—¿Por qué tan solo no esperó? —Suspiré— ¡No es tan difícil!

—Las personas son diferentes, Eve. —Harry sonrió suavemente— Así que sí.

—Estoy sorprendida de cómo alguien puede mentir. —Negué mi cabeza en incredulidad— Que cosa más cruel puede hacer un humano.

—Te sorprenderás. —Harry rió y cubrió su boca con su mano.

—¿Qué quieres decir? —pregunté.

—Algún día, verás lo malo en este mundo, Evelyn. Hay mucha mala sangre corriendo por el planeta —dijo Harry.

—No entiendo. —Fruncí el ceño.

—Diablos caminando —Harry simplificó.

—Oh —murmuré— Eso es tenebroso.

—Claro. —Asintió.

—Termino de comer cuando tu también —hablé— ¿Listo para ir?

—Sip. —Harry exhaló.

[...]

—¿Cuál es tu dirección? ¡Ya estamos en Cheshire! —Harry anunció en un tono aburrido. Sé que este había sido un viaje largo, así que podía comprender por qué Harry estaba cansado.

—¿Podemos comer primero? —pregunté— Son las seis de la tarde.

—¿Por qué no comer cuando llegas a tu casa? —Harry cuestionó, manejando en la misma dirección con un ritmo constante.

—No comemos después de las seis —murmuré, sonrojándome en vergüenza por las reglas de mis padres.

—¿No es ese el horario común de cenar? —Harry me preguntó, su ceño se frunció mientras el murmuraba aquellas palabras bajo su respiración como conductor imprudente.

—Mis padres no quieren que coma mas tarde de lo que debería —exclamé mientras cogía mi oso de felpa— Calorías extra, no dormirme a tiempo... Podría continuar, pero creo que lo captaste.

—¿Qué otras reglas tienen? —Harry cuestionó, encendiendo la luz para girar.

 —Hmm —murmuré— No salir con chicos, estar en casa a las cuatro de la tarde, no comer comida chatarra, no gastar dinero en mí misma. Si obtengo dinero, tengo que gastarlo en otros.

—¿Es por eso que querías comprar los libros en Washington pero tu tía no te dejó? —Harry preguntó.

—Parte de eso —susurré—. Tengo muchos libros como para contarlos. La mayoría están escondidos porque mis padres piensan que soy egoísta por comprarlos cuando podía ir a la biblioteca o algo así. Preservar papeles y árboles.

—¿Quieres ir a una tienda de libros? —Harry preguntó— Incluso pagaría por tus libros así tu padres no tendrían argumento para llamarte egoísta o arrogante.

—Ellos dirán que te molesté. —Reí con amargura al imaginarme la caótica escena en mi cabeza.

Jamás sentí los nervios y rabia que me estaban atacando. Jamás hablé con otras personas sobre mis padres y su basura de reglas; y afirmando en voz alta que me sienta menos y una tonta. Desearía tener más amigos para confiar en ellos y tener una base más estable.

—Bueno, no me estas fastidiando. —Harry se encogió de hombros y miró hacia mí, una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

—Gracias. —Me sonrojé— No necesito realmente libros, creo. Me refiero a que...—vacilé— Yo tengo un montón de libros.

Novice [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora