Capituló 17

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Con sigilo, descendí cuidadosamente las escaleras, sorteando los obstáculos que los zombis muertos habían dejado a su paso

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Con sigilo, descendí cuidadosamente las escaleras, sorteando los obstáculos que los zombis muertos habían dejado a su paso. Algunos yacían atrapados entre los barrotes de la barandilla, mientras que otros tenían extremidades dispersas por el suelo. Mis movimientos debían ser precisos; no quería atraer la atención de ningún zombi cercano. Además, el tiempo apremiaba, el disco que me había guiado hasta aquí pronto llegaría a su fin.

Los lamentos y golpes resonaban en la distancia mientras continuaba mi descenso. Presumí que se trataba de un zombi, así que avancé con mayor cautela. Si lo era, debía escurrirme sin ser detectada.

Asomé la cabeza una vez llegué al lugar del tumulto, asegurándome de que no fuera una criatura infectada. Al principio, un suspiro de alivio escapó de mis labios al percatarme de que no era así, pero pronto la preocupación volvió a aflorar en mí. Su-hyeok, junto a uno de los matones de la escuela, Gwi-nam, estaban inmersos en una violenta pelea. O más bien, Gwi-nam golpeaba brutalmente a Su-hyeok, quien se hallaba indefenso en el suelo.

Sabía que intervenir suponía un riesgo. Gwi-nam era mucho más fuerte que yo, pero quedarme impasible no era una opción. Debía actuar.

Sin pensarlo dos veces, me lancé hacia ellos y rodeé mis brazos alrededor del cuello de Gwi-nam, aplicando una presión moderada en un intento por detenerlo brevemente, esperando darle a Su-hyeok la oportunidad de recuperarse. Pero de repente, un dolor punzante atravesó mi brazo izquierdo. Era inexplicable, pero rápidamente comprendí que Gwi-nam me estaba mordiendo, forzándome a soltarlo. Con un empujón violento, me hizo chocar contra la pared. ¿De dónde sacaba tanta fuerza aquel chico?

— Ha-na...

No esperaba escuchar mi nombre en ese lugar. La tensión aumentó cuando se acercó hacia mí. Antes de que estuviera demasiado cerca, reaccioné levantando mis pies y con todas mis fuerzas los empujé, golpeándolo. No estaba segura si mi acción había sido inteligente o simplemente estúpida, pero considerando su reacción, me inclinaba más por lo segundo. Lo había enfurecido.

Se aproximó rápidamente y me agarró del cabello con fuerza, haciéndome jadear de dolor.

— ¡Suéltala! —escuché una voz, seguida de un estruendo que me obligó a taparme los oídos—

Su-hyeok había logrado empujar a Gwi-nam, lanzándolo por la ventana.

Cuando Su-hyeok revisó mi herida, sentí un alivio temporal. Las marcas de los dientes de Gwi-nam estaban marcadas en mi piel, y la sangre fluía copiosamente. Estaba confundida por todo lo sucedido.

— Vámonos —Su-hyeok me ayudó con cuidado a levantarme, y juntos corrimos hacia el aula—

Al llegar, nos recibieron con alivio, cerrando la puerta rápidamente. Por fin, podía respirar.

Nam-ra se acercó y me abrazó con preocupación evidente en su rostro.

— ¿Estás bien? —me preguntó, empezando a revisarme—

La detuve rápidamente, no quería que viera la mordida, incluso si había sido de Gwi-nam. Temía que pudiera pensar que había sido infectada por un zombi.

— Tranquila, estoy bien.

Comenzamos a cerrar las cortinas para evitar que los zombis nos vieran.

— Hay un zombi ahí —escuché a Cheong-san, lo que me hizo tensarme involuntariamente—. Está justo debajo del piano, no podrá salir.

Lo miré por un momento antes de dirigirme a sentarme junto a Nam-ra, quien tomó mi mano y comenzó a jugar con ella.

— Estamos atrapados, ¿verdad? —preguntó Hyo-ryung—

— Sí, con los zombis afuera... —respondió Su-hyeok—

Un suspiro pesado llenó la habitación.

Debía haber una forma de salir de aquí y llegar a la azotea como habíamos planeado. Sería complicado, pero tenía que haber una solución.

Estaba cansada de huir constantemente, de vivir con el constante temor de que cualquier ruido atrajera a los zombis. Estaba agotada, ya no quería seguir escapando para sentirme segura. Si tan solo hubiera escuchado a mi madre y me hubiera quedado en casa o me hubiera ido a Seúl por unos días, no tendría que enfrentar todo esto.

— Ha-na... —volteé hacia Hyo-ryung, quien se había levantado de su asiento con expresión preocupada—. ¿Te mordieron?

Miré la mordida en mi brazo y luego a Hyo-ryung. Todos se levantaron con inquietud, y entendía su miedo. Si estuviera en su lugar, también estaría asustada.

Cheong-san tomó una barra de metal y comenzó a acercarse a mí, pero Su-hyeok se interpuso en su camino.

Estaba a punto de ser golpeada por la mordida. Mi mejor amigo estaba a punto de atacarme. Me tenía miedo.

— ¿No le dirás nada? —preguntó Su-hyeok exaltado, mirándome fijamente. No sabía qué decir—

— No fue un zombi. Gwi-nam la mordió —intervino Su-hyeok—

— ¿Cómo? —Cheong-san apartó la mirada de mí—

— Gwi-nam, el matón.

— ¿Yoon Gwi-nam? —Su-hyeok asintió—. ¿De verdad fue él? —volvió a mirarme—

— Es la verdad —confirmó Su-hyeok—
— A Gwi-nam también lo mordieron.
— ¿Qué estás diciendo? Eso no puede ser verdad.
— Vi cómo lo mordieron. Si te muerden, te conviertes en zombi. Si Gwi-nam la mordió...
— ¡No es cierto! —exclamó Su-hyeok, alarmando a los zombis—. Gwi-nam no era uno de ellos.

Hablé con él y me reconoció. Ha-na, lo vi.
— No hagas esto más difícil, Ha-na —Cheong-san me miró—. Tienes que irte, te convertirás.No sabía cómo reaccionar. Me quedé helada en la silla, observando cómo mi mejor amigo quería que me fuera.
— ¡Vete de aquí! —gritó, y estuvo a punto de acercarse, pero Su-hyeok y Dae-su lo detuvieron—
Comprendí lo que era sentir dolor, lo que era tener el corazón roto. Sentía un nudo en el pecho, los ojos humedecidos. Estaba a punto de llorar, pero no quería. Lo último que esperaba era esta reacción de Cheong-san si alguna vez fuera mordida.
Habíamos sido amigos desde el jardín de infantes. Él me había protegido del primer matón que conocí en el jardín, me sacó mi primer diente —no de la manera más amable—, había estado a mi lado en mis momentos más oscuros.
Había estado allí para mí, y yo para él. Y ahora, cuando más lo necesitaba, no lo tenía. Estaba en mi contra.
Me levanté de la silla y me dirigí hacia la salida sin decir una palabra.
Nam-ra volvió a tomar mi mano, pero esta vez la solté y seguí caminando. Estaba a punto de abrir la puerta cuando alguien agarró mis hombros y me hizo girar.
— No te convertirás, Ha-na —dijo Su-hyeok—
— Yo vi cómo mordieron a Gwi-nam. Peleé con él —agregó Cheong-san—
— Nosotros también. Por eso lo sé.
Su-hyeok, aún sosteniendo mi mano, se dirigió hacia las ventanas. Comenzó a abrir las persianas y una ventana.
— Si se convierte, yo mismo la tiraré por la ventana. Solo tenemos que esperar.
— No hagas esto, Su-hyeok —susurré desanimada—
— Cállate tú también.
Lo miré en silencio. No quería estar aquí, rodeada de personas que me temían. No me sentía cómoda.

Mal Momento - 𝐿𝑒𝑒 𝑆𝑢-ℎ𝑦𝑒𝑜𝑘जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें