Capítulo ocho☕

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Cinco Hargreeves.

El día hoy se me hizo muy largo.

Por otro lado, las cucarachas ya no sabían tan mal, eso o se arruinaron mis papilas gustativas.

Dolores dice que deje de intentar buscar ecuaciones, dice que es inútil, pero no le haré caso. Aún sabiendo que probablemente tenga razón y que piense que un maniquí la tenga, tal vez haga que me cuestione si sigo cuerdo.

Quizá me estoy hundiendo en la locura, quizá ya no quiera resistir más, quizá hoy, el día de mi cumpleaños, pasándolo sólo, solo con la compañía de Dolores, haga que ya no quiera resistir.

Pero no podía rendirme. Soy mejor que eso y me exigire a mí mismo cordura, aún estando hundido en la locura. Porque Cinco Hargreeves no es débil.

Necesitaba volver y aunque en este momento me sentía de la mierda, necesitaba con muchas más fuerzas irme de aquí.

—....

—Sí Dolores, si estoy bien... —repetí por quinta vez, ella estaba en la pequeña carreta roja, mientras yo iba camino a dónde estaba la Academia, o lo que quedaba de ella.

¿Por qué? Iba a ver a mis hermanos.

Ellos estaban enterrados ahí. No se con exactitud porque haré esta tontería, pero es mi primer maldito cumpleaños solo, sin oír como mis hermanos pelean por apagar las velas del pastel, sin oírlos quejarse de que el viejo era un desgraciado al no dejarlos salir, sin oírlos cantar esa horrenda canción que cada año cantan, sin ellos.

No quiero ser un maldito exagerado, pero este silencio, ya me estaba matando. Toda mi vida he oído ruido, gritos, tropezones, berrinches, todo. En ese momento deseaba tanto un poco de silencio.

Supongo que el silencio es reconfortante cuando sabes que las personas a tu alrededor están calladas, pero cuando el silencio se debe a que estás completa y obsolutamente sólo, la cosa cambia. El silencio comienza a asfixiarte poco a poco.

Eso me estaba pasando.

Desde que me desperté y no fui despertado con una sonrisa por Grace para avisarme que hoy era mi cumpleaños, había empezado a sentir un dolor en el pecho, y no creo que sea un infarto.

Podría identificarlo como angustia...

Luego de quince minutos, ya había llegado. Estaba frente a las "tumbas" improvisadas de mis hermanos.

Todo seguía igual, salvo por el cartón que había decidido usar como lápida, estaba desgastado he algo mucho maltratado.

Sonreí un poco

—Hola torpes.... —murmure, sentándome al lado de la que era la tumba de Klaus.

Algo que no había dicho antes era que cuando vi los cuerpos de mis hermanos, solo no pude hayar el de Ben y el de Vanya.

Lo cual me preocupo, pero ahora no era importante.

—Hoy cumplo catorce, ¿qué tal eso? —reí un poco—. ¿Saben? Aunque me cueste admitirlo, me gustaría pasarlo con ustedes y tal vez enterrar la cara de Klaus en el pastel como una venganza. —sonreí un poco.

¿Por qué venganza? Cuando cumplimos trece, Klaus mientras yo estaba distraído, me enterró la cara en el pastel, ese día no lo mate de milagro. Me acuerdo de que el estaba muy emocionado y feliz al ver mi cara cubierta de crema. Yo estaba furioso.

Le había jurado que me las pagaría, pero al final nunca pude hacerlo.

Lo haré, cuando vuelva Klaus no se salva de que le entierre la cara en un pastel.

𝖤𝗅 𝖣𝗂𝖺𝗋𝗂𝗈 𝖣𝖾 𝖫𝖺 𝖲𝖾ñ𝗈𝗋𝗂𝗍𝖺 𝖧𝖺𝗋𝗀𝗋𝖾𝖾𝗏𝖾𝗌 || 𝖢𝖧.Where stories live. Discover now