Capítulo 1

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D R A C O

    Contemplo la ventana del compartimento sin emoción alguna. El paisaje se mueve raudo del otro lado, donde el ambiente pronto a ser nocturno es lo único siquiera relevante. Resultaría especialmente conveniente que el momento de bajar de esta maquina nunca llegara, por supuesto, sumado a que no haber subido en primer lugar hubiese sido lo ideal; pero ahora, a mitad de camino, mis opciones se ven fatalmente coartadas.

Hace mucho ya he dejado de sentir esa extraña anticipación cosquilleándome por el pecho, haciendo que no pueda dejar de imaginarme a detalle el año venidero. Con todo y que las cosas no podían (ni pueden) ir a peor, un potaje de expectativas y auténtico terror me mantenía con la atención muy aguda todo el viaje.

Ahora las cosas, simplemente, han dejado de tener sentido. Ya no estoy aterrado.

Ahora solo estoy terriblemente aburrido.

Y, ¿cómo no estarlo?, no estaba en mis planes regresar. Me ví obligado al escuchar a mi madre imperarme con esa voz suya: "estaré más tranquila sí sé que estás en un lugar seguro, aprendiendo. Además, debes continuar con tu vida, cariño, eres un chico fuerte e inteligente. ¡Para nada! No debes preocuparte por mí, estaré bien, ¡mis elfas domesticas me cuidan de maravilla!". No hubo escapatoria, evidentemente no podía negarme a terminar mi educación formal. Tampoco tomarme un año sabático... o dos. ¡Por Merlín!, si se hubiera resumido a mi madre, habría encontrado alguna grieta emocional por dónde ocultarme; sin embargo, estábamos obligados, en palabras de la mismísa Mcgonagall, a "tomar nuevamente el año respectivo, esto con el propósito de avanzar de formar adecuada y satisfactoria en los niveles educativos del colegio". Un clarísimo ejemplo de tortura medieval, en mi opinión, eso de repetir curso por voluntad de alguien más después de haber tenido que alargar el repertorio de hechizos en tiempo récord en vista de que se acercaba a toda máquina una maldita guerra mágica.

Las cosas, entonces, fueron limitadas en silencio. Se daban a entender de forma que no había otros caminos, dejándome escasamente una fatídica opción: volver a Hogwarts. Una opción que implica dificultades.

Muchas dificultades..

Con todo, no puedo negar que en cierta parte (gigantesca parte) es bueno no estar en casa. He lidiado lo suficiente con esperpentos presentándose día tras día para insultarnos, difamarnos y despotricar a más no poder. Como si esta fuese la única labor que da sentido a su existencia, acostumbran lanzar hechizos por doquiera sin pensarse mucho las medidas legales que esto trae de por medio. Medidas que, a pesar de todo, no se tuvieron en cuenta pues somos "una familia de sucios mortífagos" y blah, blah, blah.

Agotador.

Ahora estoy metido en un tren, muy lejos de la mansión. Un tren que, de alguna manera, se dirige a prisas hacia mi hogar.

Dejo de lado el nada interesante paisaje y me distraigo con la muy interesantísima charla entre Theo y Blaise sobre está chica que el último había llevado a casa, aprovechando que sus padres estaban metidos en quién sabe qué embrollo en el ministerio de magia. Que le había dejado de contestar las cartas y que no quería lidiar con el posible berrinche de la cena. Theo apostaba que le echaría la salsa de maní hirviendo, aprovechando las alergias del moreno y dejandolo a merced de la enfermera (y la muerte, con algo de suerte). Luego risas, y luego de las risas, la mueca miedosa que pone Blaise porque es muy fatalista y todo lo que le diga el otro se lo imagina con lujo de detalles. Toda una interacción de eruditos, sin lugar a duda.

Termino por aburrirme aún más, sin creer esto posible, y antes de plantearme seriamente el saltar por la ventana, algo capta mi atención. Tanto es así que, con un jalón, mi vista se aferra para mantenerme la cabeza y el interés quietos: junto al asiento de Blaise, estampadas en tinta negra, unas marcas ovaladas propias de los menudos dedos de unas pequeñas manos aniñadas me patean directamente al pasado. Parecen susurrarme "¡Tanto tiempo, Draco ¿recuerdas?!".

FUEGO Y HIELO | DramioneWhere stories live. Discover now