Chapter 10: La fiesta más fácil

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Era miércoles, más o menos las 10:00 am. Ethan estaba tan nervioso que leyó el mismo comic otras 40 veces hasta que le rompió la portada por accidente. Mientras tanto, yo tuve que escabullirme en una bodega para encontrar algunas herramientas que esperaba no necesitar.

A las 5:00 pm, las clases se detuvieron, y los estudiantes del aula D4, se fueron a sus habitaciones para empacar lo necesario para una excursión al museo.
Escondieron en el camión: alcohol, tabaco, dinero, pulseras y tubos neón, sólo lo necesario.

Y a las 8:43 pm, todos estábamos en un autobús escolar rumbo a una casa con piscina, sólo después de haber sobornado al conductor para que no nos llevase al museo ni al hotel al que el maestro juró que nos llevaría para pasar la noche, y por supuesto, también se cooperó para darle un extra con tal de que no dijera a dónde nos llevó.

12:00 pm. La sesión para adornar ha terminado, la música de moda empieza a subir su volumen, el jardín está lleno de luces, las mesas están repletas con todo tipo de botanas y bebidas, incluso hay un plato lleno de esas barras neón que al doblar se convierten en pulseras de luz.

El maestro de Geografía estaba de guardia, en una esquina, tomando algún refresco mientras su consentido le contaba que amaba esas fiestas cuando era evidente que no podía estar más incómodo. Aunque no lo ignoraba, el maestro tenía clavados los ojos en todos nosotros. Desde su posición era fácil ver el patio completo, pero no impedía ni siquiera los besos apasionados, él solamente aguardaba por algo realmente malo hasta para una fiesta de adolescentes ebrios.

Entre todo, Ethan y yo nos alejamos a un rincón obscuro para planear apenas con señas y susurros. Pero nuestra paz acabó cuando Alexa corrió junto con Gianna hacia nosotros. Ella tomó mi mano, y Gianna abrazó a Ethan, así nos guiaron a la mesa de aperitivos que estaba en el centro de todo.

- Niña rara, eres un genio. - me alabó Alexa mientras su mano se posaba rápidamente en mi hombro. - Querías alcohol, por favor, disfruta la fiesta a lo máximo, toma algo. - exigió mientras apuntaba la mesa con su mano restante.

- Yo...- balbuceé incómoda, mientras miraba que detrás de nosotras, Gianna seguía acosando a un Ethan en estado de congelación, que me rogaba por ayuda con la mirada.

- Toma lo que sea, eres mi invitada especial. - insistió Alexa comenzando a ser irritante.

La miré con desaprobación, tomé un puñado de varas neón apagadas, y mientras imploraba internamente que ella no me pidiese que bebiera alcohol, metí todos los artefactos a un bolsillo de mi chaqueta.

- Muy bien, ahora vienen las mejores canciones. Baila un rato, no seas amargada. - dijo mientras tiraba del brazo de su amiga para alejarla rápidamente de Ethan. - Oye estatua. - Alexa se dirigió a Ethan. - invitala, no sean nerds. - sugirió mientras caminaba lejos con Gianna, quien estaba cada vez más borracha.

Ethan y yo no nos dimos ni una mirada, ambos nos tomamos de las manos mientras nuestros ojos seguían el andar del par de amiguitas. Y aún centrados, comenzamos a movernos de izquierda a derecha, simulando el bailecito soso que todos hacen en cualquier graduación.

- Al menos ya se fueron. - dijo Ethan sin mirarme.

- Sí, esperaba que lo hicieran. Pero bueno, es momento de aprovechar la privacidad que nos da este baile para culminar nuestro plan. - sugerí también sin verle.

Ninguno de los dos sentía incomodidad al estar en esa situación, de hecho, nos sentimos mucho más resguardados en ese lugar. Mientras todos pensaban que nos estábamos susurrando cosas cursis, en realidad podíamos organizar nuestro escape. 

- Seguramente hay ventanas en esa casa, si abrimos una, correr a la nada será pan comido. - expliqué.

- Muy bien. Esperaba que fuera mucho más difícil, pero aún tengo una duda, ¿qué va a pasar cuando se den cuenta de que no estamos en ningún lugar? - preguntó Ethan.

- Buena cuestión. La verdad, aspiro a que todos estén borrachos y desvelados como para notar nuestra ausencia, y para cuando se den cuenta de que no aparecemos, ya estaremos muy lejos de aquí. Pero en caso de que se den cuenta antes, solamente tenemos que buscar los lugares más raros para escondernos, y a media noche, podríamos ocultarnos hasta en sus propias espaldas, y no se darían cuenta. - resumí.

- Menos mal, ya me quiero ir, no soporto este lugar. - sollozó Ethan.

- Lo sé, así que guarda bien tu comic, compañero. - dije mientras me separaba de él poco a poco y me perdía.

Ni siquiera tuvimos que hacer mucho, solamente fui yo quien lo jaló del brazo hasta meternos a la casa ante la mirada pícara de algunas personas. Finalmente estábamos en la casa, y esta parecía el lugar más vacío del universo, perfecto, no para una sesión de besos adolescentes, pero sí para un escape de medianoche, pues, en efecto había unas hermosas ventanas.

- ¿Entonces? ¿Les damos cinco minutos, o ya nos vamos? - cuestionó mi compañero, claramente burlándose de la facilidad del escape.

- Yo ya no aguanto cinco minutos más respirando el mismo oxígeno que ellos. - suspiré mientras me acercaba a la ventana.

La ventana era doble, pero no tenía como abrirse, parecía que sólo era el cristal para adornar, sin embargo, yo traía un desarmador.
Comencé a destornillar los clavos de una de las partes, y cuando esta quedó pendiendo de un solo clavo, Ethan sujetó el cristal con el armazón para que no se cayera, y lo colocó despacio en el suelo.

- ¿Ya? - preguntó él, sorprendido y aliviado.

Sonreí con libertad. - Ya. - afirmé mientras guardaba de nuevo el desarmador.

Yo salí primero, con un salto, ya estaba en la calle. Sin embargo, cuando Ethan salió, apenas unos segundos después de que él aterrizara en el suelo, el cristal sobrante cayó hacia atrás, solamente para estamparse contra el suelo de la casa y romperse haciendo un escándalo.

Guardamos silencio esperando que nadie se hubiera dado cuenta, pero cuando la música se detuvo y los murmullos comenzaron, ambos nos miramos impactados y corrimos desenfrenados.

Entre risas de adrenalina y libertad, él y yo corrimos dos cuadras hasta toparnos con un par de bicicletas de uso público, las cuales no dudamos en tomar para alejarnos aún más.

No sé por cuánto tiempo conducimos sin rumbo, sólo sé que fue demasiado, porque los pies ya me dolían, y por el tiempo ya no se veía absolutamente nada. Aunque los dos queríamos parar, seguíamos sintiendo que todavía no estábamos lejos del peligro, y realmente queríamos estarlo.

Tuvimos que encender 5 pulseras de neón para ponernos en cada mano, cada uno, así al menos no nos perderíamos, y sería fácil para nuestros ojos seguir el resplandor en medio de las calles obscuras.

Pronto nos detuvimos ante un supermercado que actualmente puedo corroborar, llevaba algunos meses abandonado, pues las puertas estaban abiertas de par en par, el letrero semi arrancado ya no decía nada, y los estantes estaban vacíos. Después de comprobar que realmente estaba sólo y no había cámaras, nos metimos con todo y bicicletas.

Ethan y yo paseamos entre los estantes, sólo guiados por nuestras pulseras, y la tenue luz de algunos refrigeradores de carne que aún luchaban por funcionar.
Nunca creí que recorrería un supermercado abandonado en bicicleta, y menos después de haber escapado con mi amigo de un internado, pero fue reconfortante y divertido.

No fue por mucho tiempo, duramos quizás unos 5 o 6 minutos en lo que las canciones del teléfono de Ethan se acabaron, pues apenas tenía 2.

Después de un rato, con las bicicletas arrumbadas a un lado, Ethan y yo nos tiramos al frente de uno de esos refrigeradores encendidos. Así que, usando su teléfono, y mis últimas fuerzas, pude mandar un mensaje de texto.

"No llamé porque me dormí en la tarde y acabo de despertar, volveré a la cama, pero me reporto desde el celular de mi nuevo amigo, a lo mejor se los presento después. Saludos: Jenny :)"

Después de enviar eso a mis padres, imité a Ethan, y me quedé dormida. De esa forma fue hasta las 5 de la mañana, cuando nos despertó la incomodidad del suelo frío.

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⏰ Last updated: Sep 16, 2023 ⏰

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Jenny De VilWhere stories live. Discover now