El Oráculo de Delfos

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Después de asesinar a Pitón, Apolo se posesionó del oráculo que el monstruo guardaba en Delfos. En este santuario, la sacerdotisa de Apolo se llamó Pitia, honrando así la memoria del monstruo profético. La Pitia interpretaba la voluntad del dios y predecía el futuro. Pero el consultante, antes de recibir las palabras del oráculo, debía antes purificarse en la fuente de Castalia, cuyas aguas cantarinas estaban también inspiradas por Apolo.

Apolo tuvo que defender su oráculo de Heracles, el cual una vez que fue despreciado por la Pitia, se enojó tanto que quiso saquear el templo y fundar un oráculo en otro lugar. Apolo llegó en defensa de su oráculo y luchó contra Heracles; pero Zeus intervino en la disputa poniéndose entre sus dos hijos y puso paz.

Los dos principales rasgos del oráculo de Delfos eran el ónfalo y el trípode. El primero significa "punto central" y marcaba el punto medio de la superficie terrestre, que fue marcado por dos águilas (las aves de Zeus) y dos cisnes o cuervos (las aves de Apolo); estas aves fueron enviadas desde extremos opuestos de la tierra y se juntaron en aquel mismo sitio.

El ónfalo es el asiento del propio Apolo cuando reside en el oráculo. El trípode era el asiento de la misma profecía. En él se sentaba la Pitia o Pitonisa, la profetisa que daba los oráculos.

Estando su cuerpo levantado sobre el suelo, la sagrada influencia de Apolo, en forma de vapor que salía por la una hendedura del suelo, podía pasar por debajo y penetrar dentro de ella. La Pitonisa era originariamente una joven virgen, pero habiéndola violado un impío malvado, en lo sucesivo sólo mujeres ancianas desempeñaban estas funciones.

La primera Pitonisa célebre fue Sibila, nacida en la ciudad de Eritras, y posteriormente criada en la aldea de Marpeso, en el territorio de Troya. Sibila se granjeó el favor de Apolo, a cuyo servicio se hallaba grandemente consagrada, y él la inspiraba para que diese profecías infalibles, aunque algo enigmáticas. Después de su muerte, Sibila fue tomado como un nombre común, y surgió toda una serie de sibilas, quienes generalmente vivían en grutas o cerca de corrientes de agua. Además de la original del Helesponto (es decir, la de Marpeso), hubo la de Persia, la de Libia, la de Delfos (una hermana del mismo Apolo), la de Cimeria, la de Eritras (llamada Herófila), la de Samos (llamada Femónoe), la de Cumas (Deífoba o Amaltea, la autora de los famosos oráculos sibilinos de Roma), la de Frigia (otra vez la de Marpeso) y la de Tibur (llamada Albunea). Las profecías de las sibilas usualmente estaban escritas en versos hexámetros, en un lenguaje muy enigmático y oscuro, de suerte que si el sentido aparente de la profecía resultase falso, la sibila podía refugiarse siempre detrás de otra interpretación.

Se cuenta que el último oráculo de Apolo en Delfos fue pronunciado bajo el mandato del emperador Juliano el Apóstata, que intentó revigorizar el culto a los dioses antiguos en pleno siglo VI, ante el pujante cristianismo. Fue todo en vano, los dioses paganos ya estaban destinados a extinguirse. Y el último mensaje del oráculo dijo: "Dile al emperador que el labrado salón ha caído al suelo; Febo no tendrá por más tiempo su escudo ni su profético laurel, ni su fuente locuaz; el agua del discurso se ha secado".



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⏰ Última actualización: Jun 12, 2015 ⏰

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