❧ 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃𝕴𝖁 ❧

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-Disculpe señor.—se dirigió hacia él con voz firme y autoritaria.

-¿Qué quiere?—entre abrió un poco los ojos. Lo justo que el alcohol le podía permitir.

-¿Podría decirme dónde encontrar a Emre Altuğ? Dicen que se aloja por estos terrenos.

-Es allí.—respondió entre balbuceos mientras señalaba una vieja casa.—El taller de herrería.

-¿Ejerce de herrero?—sonrió ladeadamente al ver que había dado con su víctima.

-Si, ¿y usted?—se llevó la botella de ron a la boca y le dio un buen trago haciendo que arrugara su rostro al notar el ardor bajar por su garganta. Se limpió los labios con la manga de su camisa y cuando quiso alzar la mirada, una niebla negra espesa estaba delante de sus ojos.—¿Señor?—se levantó a buscarlo sin resultado alguno. Serkan se había esfumado.

Una vez frente a la puerta del herrero, Serkan golpeó con el llamador y esperó a que saliera ante su llamado. Tuvo varios segundos para analizar el objeto que colgaba de la puerta. Una cabeza de león forjada de hierro era el centro de atención de esta. De su boca salía el tirador con el que golpeabas la madera y, en medio de esta, una pequeña placa con letras grabadas que decía "Altuğ". Serían los últimos minutos de aquel pequeño negocio, los últimos minutos de vida de Emre Altuğ.

La puerta se abrió completamente tras el chirriante ruido que hacía ante la falta de aceite, poniendo ante los ojos del Strigoi a su ansiada víctima. Miles de formas tortuosas de acabar con él pasaron ante sus ojos como destellos. Podía sentir el calor que emanaba su cuerpo, cada poro transpirar y cada gota de sangre recorriendo por sus venas. No había duda de que esta noche la iba disfrutar como nunca.

-Buenas noches, ¿qué se le ofrece?

-Buenas noches caballero. Me han dicho que es usted el mejor herrero de la aldea, ¿es así?—pasó por un lado de este y se adentró al taller.

-Si, es así. ¿Qué desea?—cerró la puerta y lo miró de manera extraña ya que había pasado sin permiso.

-Verá, vengo de muy lejos y quisiera que me aconsejara sobre sus espadas.—comenzó a observar a su alrededor con todo detalle. El crujir de la madera bajo sus pies rompía el silencio acogedor que había en el lugar.—La verdad, no tengo mucho conocimiento sobre ellas pero quise venir hasta aquí porque, a pesar de que no lo conozco, me han hablado muy bien de usted y de sus piezas maestras.

-Tengo varios tipos; de cobre, bronce, hierro y acero templado. La hoja puede ser de doble filo o uno solo, como usted lo prefiera.

-Creo que escogeré una de doble filo.—alzó una de las espadas apoyadas en la pared y deslizó con suavidad los dedos sobre la hoja. Bajo la túnica, se dibujó una maléfica sonrisa al imaginar como su sucia sangre comenzaría a correr sin control en unos minutos.

-Buena elección, señor. Personalmente yo uso una técnica con las espadas de doble filo para hacerlas aún más afiladas. Se dice por ahí que incluso pueden llegar a cortar huesos como el marfil.—sonrió orgulloso de su creación.

-Créeme que lo comprobaré.—murmuró inaudiblemente.

-Disculpe, ¿de dónde dijo que venía?

-No soy de ninguna zona en particular. Me muevo como el viento.—le clavó la mirada notando como Emre tensaba cada músculo de su cuerpo.—Si me disculpa, no he llegado hasta aquí para hablar de mi.

-Entonces, ¿se lleva esa espada?—señaló la que Serkan tenía en las manos.

-Claro.—caminó hacia el pequeño mostrador del taller.—Pero antes debo probar algo.

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⏰ Last updated: Aug 29, 2023 ⏰

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