12 | La curiosidad mató al gato, casi

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Estaba demasiado, demasiado aburrida.

Fernanda salió muy de mañana mientras yo aún dormía. Cuando me levanté no la vi y me acerqué de casualidad a la mesa, donde había una cartita de ella, la cual decía que se fue a ayudarle a su prima a organizar unas cuantas cosas en el club de moda, porque, como ella es la presidenta, debe tener todo listo con respecto a los juegos para comunicarlo a sus compañeros. Sí, la prima de Fernanda es presidenta del club de moda. Se llama Daisy y es menor que nosotras por un año.

Por contrario de Fernanda, Daisy es muy popular y siempre se hace recalcar entre las personas. Es un poco agresiva y es mil veces mejor no hacerla enojar si no quieres quedarte sin una extremidad de tu cuerpo. Fernanda es, de verdad, el antónimo de lo que es Daisy.

En fin, el punto es que me quedé sola en la habitación y no tenía nada más qué hacer. Hoy era sábado y la mayoría de los estudiantes salieron al pueblo a compras a o dar un paseo. Yo no tenía ganas de ir al pueblo porque quedaba demasiado lejos. Quería quedarme cerca de aquí, pero ¿A dónde carajos puedo ir?, ¿Al bosque? No gracias. No quiero que me coman los osos, lobos o los animales salvajes que habitan ahí.

Y, sí, intenté incluso llamar a Frederick, pero el muy pendejo no me contestó. Ahora no podía hacer más que leer, dibujar o ver series en Netflix. Es entretenido hasta cierto punto, pero una vez que pasas casi toda la mañana y gran parte de la tarde allí, te resulta aburrido.

Así que, como yo no me quedo de brazos cruzados, me alisté y salí de mi habitación para comprar unas botellas de agua en la cafetería y luego cambiar de rumbo al auditorio. Abrí la puerta lentamente y miré el interior, donde Mateo, Violetta, Diana y Sebastián estaban ensayando su presentación para el baile de disfraces. Sonreí y me acerqué.

—Hola, chicos. —saludé meneando mi mano y cerrando la puerta tras de mí. Ellos detuvieron la música y dejaron de bailar, sonriendo en grande al verme.

—¡Hola, Ivanna! .—gritó Violetta, corriendo a mí para darme un abrazo, pero yo me aparté antes de que lo hiciera y solo le di un golpecito en la cabeza, a modo de saludo. Juro que en otro momento me hubiese dejado abrazar, pero ahora Violetta estaba algo sudada.

—Ivanna, ¿Viniste a dejarnos eso? .—preguntó Mateo, señalando el agua con su mirada. Yo asentí y les entregué a cada uno su respectiva botella.

—No solo a eso, también vine para ver qué tal les va.

—Muy bien. —contestó Diana, terminando de tomar agua. Me sorprendí, pues casi dejó la botella vacía. Debían estar sedientos—. Cada día siento que nos sale mejor, ¿no es así? .—buscó opinión.

Los otros tres asintieron, de acuerdo con ella. Me emocionaba saber eso. Sentía que tenían muchas posibilidades de ganar. Además, que Sebastián esté aprendiendo a regular su vergüenza ante las personas es muy bueno.

—Igual ya nos íbamos. Terminamos por hoy. —dijo Violetta, recogiendo su mochila del suelo y guindándola en su espalda. Mi expresión decayó en ese segundo y suspiré con pesadez, poniendo mi cuerpo aguado como gelatina.

—¿Estás bien? .—quiso saber Sebastián, frunciendo sus cejas con preocupación. Asentí, haciendo una seña para que le resten importancia a mi depresión.

—Sí, solo que vine a verlos porque estoy aburrida. Fernanda está en otro lado y no tengo nada más qué hacer o con quién estar. —alcé una ceja luego de escucharme. Por un momento soné como una persona asocial que no tiene más que un vínculo de amistad o que, por último, ni siquiera tiene amigos.

—Oh, lo siento, Ivanna. —se disculpó Mateo, haciendo una mueca—. Si quieres los cinco podemos hacer algo más tarde.

—Nah. —me negué—. Más tarde tengo que practicar el piano obligatoriamente. —encogí mis hombros—. Igual gracias. —me despedí de ellos y ellos de mí, y así pude darme la vuelta y salir del auditorio soltando nuevamente un suspiro. Qué aburrimiento.

Rumania High SchoolWhere stories live. Discover now