Capitulo 24

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.Ilaria.


Su visita al pueblo de Ikary rondaba su mente diariamente. La vista del mismo pueblo, las personas, las calles; pero sobre todo, las palabras de aquella anciana mujer que solo le habló con la lengua antigua.

El enemigo no es quien piensas.

No había logrado desifrar aquellas palabras por mucho que las analizó. Trataba de entender a que enemigo se refería exactamente, y también de ser así, quien era realmente.

Ese día se encontraba nuevamente en el jardín frente a las dianas. Había dejado de practicar con el arco y las flechas hace ya mucho rato. El arco y el carcaj con las flechas se encontraban recostados en una roca a su lado. Ese día había decidido ir sola. En ese momento se encontraba abrazada a si misma observando las dianas a lo lejos. A pesar de encontrarse abrigada con una gran capa de piel y guantes, era inevitable que su aliento se mezclara con el denso y frío aire.

Había estado más que agobiada pensando en todo lo que ocurría a su alrededor; estaba lejos de su hogar en un reino enemigo, las palabras de la mujer no dejaban de darle vueltas, el plan que la habia llevado a estar en ese lugar no había resultado tan sencillo como ella pensaba, y por si fuera poco, aquella promesa que le hizo a Aramis en su lecho de muerte tampoco. El amuleto que cada día colgaba de su cuello se sentía cada vez más pesado. Era como si de esa manera cruel le recordara que estaba fallando en su misión de venganza.

Por un instante pensó en cubrirse del frío en el palacio, había pasado mucho rato bajo ese clima, aunque agradecía que aún no empezara a nevar. Recordando el calor del palacio, recordó esa sensación reconfortante en aquel jardín secreto en el que habia descubierto a Hizzan. No había regresado allí desde entonces, pero por un instante el recuerdo de aquel día revivió en su mente.

¿Se encontraría el príncipe allí?

Ni siquiera se imaginaba porqué se lo preguntaba, pero en ese momento fue la pregunta que llegó a su cabeza.

Hacía días que no había visto al príncipe, ni en los pasillos ni en ningún rincón del palacio. No se imaginaba que habia ocurrido, pero tampoco había visto con regularidad al rey. Después de oír ese rumor de su supuesta pelea, todo había sido aún más extraño. Si de por si, casi no había visto a ninguno de los dos, mucho menos los habia visto a ambos juntos. Lo que también significaba que aquellas cenas en las que se había visto obligada a participar, tampoco habían ocurrido, para su suerte. Pero no dejaba de extrañarse.

En aquel momento sus pensamientos parecieron haber sido escuchados.

—Veo que has heredado una muy buena puntería, princesa.

Esa voz gruesa y ronca la había sorprendido hasta el punto de sobresaltarse.

El rey Dattmon se encontraba a un metro de ella. Abrigado solo con una gruesa capa de piel se acercó a ella observando las dianas más allá en dónde sobresalían las flechas que ella hace un rato estaba lanzando.

El momento de sorpresa hizo que olvidara por completo que el rey se encontraba frente a ella. Rápidamente se reverenció.

—Su majestad, disculpe, no sabía que estaba aqui—se disculpó sin mirarlo a los ojos. En realidad no le importaba si estaba o no, pero sus modales siempre habían estado primero, lamentablemente.

Notó más cerca al rey de ella, pero no se movió un centímetro. No mostraría un solo deje de intimidación en ella, porque no lo había.

—¿Tu tío te enseñó a usar el arco?—preguntó sin dar importancia a sus disculpas. Sin dejar atrás su tono de voz tan imponente.

LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}Where stories live. Discover now