Tercer acto: Encuentro del cuarto tipo

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Se despertó con un dolor de cabeza terrible, que al parecer se le extendió por toda la espalda y se le quedó en la parte baja de esta. Estaba intentando ver de donde provenían esos extraños ruidos que estaba escuchando, sin embargo aquella fastidiosa luz blanca que le apuntaba directamente a los ojos no le permitía ver más allá de sus pies. Trató de levantarse para ver qué producía esos ruidos, pero su cuerpo no se podía mover; intentó un par de veces más y en todas falló en su propósito. Un poco confundido al no saber el por qué no se podía levantar, se puso a buscar la soga con la que debería estar amarrado, sin embargo desistió al no encontrar nada que lo mantuviera atado a esa extraña cama y también porque percibió que sea lo que fuese que estuviera haciendo ese ruido se estaba acercando, así que decidió hacerse el dormido.


Con su oído súper atento escuchó cómo se abría una puerta y el ruido se apoderó de la habitación, a la vez que esta se impregnaba de un fuerte olor a azufre. « ¿Estaré en el infierno?» pensó. De repente sintió un pinchazo en el muslo izquierdo y no pudo aguantar el dolor y mucho menos la rabia, así que dirigió improperios de gran calibre a eso que le había causado el dolor.


-No te preocupes que pronto serás libre- dijo una voz detrás del haz luminoso.


- ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? Déjame en paz por favor -suplicó Luis.


No volvió a escuchar más esa voz y mucho menos ese extraño ruido, de la nada la habitación había quedado sumida en un fúnebre silencio, al poco rato logró divisar un extraño tubo de unos cincuenta centímetros, con un extraño liquido rojo que parecía más bien sangre, pasar a un lado de él, sostenido por unos dedos un poco más largos que los de una persona, con escamas y de un color verdoso. Sintió unas inmensas ganas de dormir y se dejó ganar del sueño. Al otro día se despertó y notó enseguida que podía moverse libremente, así que decidió levantarse de donde estaba y empezó a correr; solo para detenerse un par de segundos después, un tanto extrañado por lo que pensó que había visto en el reflejo de una ventana, siguió caminando hasta que encontró otra y decidió mirarse en ella, pero lo que vio lo dejó atónito. Una barba que llevaba mucho tiempo sin conocer una cuchilla, una vestimenta parecida a la de un loco y la piel tan sucia, que fácilmente podría confundirse con la de un mecánico en un día de mucho trabajo, fue lo que Luis observó en el reflejo de la ventana.


- ¿Dónde estoy? - le preguntó a una señora que estaba pasando por su lado.


- Si no sabe usted, mucho menos yo- esta le contestó.


Luego de constatar lo groseras que eran las personas a las cuales abordaba para preguntarle donde se encontraba, decidió acercarse a un joven que tenía casi el mismo aspecto al de él, con la particularidad de que a este le faltaba un brazo. Me podrías hacer el favor de decirme donde estoy-le dijo al chico- es que me han pasado muchas cosas que no logro entender.


-Claro colega, estamos en la avenida Altamar de la ciudad de Guadalajara, México-le contestó el joven.


- ¿México? Pero si yo ayer estaba en mi finca, allá en Colombia, cómo es posible que esté en México-dijo.


Luis estaba procesando la información que acababa de recibir, pero sintió el mismo dolor de cabeza que se le mudaba a la espalda, sin embargo esta vez esta vez acompañado de sueño. Cuando se despertó, pudo sentir que estaba nuevamente inmóvil en aquella extraña cama y con esa luz molestándole la visión. «Que pesadilla más extraña» pensó. Estaba intentando despertar de esa pesadilla cuando la puerta se abrió y sintió nuevamente el pinchazo en el muslo izquierdo.


-veamos qué información recogiste- fue lo último que escuchó antes de que se apagaran las luces.


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⏰ Senast uppdaterad: Sep 11, 2023 ⏰

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