Nalgadas al niño revoltoso

250 34 5
                                    



El juicio de Rastha en su primera vida fue la señal de su declive después de empujarse a si misma en varios delitos, en su ignorancia y arrogancia de aquel entonces se sentía intocable con Glorym existiendo como la primogénita legítima de Sovieshu, no había amor luego de su espantosa boda.

Pero para ella eso estaba bien, aunque doliera no ser amada por su héroe denuevo, había consuelo en el hombre que la empujo a todo y nisiquiera a ese hombre le fue leal completamente, su error al enviarle un mercenario fue la roptura que la rompió un poco más.

Más cegada en la corona y los celos hacia ser derrocada como ella lo hizo con su antecesora causo sufrimiento en la gente a su alrededor, apesar de haber experimentado el dolor de los superiores el serlo la hizo satisfacer mucho, pero esa densa ceguera oscura que floreció se marchito cuando el ardor amargo del veneno se esparció en su último día.

Parece que era recurrente comparar las situaciones que pasaban las personas a su alrededor ahora con las propias, casi siempre terminando dándose cuenta que la posición era favorable siendo la espectadora.

Sonreía esa mañana sabiendo que  el juicio de Navier estaba muy cerca, pero también estaría en el palacio el rey Walton III para reclamar a su sangre, apesar del estado delicado en el que se encontraba había reaccionado por su honor manchado llevando su ejercito hasta las fronteras de ambos territorios solo para ser apaciguado para entablar una mesa de dialogo ya que era difícil incluso con su reciente muestra de hostilidad que tuviera más fuerza para empezar una guerra.

Sovieshu no se había despegado desde anoche de ella y eso la hacía extrañamente feliz, despertaron en los brazos del otro y Rastha le dedico de esas sonrisas y caricias que al emperador relajaban de toda la tensión del momento, había sido estresante esperar por horas el gran encuentro.

Rastha no lo dejaría solo con el rey.

-No puedes estar en la sala del trono Rastha.-Le respondería de forma predecible mientras se llevaba una tostada a la boca, comiendo el desayuno en la cama con Ian entre ambos, un momento para cuestionar como el mismísimo emperador del oriente perdía los modales para prestarse a cosas nada correctas con su amante.

Pero que le agradaba por el ambiente algo familiar con Ian entre ellos, no podía negar que había algo de incomodidad por saber que había aceptado en primer momento al niño por Rastha, no le gustaba recordar que antes de él tuvo una pareja con la que tuvo un hijo.

-Bah..- El babeaba con las encías la galleta en sus manos, tan asqueroso, pero Sovieshu le daba algunas sensaciones agradables verle aveces.

Alivio al menos que Ian sea una réplica de ella, no había una pizca del vizconde en el pequeño.

-Pero su majestad, no puedo dejarlo solo ahora ¡Debemos ser unidos! 

-No hay discusión en eso, estamos hablando de roces con un reino vecino y te necesito en la seguridad de esta habitación.

-Si estoy a tu lado estaré segura, además ¿Acaso no estará vacío el asiento de la emperatriz?-Su puchero seguido de un agarre insistente en su brazo no hicieron más que hacerlo suspirar.

Levemente sonrojado solo apartó su brazo, Rastha seguía en pocas ropas.

-Rastha, debes conoce tus límites.

-Usted es el emperador, es el poder personificado para este imperio.-Razonó acariciando su vientre, apenas abultandose un poco. -Llevo al que en algún momento guiará por sus mismos pasos... y quizás, quizás lo amo mucho como para fantasear que veré a este bebé crecer a su lado como su legítima esposa ¡Tengo que estar a su lado para ver eso!

El perfecto final para la villanaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant