Capítulo • 1 •

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~ GALEN ~

Dos años atrás...


Podría describir a Amsey Baretta de mil formas: es terca, testaruda, es más sencillo cruzar el triángulo de las Bermudas en bicicleta que ganarle una pelea; es cabeza dura, tiene una nula tolerancia al alcohol, pero pasará una hora entera intentando convencerte de lo contrario. Amsey no es una persona sencilla, a simple vista puede aparecer inofensiva, pero ya el país entero sabe lo que es capaz de hacer cuando le rompen el corazón.

Pero es imposible odiarla.

Fuera de mi familia (que bastantes razones tiene), no conozco a una sola persona que pueda odiar a Amsey Baretta. Todavía después de lo que pasó, no creo que pueda odiarla tampoco... ni siquiera creo que el imbécil de Dylan pueda hacerlo.

Suspiré pisando el acelerador con un único pensamiento en mente: encontrar a Amsey Baretta antes de que los matones de mi padre se encarguen de ella.

Bajé del auto en el barecito que solíamos frecuentar las pocas veces que salíamos los tres y tuve que evocar todo mi autocontrol para no echarme a correr hacia la puerta principal y levantar sospechas. Mientras pensaba en cómo demonios iba a hacer para encontrar a una mujer de uno sesenta entre tantos cuerpos aglomerados, la encontré. No fue nada difícil porque era la única mujer con una tiara de plata, el maquillaje corrido, la voz trastornada y un velo de novia en la pista de karaoke.

Me acerqué a la pista y traté de idear un plan para bajarla de inmediato y convencerla de vivir su duelo a salvo en Santorini... pero siendo Amsey de quién se trataba, habría sido más sencillo pedirle al diablo un rosario.

«Shout Out To My Ex», fue la canción que eligió ese día y al parecer acertó. La mayoría de las chicas del bar gritaban el coro con ella mientras viroteaban con lo que tenían en los solos. Debieron estar fuera totalmente fuera de sí, si los gritos y berridos que Amsey le daba al micro les pareció buena música. Pero ¿quién soy yo para juzgar a una mujer dolida?

Decidí que lo mejor era dejarla terminar su último solo. Después de todo, llamaría más la atención intentando bajarla del escenario y su público no me dejaría salir con ella jamás.

Otra de las cualidades que Dylan me contó sobre Amsey, es que puede unir masas cuando se lo propone y la verdad es que no quiero más ojos sobre mí hoy.

Suspiré y me obligué a ser paciente mientras veía a la ex novia loca de mi hermano imbécil, golpeando las botellas de vino de las mesas, siendo sorprendentemente ovacionada por todos. En Oxford a los becados les partían el cuello por menos que eso.

Después del escándalo de la boda, en el que Amsey evidenció al enfermo de mi hermano, al traficante de mi tío y al necio de mi padre, las cosas se salieron de control. Puños por todos lados, lágrimas en cada esquina y demasiadas fotografías.

Mi familia se desmoronó ese día.

Mis manos se volvieron puños y de pronto tuve la creciente necesidad de tomar a Dylan y golpearlo con todo. A pesar de que ya había tenido suficiente con la paliza que le dieron Jackson y Roby por la relación secreta que llevaba con su hermana, no le caería mal otro ojo cerrado. Su novia destruyó a nuestra familia, pero él lo inició todo.

La mitad de mi familia estaba en el hospital y la otra mitad consultando a sus abogados, pero de momento solo me importaba una cosa: encontrar a Amsey Baretta y ponerla a salvo.

La cosa se ponía color de hormiga cuando recordaba que no tenía ni idea de exactamente quién debía protegerla. Al escuchar la llamada de mi padre ordenando su muerte no esperé a escuchar nombres, a decir verdad solo pude pensar en dos cosas:

La novia rojaWhere stories live. Discover now