dos.

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él me mandó flores.

cientos y cientos de rosas rojas y algunas que otras blancas enredadas en un mediano ramo sobre la mesa del comedor. esta vez había una nota junta ellas, escrita en tinta negra por una mano firme y de perfecta caligrafía.

no era nuestro aniversario o algún día especial.

la noche pasada harry regresó a casa oliendo a alcohol. una botella en la mano y las llaves de la casa en la otra, que torpemente tiró cuando cerró la puerta de un portazo que me erizó la piel. su postura al igual que su caminar era torpe, sus movimientos torpes y su mirada torpe, aunque llena de odio y furia.

no era lo único lleno de odio y furia en él. de repente, comenzó a gritar.

dijo que me había llamado más de treinta veces al celular, ninguna de esas veces contesté. dijo que había hecho una reservación en un buen restaurante y no contesté al celular. dijo que seguramente pasé el día entero al lado del vecino de cabello castaño, probablemente engañándolo cuando exactamente me dijo que no podía hablar con ningún hombre que no fuera él.

harry dijo que se había preocupado por mi y que yo no había contestado el celular.

pero cómo habría podido contestar el celular si él lo estrelló contra la pared la vez pasada que peleamos.

me volvió a gritar y a insultar. me llamó por nombres peores y me sentenció miles de órdenes que debía de seguir, seguidas de múltiples advertencias que me trajeron escalofríos.

luego, me sacó de la casa.

sin ninguna pequeña maleta o algún otro objeto que no fueran mis prendas de vestir y las llaves de la casa (claro que no las use, pues pelearíamos de nuevo). comenzó a llover y yo caminé a casa de liam, con las gotas de lluvia mojando toda mi ropa y helándome la piel.

pero yo se que él no lo quiso hacer, porque él me mandó flores hoy.

flowers (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora