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-¡Sana!

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-¡Sana!

La pelirosada se volteó hacia la pelicastaña que se acercó a ella a paso apresurado, Tzuyu dejó un beso en su mejilla como saludo, haciendo que se ruborizara.

-Hola -mururo la más baja, encantada, se sonrieron.

-Mañana hay una muestra de arte, tengo dos entradas, tienen desde pinturas hasta un show de danza, ¿quieres acompañarme?

Sana rió con algo de nervios, con vergüenza murmuró:
-Lo siento, iría pero...tengo una cita con alguien más.

Momo en parte sonrió con orgullo al ver la expresión emocionada de Tzuyu desaparecer.

-Oh, bueno -dijo, acomodó sus cabellos largos con algo de incomodidad.

-N-no es lo que piensas -Sana negó, moviendo sus manitos frente a ella- Voy a...ver a alguien, al cementerio.

-Oh, Sana, no necesito explicaciones -dijo Tzuyu, aunque se notaba más aliviada después de escuchar eso y volvió a sonreír- Lo siento mucho.

-No, esta bien.

-Bueno, lo dejamos para otro día, ¿si? -Sana asintió- Nos vemos, Sana, cuídate -beso su mejilla otra vez para despedirse, antes de salir del estudio con una encantadora sonrisa en sus labios.

Fue al vestuario y lo primero que le dijo a Momo fue un "No sé si me gusta".

-¿Como que no sabes si te gusta? -preguntó la mayor- ¡Sana! Tiene cara linda, le gusta la danza, sonríe bonito y tiene tanto músculo donde podrías hasta lavar la ropa, ¿como que no te gusta? ¿Sabes lo que ahorrarías en la lavandería?

Sana rió por lo de los abdominales.

-Te recuerdo, Momo, que mi tipo son flacuchas, sensibles, que piensan mucho, critican a la sociedad, me dan atención y me cuidan mucho.

Practicó su baile una vez más, su entrenador le dijo lo mismo de siempre, pero que hoy había mejorado un poco más, así que la dejó ir más temprano.

Tomó su celular y vió varios mensajes de un número que no le hablaba desde hacía unas cuantas semanas.

-Jihyo dice que ha mejorado lo suficiente para dejarle usar el celular más de una hora al día -le comentó Sana a Momo.

La pelicorta se encogió de hombros, en verdad, no le gustaba mucho hablar de ella desde lo que había pasado.

-No conozco a nadie así.

Momo negó- Claro, yo tampoco.

-Aún le queda mucho en el loquero para que pueda salir -dijo Sana, con algo de alivio.

-Sana, no lo digas así, queda muy despectivo, ella no tiene la culpa de estar mal -dijo Momo, su ceño estaba ligeramente fruncido.

Sana la miro un segundo hasta que suspiro, asintiendo.
-Tiene la culpa de otras cosas -dijo, por lo bajo.

-Tampoco, ella no lo hizo a propósito -corrigió- La depresión hace que hagas esas cosas, y que hables tan feo no la ayuda.

Sana parpadeó rápido para despejar su vista, Momo acarició su cabello.

-Ella no tiene la culpa de lo que me pasó, ¿esta bien? Fue un accidente, necesita apoyo con lo que tiene, no le tengas rencor, no va a cambiar nada -continuó hablando la pelicorta con tranquilidad, aunque Sana no reaccionó- ¿Que tal si hago tu comida favorita? -preguntó Momo, mirando a la pelirosada, quien negó.

-Hace meses que no como eso.

-Lo sé, por eso te lo estoy ofreciendo.

Sana lo pensó un momento- ¿Puedes hacer eso? -cuestionó, a lo que Momo hizo una mueca de "Puedo intentar"- Bueno, me gustaría...

La mayor asintió y sonrió, hacia mucho que no cocinaba tampoco.

La comida favorita de Sana eran unos tacos picantes en donde Momo básicamente metía todo lo que quedaba en la heladera, le agregaba una que otra cosa más, y resultaba una especie de revuelto, al que la menor le gustaba poner picante, lo podía comer solo o con una tortilla de maíz para que tuviera más interés.

Al final del día, Sana estaba con una verdadera sonrisa y un rubor en sus mejillas, totalmente encantada y sintiéndose mimada.

-Gracias.

-No agradezcas, tonta -Momo hizo un gesto con su mano para que no se molestara.

-Eres muy linda conmigo, siempre lo fuiste.

-¿Sentimentalismo?, nada de sentimentalismo, Minatozaki.

-Momo.

-Minatozaki.

-Te amo.

Momo sonrió mínimamente, sus mejillas se ruborizaron.

-También te amo.

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