Capítulo 1: ¿Coincidencia?

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-Muy bien, iré a echarle un ojo.- Acepté, algo frustrada.

Quizás, con todas esas coincidencias y señales pude haberlo notado. Sin embargo, no lo hice. ¿Por qué? No lo sé... Estaba demasiado conforme con la idea de que él había desaparecido de mi vida como para imaginarme que me lo encontraría. Tonta, Mérida... Tonta.

Todos tuvimos que marcharnos a nuestras respectivas clases, pero Flik y yo acordamos reunirnos más tarde para ir a ver al nuevo consejero. Mi clase de Física Avanzada con la Señora Roz avanzó tan lento como siempre, pero la idea del nuevo consejero me había despertado cierta curiosidad como para continuar pensando en eso todo el día y distraerme en las clases aburridas.

Cerca del almuerzo, Flik me informó que ya había pedido la cita y que nada más terminar las clases de esa tarde ambos iríamos a visitarlo. Estaba emocionada, a decir verdad, pero tampoco me moría de los nervios.

Luego de almorzar y de transcurrir otras cuatro clases, me ubiqué bajo nuestro árbol para esperar a Flik. Sin embargo, él no apareció por ningún lado. Esperé y esperé, pero él seguía sin aparecer. Estaba histérica, debido a que para las seis en punto teníamos programada nuestra cita y solo faltaban diez minutos. Justo cuando entraba en una psicosis, recibí un mensaje de mi amigo:

'Meri, surgió un problema con Atta. Ve con el consejero y luego me cuentas que tal. Lo siento :('

Oh, Flick, ninguna carita triste iba a salvarte de la paliza que te daría luego.

Decidida a cumplir mi cometido, caminé con capricho hasta el edificio en donde se desarrollaban clases de psicología y en donde también tenía su oficina el consejero universitario. Al llegar me encontré con otras dos personas, ambas mujeres, que esperaban fuera del lugar. Las observé algo extrañada, puesto que ambas retocaban su maquillaje y se miraban repetidas veces en su espejo de mano. Me sentía un ogro al lado de ellas. Tenía pintas de haber vagado por el Campus todo el día y que necesitaba ir a casa por una ducha; pero, ¿qué más daba? Solo era el jodido consejero.

-Mérida Dunbroch y Flik Vermine.- Anunció una voz femenina del otro lado de la puerta. Me paré con torpeza y la abrí, para encontrarme que la oficina de ese cabrón tenía hasta recibidor con su propia secretaria. No era una mujer muy agraciada físicamente, pero realmente amable. Me ofreció café, agua o té mientras tenía que sentarme a esperar AÚN MÁS ahí adentro. Acepté el café y, para pasar el rato, mantuve una plática animada con la mujer.

-El Doctor Hudson era todo un maestro, pero este joven ha despertado el interés de todos los alumnos por deshacerse de sus problemas. Nunca hemos tenido tantos estudiantes que desearan platicar con el consejero.- Dijo ella, con gran emoción.- Incluso ya le han ofrecido dar clases en el departamento de física por pedido de los alumnos. Y solo es su primer día...- Yo reí.

-Bueno, por lo que se hace de rogar, espero que sea realmente tan bueno como dice.- Bufé, chequeando que ya llevaba casi media hora de espera.

-Lo es...- Afirmó, mientras se acomodaba los lentes. Luego, miró a ambos lados para verificar que no hubiese nadie (Y no había nadie, por lo que fue estúpido) y se aproximó a mí apoyando sus manos en su escritorio.- Y, créeme, es realmente apuesto.- Me susurró, divertida.- Muy joven para ser tan inteligente. Nos ha dejado a todas las mujeres con la boca abierta.- Yo volví a reír con ganas.

-Wow, sabiendo eso, muero por verlo.- Comenté, algo sarcástica y rodando los ojos.

-Apuesto lo que quieras que te dejará sin habla.- Me desafió, volviendo a su lugar original.

-Los hombres no suelen causar ese efecto sobre mí.- Dije, sonriendo.- Digo, al menos no desde que conocí a mi ex. Él fue el único que me dejaba sin habla.- Confesé, algo melancólica. Antes de que la mujer pudiese responder, la puerta a nuestras espaldas se abrió y yo tuve que girarme para ver que ocurría. Saliendo de la oficina del consejero, estaba una chica ruborizada que le agradecía por su comprensión y tiempo.

Y allí, parado al otro lado de la habitación, estaba él. Apuesto, saludable, con una sonrisa de par en par... perfecto, como siempre lo había sido.

Sentía cómo la idea de volver a estar cerca de él, de verlo todos los días, de estar obligada a hablarle, de tener que soportar su tentadora presencia en la misma habitación; hacía que mi cuerpo quisiera ceder ante un desmayo. Sin embargo, había sido mucha mi lucha por superarlo y no iba a permitir que un intervalo como éste arruinara mi idea de ser una mujer independiente.

La chica se volteó, no sin antes brindarle una última mirada coqueta a Hiccup, y caminó alegre hasta la salida. Él no despegaba la vista de ella, hasta que efectivamente la chica pasó a nuestro lado y sus ojos se fijaron en los míos.

No quería imaginar que cara cargaba, pero por mi frente fruncida y mis puños apretados seguramente lo observaba con desagrado.

-¿Mérida?- Preguntó, sonriendo levemente. Fue suficiente para convencerme de que aún no podía hacer aquello.

Me levanté repentinamente y salí de allí a toda prisa.

No podía creer que Hiccup estaba en mi Universidad. ¿Por qué? ¿Por qué siempre tenía tanta mala suerte?

No sabía cómo procedería o qué haría a continuación; lo único de lo que estaba realmente segura, es que Flik se tragaría unos cuentos de mis puños por haberme dejado sola en esa situación tan espantosa.

[Mericcup] Remind Me How To LoveWhere stories live. Discover now