablando consigo mismo al revestir su brazo derecho de ki para formar una espada– Una vez acabe contigo...Una vez extinga a todos los humanos, finalmente...

Mizu no se quedó a oír lo que ese sujeto estaba diciendo. Despegó la espalda de la roca de cristal y torpemente echo a correr hacia los árboles alcanzando una velocidad que solo se podía comparar con la de un chita. Zamasu fue ciego a esa demostración de extraordinaria habilidad. En su cabeza solo existía la idea de que Mizu no era real y que de su manifestación era un fragmento de su conciencia atormentada.

–No soy un dios de la destrucción– decía mientras corría detrás de Mizu cortando todo lo que se atravesaba en su camino. Árboles, matorrales y plantas; todo era despedazado a su paso– Nací para cuidar de la vida en el universo. Exterminar a los humanos es lo contrario a lo que debería estar haciendo. Yo tendría que estar brindándole dones como el fuego, conocimiento, resguardando la paz, la armonía, la justicia. En lugar de eso les doy muerte ¿Crees que eso es natural? ¿Crees que eso es lo que quería? No imaginas lo feliz que fui cuando el Supremo Kaiosama me escogió como su aprendiz...

Mizu no oía casi nada. Las pocas palabras que le alcanzaban lo hacían porque Zamasu estaba gritando. Su voz se levantaba por sobre el ruido del bosque y el estruendo de los árboles que caían en su persecución. El ser humano miró atrás, un instante, su aguda vista le permitió ver las lágrimas que caían de esos ojos grises como de piedra, pero no era un llanto que pudiera provocar empatía. No nacía de la tristeza, sino de la rabia. De un resentimiento profundo que reclamaba carne para seguir alimentando su hoguera.

–Sí, estabas feliz– le dijo la versión de él que lucía como su antiguo yo y que corría a su lado con un rostro sereno– Pensabas que como Supremo Kaiosama podrías hacer algo más que observar, pero...

–Nunca entendiste el propósito de la vida humana–le habló el espectro de Gowasu que corría de su otro lado– Zamasu...aún puedes redimirte.

–Cierra la boca, anciano– le exigió entre dientes y haciendo una esfera de energía en su mano izquierda– ¡Te mate antes y te mataré ahora! ¡Acabaré contigo seas una ilusión o no!– gritó arrasando con una franja del bosque que se extendió varios kilómetros. El fantasma de Gowasu se desintegró un momento, pero volvió a aparecer.

Solo.Where stories live. Discover now