7: Secretos escritos

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~DANIEL~

Cuando saqué el diario, sentí una ola de adrenalina recorrer mi cuerpo como nunca antes. No comprendía nada de eso, pero sabía que era algo importante. Todo lo que sucedía, pasaba por algo. Lo sabía muy bien, y dependía de nosotros entender la razón por la que sucedían las cosas. La lluvia se vino más fuerte después de que Lucía dijera aquellas palabras. Me aferré a aquel diario como si mi vida dependiera de ello y me paré del suelo. Sentí como me dolían un poco las rodillas mientras me alzaba y el frío amenazar con traspasar mi ropa. Me podría quejar, pero no había tiempo.

Teníamos que regresar a la cabaña. ¿Por qué? No lo sabía. Solo sabía que teníamos que volver, y lo más pronto posible. Era como una corazonada. O una advertencia. Un rayo tronó en el cielo con fuerza, confirmando lo que pensaba y señalé el camino de regreso, queriendo explicarles que teníamos que irnos. Incluso se los grité, pero mi voz se convirtió en un susurro en el aire gracias a la lluvia. Por suerte Andrés pareció comprender lo que decía, así que jaló a Carlos y a Lucía de los brazos para que caminaran. Las extrañas marcas aún estaban en la piel de cada uno de nosotros, como tatuajes fosforescentes. Sería algo aire resolveríamos al volver. Los tres empezaron a caminar de regreso. Le dediqué una mirada a Lucía para que caminara antes de seguirlos también. Ella iba detrás mío.

- Tenemos que resolver esto. - le grité en un punto cuando me alcanzó. Asintió con la cabeza. Caminaba con dificultad, el aire nos arrastraba hacia atrás. Empujándonos, como si la noche nos estuviera jugando una mala broma. De por sí ya era bastante difícil continuar gracias a la tormenta, y aquel aire no hacía más que empeorarlo. No podía escuchar casi nada y el agua se estampaba contra mi rostro. Me llevé la mano al cabello mojado y lo hice para atrás. Miré a Andrés, que iba adelante, un poco mas atrás que Carlos y Elena. Él había dicho que viniéramos, que sería bueno para nosotros volver a reencontrarnos después de años. Le dije que preferiría que un trueno me cayera antes de volver a aquella cabaña. Nunca había sido demasiado extrovertido. Si bien era aventurero y el líder cuando éramos más pequeños, nunca me había encantado aquel lugar. Siempre lo había sentido ajeno, extraño. Y ahora estaba ahí después de años, en una nueva "aventura" con mis amigos de la niñez y mi esposo. Que raro era el destino. Mientras más huyes de un lugar, más vuelves a él.

Finalmente llegamos a la cabaña. Elena fue la primera en entrar, parecía casi como si el hecho de estar afuera lo aborreciera, lo cual era extraño, porque siempre que yo no estaba o me enfermaba, ella era la que pedía que se reunieran ahí. Siempre había creído que ella era mejor líder para aquel grupo que yo. Entramos jadeando, todo el cuerpo nos dolía. O al menos, así me sentía yo. Cerré la puerta y apreté la pequeña libreta que cargaba en mis manos. Miré a todos. Esperaban que dijera algo, así que tomé un poco de aire y le extendí el diario a Lucía que estaba a mi lado. Noté como Andrés se me acercó y recargó su mano en mi hombro. Parecía igual de cansado que el resto. El hecho de sentir su tacto me dió la fuerza para pensar con claridad.

- Estoy seguro de que esto no es normal. - decidí hablar después de un momento, mientras pensaba que decir. Mi vista recorrió a cada uno de los presentes. Carlos sostenía de la cintura a Elena, la cual temblaba un poco debajo de él, pero se esforzaba en ocultarlo lo más posible. Lucía, estaba a mi lado, hojeando el diario mientras me escuchaba con atención, y Andrés estaba recargado un poco en mí. - Y no sé si la ciencia pueda resolverlo. - dijo, dedicándole una mirada a Elena - Pero podemos intentar. Lo que sí sé, es que tenemos que resolverlo nosotros. Y no se me ocurre ninguna idea buena, así que usaremos todo lo que tenemos. ¿De acuerdo?

- ¿Qué se te ocurre? - interrogó Carlos, alzando la voz para ser escuchados por los cinco que estábamos ahí.

- Lucía, tú te vas a encargar de intentar descifrar lo que viene en el diario. Sabes más que cualquiera sobre mitos y leyendas. Carlos, hay material en uno de los sótanos. Herramientas. Intenta ver si lo qué hay arriba te puede ayudar para construir algo que nos ayude a ver los fenómenos naturales. Como de donde proviene toda esta lluvia y el ojo de la tormenta. Elena, tú vas a estar conmigo y con Andrés. Vamos a recolectar un poco de agua de esta lluvia y veremos si no es venenosa o dañina. E intentaremos descubrir que significan estos símbolos. - ordené. Todos parecían estar de acuerdo con lo que dije. - Será mejor que ninguno salga ahora mismo. No mientras esté la tormenta.

- ¿Por qué ni mejor nos vamos y fingimos que nada de esto sucedió? - opinó Andrés a mi lado. - No sabemos que es esta mierda.

- Sería demasiado peligroso salir con esta tormenta. Podría pasar algo, sin contar que nadie nos creería. - se adelantó a explicar Elena por mí. Le di la razón. No podíamos irnos, era la peor opción que teníamos. Todos estos eventos naturales no eran al azar. Sucedían por algo, y temía que a alguno le pasara algo por intentar irse en estas condiciones climáticas y naturales.

- Entonces, creo que no queda de otra. - dijo Carlos, en un tono algo irónico. Seguía sin soltar a Elena. Supongo que el tiempo podía pasar, pero los sentimientos no. Comprendía muy bien eso. Pasé mi mano por la cintura de Andrés un momento antes de que Carlos añadiera; - A trabajar.

La Naturaleza Observa [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora