CAPITULO 2

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VERÓNICA

Problemas y más problemas, me fueron rodeando como una manada de lobos, esperando el momento justo para atacar y acabar conmigo. Lo sé y entiendo completamente que, con la acción que tomé hoy, he colocado yo misma un blanco en mi espalda.

The Rose no es solo un hermoso pueblo, detrás de esa fachada bonita que le vende al resto del mundo, existen muchas injusticias.

Hoy no solo desaté mi ira en contra de mis compañeros en el orfanato, no, mi ira iba más allá, estaba dispuesta a derribar cualquier barrera física o espiritual con tal de cumplir mi cometido.

Para lograrlo, debía comenzar desde ahora, entrenar cada día para ser mejor que cualquiera en este pueblo.
Nunca llegué a imaginar que este día me abriría tanto los ojos.

—Cuando termines de limpiar el establo, me dices, luego te asignaré tu próxima tarea—dijo el Señor Aiden, el conserje del lugar, un señor de unos cincuenta y tantos años de edad.

—Esto es tan estúpido—murmuré entre dientes, mientras me detengo un instante y coloco la pala reposando junto a mí—, no quiero hacer nada de esto…

—Al menos no te enviaron de nuevo al hueco—me recuerda—, debiste habértelo pensado mejor antes de pegarle al joven Daemon con esa bandeja, para luego no terminar arrepintiéndote.

— ¿Arrepentirme?—me río de forma arrogante— Si tuviera otra oportunidad de hacerlo, lo haría.

—Interesante—fue lo único que dijo antes de dejarme sola en el sucio establo.

Hoy por fin supero uno de mis miedos y por fin le doy de su propia medicina a uno de los idiotas que me molestan ¿y cómo me recompensa la vida?
Haciéndome limpiar mierda.

Genial.

Transcurrieron dos horas y por fin podía decir que ya estaba lista.

— ¿Dónde estará ese viejo?—me pregunto mientras camino por los alrededores de los establos buscándolo.

No lo encontré.

Suspiro frustrada y comienzo a emprender mi camino a otras direcciones del orfanato.

Camino directo a una vieja fuente del orfanato, la cual, todavía conserva muy bien su antigua estructura. Pequeñas esculturas de rosas adornan los alrededores de la fuente, el sonido del agua cayendo enmudecía las voces en mi mente, los recuerdos, en fin, todo. Solamente aquel sonido es capaz de producirme tanta paz.

Cierro los ojos un momento, concentrándome en el sonido del agua cayendo y en uno que otro de la naturaleza a mi alrededor.

Me sorprendo al escuchar una voz detrás de mí.

—Creo que de ahora en adelante aplicaré esa técnica, nada puede ser tan liberador como propinarle un buen golpe en la cara a un idiota con una bandeja. Interesante, amiga, cada vez vamos evolucionando más utilizando los implementos de cocina como arma—soltó eso último en un tono un poco burlón.

Me giro y niego con una sonrisa en mi rostro.

—Tonto.

—Me molesta verte de esta forma pero, me enorgulleces mucho por como actuaste, Vero.

—Te lo agradezco.

Ethan inspecciona el lugar con su mirada, tal vez buscando algo.

— ¿Qué sucede?—le pregunto.

—Me he escapado, se supone que no debería estar aquí—confiesa, luego comienza a buscar algo en una bolsa marrón que no había notado que llevaba.

WatermaWhere stories live. Discover now