° Cuarenta y ocho °

65 8 0
                                    

Mierda, mierda, mierda.

Sigo observando como Hazel no para de boquear balbuceando incoherencias, sus ojos parpadeando sorprendida.

Dioses, ¿Por qué esas precisas dos palabras salieron justo ahora de mi boca? ¿Por qué mi imprudencia me viene a jugar mal ahora?

—Aidan, yo... —empieza Hazel, poniendo un mechón de cabello tras su oreja.

—Está bien, no te sientas presionada a responderme —le interrumpí, fingiendo una sonrisa—. Lo último que quiero es presionarte.

Además, estaba conciente de que mi declaración había sido demasiado apresurada. No quería presionarla a responder algo tan grande y profundo como eso.

—Es que...

Tomé su rostro con una de mis manos con delicadeza, me incliné hacia ella para darle un beso en la mejilla y luego seguirle a su oído.

—Te dije que está bien, chica pecas —susurro antes de alejarme—. No te presiones, ¿No quieres comer algo? —preguntl para cambiar el tema y aligerar la tensión.

Ella solo asintió.

Saco de la canastilla unas galletas que aún siguen tibias, son de chispas de chocolate, y por lo crocante supe que se trataban de las famosas galletas de Eleanor. Sus galletas tienen un sabor particularmente delicioso, y muy a mi pesar, superan a las de mi mamá, bien podría volverme adicto a ellas. Razón suficiente para ganarme un guantazo por parte de mamá. Le ofrecí una a Hazel con una sonrisa, ella la tomó, imitando mi gesto.

Así empezamos a hablar de otros temas, cosas de la universidad, de las grabaciones o simplemente cualquier tontería para aliviar el ambiente.

Con el pasar de los minutos, todo volvió a una normalidad relativa, aunque aún así pude notar a Hazel un poco más pensativa de lo normal. No quería que se encerrara en sus pensamientos, ¡Es un día muy bonito para sobre pensar! Por eso me sigo reprochando en mi interior, eso no tenía que salir de mi boca sino hasta más adelante, es algo que soy yo el que lo está sintiendo, y seguramente ella no, y eso no está mal porque todo tiene su debido momento, pero no quiero que ella crea que la estoy presionando por una respuesta.

Puedo esperar, cuánto sea que tarde, no me importa, sé que va a llegar en su momento determinado.

—La chica rubia nos sigue viendo —comenta Hazel de la nada, riéndose, miré discretamente al sitio donde estábamos antes, ella tiene razón, la chica rubia está echando una ojeada hacia nosotros—. Quizá sí deberías ir a ayudarla con su bloqueador solar, Aidan.

Alcé la mirada hacia mi novia, ceñudo, ella sigue riéndose de su mal chiste.

—Muy graciosa tú, eh.

Se carcajeó.

—Venga, hora de protector solar, no vaya a ser que nos quememos feo.

Me levanté de mi cómodo sitio, (echado sobre la manta, usando su regazo como almohada) y le di la espalda, escuché el sonido de una tapa plástica abriéndose y luego tuve un escalofrío cuando una crema fría cayó sobre mi piel caliente.

—Hala, tienes pecas —nota ella, esparciendo el bloqueador—, ¿Cómo es que no lo había notado?

—Porque te empeñas en cerrar los ojos cada vez que estoy desnudo encima de ti.

Recibí un manotazo en el cogote, un par de señoras que pasaban frente a nosotros se nos quedaron viendo escandalizadas.

—Idiota —masculla Hazel molesta.

—Sí, sí, pero no me maltrates —sobé mi pobre cogote golpeado—. Ya, pero en serio, son heredadas, mi papá tenía pecas por todos lados, es muy raro que no me hayan salido en la cara.

Solo Me Importas Tú [Loved #2] ✅Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin