3 | Conociéndonos un poco

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El maldito despertador no paraba de sonar y sonar. Me puse una almohada en la cabeza, tratando de disipar ese tormentoso ruido. Pero mientras más intentaba evadirlo, más fuerte se escuchaba, como si esa cosa supiese que yo andaba esquivándola.

Gruñí y me levanté de la cama de un solo, agarrando ese objeto y mandándolo a volar a quién sabe qué lugar. Escuché el impacto del despertador contra el piso y pude imaginarme las miles de piezas y mecanismos que rodaban en la habitación gracias al daño adquirido. Sin embargo no le di ni la más mínima importancia y me senté de vuelta, fingiendo que eso jamás pasó.

Me puse mis pantuflas y caminé un poco molesta hacia al baño con las intenciones de cambiar mi ropa y arreglarme, pero justo en ese momento la puerta del baño contrario se abrió, dejando ver a mi compañera de habitación con un pantalón verde de bolsillos grandes a los costados de sus rodillas, una camisa blanca manga corta y unos tenis deportivos también color blancos. Su cabello estaba suelto y no tenía ni una gota de maquillaje, pero aun así se la veía muy bien.

Me miró con indiferencia. Sonreí de lado e intenté saludarla, pero ella rápidamente se dirigió a su cama y agarró una mochila negra y varios cuadernos que estaban esparcidos desde ayer en la mesa. Y sin decir nada o pronunciar una palabra, la chica caminó a la salida y se fue, ignorándome por completo.

Abrí mi boca en una gran "O", ofendida. No podía creer el acto tan grosero que esa chica cometió en mi contra. ¿Ignorarme y pasarme de lado como si no estuviera o como si mi existencia le valiera un blendo? Nunca, ni siquiera las personas de Canadá a quienes les caía mal, me hicieron eso en la vida. Desde ayer tenía el presentimiento de que ella era así, pero lo dejé pasar porque pensé que había tenido un día malo y eso afectó su humor. Estaba tan equivocada. ¿Qué mal le he hecho? Solo he intentado ser amable, ¿Y recibo esto a cambio?

Fruncí mi ceño, mientras me terminaba de poner la camisa oscura que había escogido con un pantalón jean azul y unos zapatos converse negros. No me iba a dejar ganar de esa chica. Seré amable con ella siempre, ablandaré su corazón de hielo y le empezaré a caer bien de a poco. Pero la verdad no sabía el motivo por el cuál tenía la sensación de que esa era su personalidad.

Me miré una vez más en el espejo y encogí mis hombros, saliendo del baño y tomando las correas de mi mochila azul oscuro y un par de cuadernos. Suspiré y algo aturdida al fin puse un pie fuera de la habitación, para después cerrarla con llave e irme a mi primera clase del día.

No sabía qué me tocaba, así que saqué el horario que la Vieja Pelusa me dio ayer y mi expresión facial se desubicó completamente cuando lo vi. ¡No!, ¿En serio?, ¿Por qué mundo cruel? Díganme ustedes qué es peor que empezar un lunes en la mañana con números.

Desanimada al cien, llegué al salón de matemáticas con ayuda del mapa que me encontré en medio del camino. Toqué la puerta educadamente, pero no me abrían. No me rendí y volví a tocar, pero obtuve el mismo resultado. Bufé y me asomé en el cristal de la puerta, buscando a cualquier ser existente del otro lado, pero no había nadie.

Me alejé un poco y alcé una ceja. Estaba comenzando a creer qué tal vez me equivoqué y estaba en el salón de matemáticas de último año, pero en ese instante sentí una mano fría y helada sobre mi hombro. Pegué el salto más alto de toda mi vida y me volteé, imaginando a cualquier profesor o alguien así, mas nunca pensé encontrarme a mi compañera de habitación.

No evité sorprenderme y mis ojos se abrieron muchísimo gracias a eso. Definitivamente toparme con la chica que me dio una segunda razón para comenzar el día enojándome, era lo ultimo que se cruzaba por mi cabeza en estos momentos.

—Tienes que ir a la cafetería para desayunar. —Era la primera vez que escuchaba su voz fuera de una canción. Era algo grave, pero a la vez aguda. Ella continuaba con sus ojos serios e indiferentes, sin embargo con su dedo me señaló el resto del pasillo, donde no había ni una sola alma.

Rumania High SchoolWhere stories live. Discover now