Era noche de pelea, las noches donde Tom pasaba una hora en el lugar que más odiaba en el mundo. Esta vez decidió no llevar a su hermana debido a que sabía que a ella no le gustaba verlo en el rin.

Cuando estaba ya listo para ir hacía el edificio, Kris asomó su cabeza entre los asientos, asustando a su hermano.

- Antes de que digas algo, soy tu hermana mayor y como tal tengo que velar por mi hermanito- esa fue su excusa mientras se pasaba al asiento del copiloto.

- Primero, solo eres mayor que yo por un año y segundo, te dije que te quedarás para que no me vieras.

- ¿Y si te pasa algo? ¿Crees qué Albert te llevará al hospital?- Tom suspiró, pidiendo paciencia-. ¿Se te olvida que tengo el carácter de papá?

- ¿Y a ti que yo tengo el de mamá? 

- Lo que sí había olvidado es que eres el niño de mamá.

- Y tú la niña de papá.

- ¿Así sonamos mi hermano y yo?- preguntó Lizzie entrando al coche.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó Kris.

- Acompañaros.

- Las dos fuera del coche- pidió el castaño.

- No eres mi padre- dijeron las dos a la vez.

- Tom, tienes dos opciones, o sigues discutiendo o conduces con nosotras- Tom miró a la morena para suspirar y conducir adonde se realizaba el combate.

Cuando llegaron, Albert sonrió al ver a los hermanos Holland, pero sonrió más al ver a Lizzie junto a ellos.

- ¿Quién es la linda chica, Thomas?- cuestionó el mayor.

- No te importa- sentenció llevándolas a los vestuarios. A los pocos minutos, él ya estaba con los pantalones de boxeo puestos y las vendas. Albert entró, serio, yendo directo al chico.

- Tienes que ganar esta pelea sí o sí.

- ¿No tienes más frases?

- Muchos han apostado por ti. Hay mucho dinero en juego- y antes de salir, volvió hacía él-. Pelearás contra Keller.

- Nos vamos- comunicó Kris cuando Albert salió. Tomó a Lizzie por la muñeca y caminó hacia la puerta, pero su hermano la paró agarrando la otra mano de la morena.

- No podemos.

- Sí podemos. Lo que no podemos es dejar que te metas en ese rin.

- Tal vez tú no, pero yo no puedo dejar que te pase algo.

- Se cuidarme sola- y así empezaron a discutir, aún con Lizzie en medio de estos, que ya había perdido el hilo de la discusión.

- ¡Holland!- gritó consiguiendo su atención-. Han pasado dos minutos en los que solo discutíais, os queda uno para decidir que carajos hacéis.

Kris suspiró, dándole la razón a su hermano-. Como acabes en el hospital seré yo la que te mate.

- Bien, ahora soltadme, por favor.

- Lo siento- dijeron al unísono.

Escucharon la voz del presentador, haciendo que Tom salga a la espera de que diga su nombre y cuando lo hizo, salió al rin. En el momento que el combate comenzó, Tom recibió dos golpe en la mandíbula, pero los devolvió al estómago. Keller fue rápido y consiguió acorralarlo en una esquina.

- ¡Muévete, Thomas!- gritó Albert mientras Kris se acercaba a él.

- Pide tiempo- asintió y Tom salió para que Lizzie le limpie las heridas.

El tiempo terminó y ambos subieron otra vez, uno más sonriente que otro.

- Tu hermana está más linda- comentó Keller. Tom frunció el ceño y esquivó un golpe-. Pero la morena es hermosa. ¿Me la prestas?

- ¿Cómo dices?

- Vamos, está muy buena y me encantaría tenerla en mi cama una noche. Préstamela y luego te la devuelvo- Tom sintió como su pecho ardía por la ira, así que para calmarla empezó a golpearla un ay otra vez hasta dejarlo en el suelo.

Obviamente ganó y con ayuda de las chicas fue al vestuario a cambiarse por unos pantalones de chándal cortos y solo una chaqueta, que debía estar abierta para que no se manche de sangre.

- ¿Cómo te encuentras?- le preguntó Lizzie.

- Algo adolorido- respondió para luego salir casi corriendo con ellas.

En casa, Lizzie le limpiaba las heridas a Tom mientras él tenía algo en su cabeza y necesitaba una respuesta rápido.

- Lizzie, ¿cuánto tiempo llevas sin comer?- ella se tensó y pensó en alguna excusa, pero no había excusas esta vez.

- Desde que terminé con Jordan. ¿Cómo lo sabes?

- Porque nunca veo el plato vacío, o nunca te veo comer más del cuarto. Y escuchó los ruidos del baño- Tom paró la mano con la que limpiaba la sangre para que lo miré a los ojos-. Necesitas comer. Lizzie negó-. No puedes seguir así. 

- No puedo.

- Pues déjame ayudarte. Esto que haces no está bien.

La morena negó. No se sentía capaz de hacer algo así, porque sabía que recaería de nuevo, como siempre que intentó hacer lo que Tom le decía.

Mientras, en la ciudad, Albert entraba a su casa donde un amigo suyo lo esperaba con ansias.

- ¿Cómo estuvo el combate?

- De puta madre- sonrió Albert-. Vi a Lizzie. Acompaño a los Holland.

- Eso es bueno. Aunque no entendiendo como esos dos no se dan cuenta de que no los vas a dejar en paz.

- Y yo no entiendo como no te han descubierto. Llevas espiándolos desde hace meses.

- Porque conozco esa casa como la palma de mi mano, yo viví ahí. Y créeme que la voy a recuperar.  

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