Capítulo • 1 •

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1- Si eso pasaba mi padre y mi hermano menor serían los principales sospechosos. Irían a la cárcel.

2- Por mucho que me molestara Amsey Baretta esa noche... no merecía morir.

Así que me dispuse a evitar el peor error en la vida de mi padre.

Fue entonces, cuando comenzó «Love is embarrassing», con la voz de Amsey interpretando a Darth Vader después de una cirugía de amígdalas, y supe que tenía que intervenir de inmediato.

No me quedó otra opción. Tenía que bajarla de ahí, pero nadie me habría permitido hacerlo sin más. Con el dolor y el odio de Amsey seguro yo terminaba acusado de secuestro, tras las rejas y ella muerta. No tuve opción.

Caminé directo hacia el extintor a un lado del baño de mujeres y, sin pensarlo dos veces, presioné la alarma de incendios.

La alarma se activó y, al mismo tiempo, el agua comenzó a brotar del techo como regadera, causando pánico entre los espectadores.

Cuerpos aglomerados, empujándose de lado a lado, resbalando, gritando y corriendo. Desaté un nuevo caos esa noche.

Fue entonces cuando escuché el primer disparo entre todo el disturbio.

Estaban ahí.

La encontraron.

Pero al parecer la novia loca lo tomó todo como una señal del cielo, porque su voz se engrosó más poseída y comenzó a brincar con el micrófono en mano como estrella de rock en su primer concierto.

Bien, al menos sus multiples movimientos descoordinados y su cabello maníaco la hacían un blanco móvil muy difícil.

Maldije entre dientes y corrí hacia la pista. Apenas puse un pie en ella la atraje al suelo antes de que un nuevo disparo nos alertara del peligro.

—¡Oye! —alcanzó a gritar antes de que la echara sobre mi hombro y buscara una salida.

Era casi imposible, eran demasiados cuerpos. Quizá la idea de la alarma de incendios no era tan buena después de todo.

—¡Mi público me espera!

—¡No eres Ava Marx!

Luchando contra los cuerpos aglomerados, logré abrirme paso aún con el cuerpo de Amsey retorciéndose sobre mi hombro. No la silencié porque moverse como gusano en sal la convertía en un blanco difícil. Y no estaba dispuesto a dejarles el trabajo tan fácil. La adrenalina se disparó y pronto comencé a disfrutar de la huida.

—Muevete, idiota —escuché a Amsey con la cabeza en mi espalda, antes del movimiento brusco que casi la hace caer.

—¡¿Me pegaste con el micro?! —escuché la queja de algún pobre hombre.

—Eso es por no quitarte del camino —la sentí resoplar.

Su nueva víctima, en cambio, la rodeó con cuidado y, mirándome mal, ordenó:

—Controla a tu novia, ¿quieres?

Fruncí el ceño y negué con la cabeza mientras lograba avanzar algunos pasos más.

—No es mi... ¡bah!

Frente a mí, un joven me bloqueó el paso impidiéndome seguir avanzando.

—Oye, viejo, todos queremos salir para...

Pero nunca sabremos para qué quería salir del barecito, porque el pie de Amsey se estrelló de lleno contra su cara haciéndolo perder el equilibrio y dejándome avanzar más metros.

—¡Eso es por por estorbar! —le gritó la loca que mi hermano se consiguió por novia.

Continué avanzando entre el mar de cuerpos escurridizos y aterrados por un peligro inexistente. Al menos para ellos.

La novia rojaWhere stories live. Discover now