Capítulo 9 - De lo que soy capaz

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A las cuatro y media, al salir de clase, Aiden se despidió de sus compañeros y fue a la habitación a cambiarse de ropa. Sabía que, para los entrenamientos no era estrictamente necesario llevar el uniforme de deporte, pero todavía le hacía ilusión llevar la ropa de la escuela, además de ser extremadamente cómodo. Como estaban en pleno invierno, se puso la cazadora por encima del chándal y se abrochó la cremallera.

Nada más salir al jardín, se sentó en un banco a esperar que llegaran el entrenador y el resto del equipo.

Como tenía algo de tiempo, decidió trabajar un poco la concentración y, después de buscar una piedra del tamaño de su puño a un par de metros de él, intentó hacerla levitar. Cerró los ojos, concentrándose al máximo, intentando canalizar su energía por debajo de la piedra. Notaba como su poder fluía por la punta de sus dedos, pero...no necesitaba mirar para saber que no estaba funcionando. Dejó escapar lentamente el aire, intentando relajarse, como siempre le decían los profesores. Giró el cuello hacia los lados, haciéndolo crujir, liberando la tensión. Contó hasta tres y lo volvió a intentar. Otra vez. Y otra vez más. Cuando ya llevaba al menos una veintena de intentos, notó una sensación extraña, en el centro del pecho. Entreabrió un ojo y comprobó que, efectivamente, la piedra flotaba a un par de centímetros del suelo. No pudo evitar que una sonrisa sincera le apareciese en el rostro. Estuvo jugando un poco con ella, elevándola, dejándola caer y volviéndola a elevar en el último instante, antes de que tocara el suelo. Una de las veces, perdió la concentración y la piedra salió rodando por la hierba hasta los pies de Rian, que lo miraba con hastío.

—Patético —dijo a modo de saludo.

Rian sacó una mano del bolsillo y, haciendo un movimiento con la muñeca, elevó sin ninguna complicación, la misma piedra con la que estuvo practicando Aiden hasta hacía un segundo. Después, con un rápido movimiento de su mano, la piedra salió disparada hacia Aiden, quien la esquivó en el último segundo.

—¿Qué problema tienes? —preguntó el implicado, enfadado. La había esquivado de pura casualidad.

—Está claro que el problema lo tienes tú —respondió Rian.

—Veo que el nuevo dúo ya está preparado para entrenar—dijo Loan desde un par de metros de distancia mientras se acercaba—. Dejadme que os presente.

—No hace falta —gruñó Rian como respuesta.

—¿Ya os habéis hecho amigos?

—No —respondieron los dos chicos a la vez.

—Estupendo, veo que el ambiente es el adecuado —comentó Loan al ver las miradas de hostilidad.

Apenas Loan había terminado de hablar, el resto de los miembros del Kettou llegó a la zona de entrenamiento. Aparte de Thiago, al cual Aiden ya conocía, había dos chicas y un chico más. Con él hacían seis, el equipo al completo.

—Aiden, déjame que te presente a tus compañeros—dijo Loan, señalando a los alumnos—. A Thiago lo voy a omitir porque ya lo conoces—bromeó el entrenador. Después, los fue señalando uno a uno mientras decía sus nombres.

Yuki era moreno, de estatura media. Tenía los ojos de color verde claros y parecía una persona agradable. Lo saludó con una amplia sonrisa en el rostro, levantando la mano al mismo tiempo. Estaba en tercer año y llevaba en el Kettou desde mitad del curso anterior. Había practicado deporte toda su vida, fortaleciendo su físico, haciendo que tuviera cierta ventaja en los combates cuerpo a cuerpo.

Stella era la compañera de Yuki y era alta, algo más que su compañero. Tenía el pelo negro, rizado, y le llegaba a la altura del hombro. Estaba en segundo y había entrado a la vez que Yuki al Kettou. Su mayor fortaleza era la defensa. Era capaz de crear unos escudos tan potentes que dejaba muy pocas opciones a sus rivales.

Victoria Colateralحيث تعيش القصص. اكتشف الآن