Capítulo Cuatro- Rapunzel

398 44 9
                                    

Holis,
Bue, perdón por tardar tantiiisimo en escribir, pero todo tiene una explicación. Veréis...
'Este finde hemos ido toda -o casi toda mi clase, junto con otro curso- a un viaje a Madrid como fin de curso. EEEEEEEEEH FIESTA, pensaréis, pero nop, porque la visita incluía asistir al Parque de Atracciones de Madrid y yo nunca en la vida había ido a un parque de atracciones en toda regla.
Fui muy inexperta:
-Ignorando las montañas rusas y la coza-eza-que-zubía-muy-alto-y-dezpuez-bajaba-en-caida-libre me monté a las más fuertes maquinitas del Señor :)
-Me subí a la misma maquinita del Señor cuatro veces.
-Cuanta más gente había más alto y más fuerte giraba.
-Me bebí un granizado y me subí a otra.
-La otra era igual.
Y al final de ese magnífico día, Daniela murió :)'
Neh, sigo viva y con secuelas xD

PD: Aún me tiemblan las piernas D:

PD2: Nunca suban al Péndulo cuando hay mucha gente D: Aunque mola muchísimo :P

PD3: Ya les dejo la historia :3

Eugene no conocía a Hiccup de vista (es más, ninguno lo reconoció a la primera, estaba muy cambiado, aunque en el fondo siguiera siendo el mismo Hipo Corazón-de-Oro), así que cuando éste gruñó su identidad con la boca llena de pasto, saltó de su espalda con una permanente expresión de 'madre, he metido la pata hasta el fondo'.
Rapunzel bajó desde la trampilla de la caravana para abrazar a Hipo y hacerlo caer otra vez al suelo. ¡Estaba tan feliz! Es verdad que no lo conocía de tanto como Merida, pero si su mejor amiga le tenía tanto aprecio, ella también.
Jack se aproximó para unirse al abrazo; y Merida no tardó mucho más. Los cuatro compartían el aire entre risas nerviosas y alguna que otra lagrimilla (enjugada rápidamente).
Se separaron, aunque todavía mantenían sus brazos entrelazados sobre los hombros, y Rapunzel observó emocionada como Merida e Hiccup intercambiaban una mirada preñada de significado.
-Hummm- dijo alguien de pronto, haciéndolos a todos girar:- Después de éste conmovedor reencuentro, y de aclarar que ninguno somos los malos, ¿nos soltáis?
-Cla-claro, papá- respondió Hiccup con la voz inestable, acompañado de una risita:- Pero Jack solo puede hacer hielo, no derretirlo.
-No pasa nada, ahora sale el sol y saldréis enseguida.- sonrió Jack con un guiño de ojo malicioso.
Rapunzel meneó la cabeza, se levantó y se abrazó al primer bloque de hielo que encontró.
-¿Muchachita?- comentó el vikingo:- ¿Qué haces, mujer?
-Daros calor. Para que se derrita.
-Anda, Punz, no seas tonta- Merida la tomó suavemente del brazo:- no les va a pasar nada.- luego, dirigiéndose a los vikingos, proclamó:- Nosotros daremos un paseo hasta la Torre, si nos necesitáis, estamos allí.
Así dejaron a los hombres con Eugene, por si acaso, para tener un momento de 'intimidad' entre amigos.

Rapunzel y Merida saltaban de roca en roca por los caminos del bosque mientras charlaban con los chicos. Tendrían que haber llegado a la Torre hacía rato, pero hacía un día tan magnífico... Soleado, pero con brisa fresca; un día primaveral en toda regla.
Las sombras de los árboles daban el toque encantado al paisaje, y los trinos de los pájaros ejercían como música de fondo, mezclándose con las risas de los chicos.
Pero a Rapunzel algo no dejaba de molestarla.
Oh, vamos, preciosa.
Otra vez aquella voz aterradora y profunda.
No me digas que no los ves como potenciales enemigos...
¡No! ¡Ellos son mis amigos! Acéptalo de una vez.
¿Ah... sí?
Sí, Aurak.
La voz le dedicó tal carcajada, que Rapunzel tuvo que colocarse disimuladamente las manos en los oídos. Aunque no hubo alivio. Aquella cosa estaba en ella, en sus entrañas, en su mente, incluso manchando sus recuerdos como con gotas de tinta oscura, emborronando su ingenua manera de ver las cosas. Para una mente lineal y sincera como la de Rapunzel, guardar aquel secreto no estaba resultando nada fácil.
Mas, ¿qué podría decir? 'No, chicos, tranquilos, no es una jaqueca. Es un monstruo en mi cabeza que no deja de repetirme que os lleve hasta él o todos los anteriores efectos de mi cabello desaparecerán, matando a mi prometido.' De locos.
¿Por qué estás tan segura de que soy Aurak, preciosa?
Porque encontramos el pergamino. Rapunzel tenía el ceño fruncido y la mirada dirigida a otra parte, para que sus risueños amigos no notaran nada. Apretó los puños. Lo sabemos todo.
No, querida niña. La voz volvió a reír. Yo no soy Aurak. Él no sabe que vosotros estáis al tanto ni que habéis leído el pergamino. Os lo he dado yo. Tómalo como un seguro.
Rapunzel estaba perpleja.
¿Qué? ¿Por qué?
Bueno, piensa un poco, preciosa... Yo ya sé los planes que Aurak tiene para mí. La voz se tornó amarga. Él aún actúa normal... Pero en cuánto os tenga, en cuánto deje de servirle, me matará. Y yo no quiero eso, añadió, con un tono acaramelado. Si haces lo que te digo tendré más posibilidades de sobrevivir.
¿Por qué me cuentas todo esto?
Porque, si ves que incumplo alguna parte del trato, podrías perfectamente comunicarle mi traición a Aurak.
Rapunzel estaba en shock. Nada tenía el más mínimo sentido.
¿Y no crees que podría decírselo ahora mismo?
La voz rió.
Ay, niña inocente... Si se lo contaras, ¿qué pruebas tendrías? Tus amiguitos siguen vivos, tu prometido sano, todo va perfectamente. Creo que aún sigue confiando más en mí... Otra vez esa risa estridente. ¡Por favor, que deje de reírse! Y al informarle caerías directamente en sus garras, preciosa.
-Entiendo...- murmuró Rapunzel, cabizbaja, con las lágrimas a punto de salir.
-¿Ocurre algo, Punz?- Merida chasqueó los dedos enfrente de sus ojos.
-N-no.- ¡Sí, sí ocurre algo! Ay, Merida, cómo quisiera que pudieses ayudarme. Seguramente tú sabrías cómo salir de esto. Pero es algo que debo solucionar sola...
-Bueno- Merida se encogió de hombros:- Pero si te pasa algo malo, cuéntanoslo, somos tus amigos. Puedes contar con nosotros, ¿vale?
-Vale- respondió Rapunzel en un hilo de voz. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas:- ¡Chicos!- gritó. Todos giraron hacia ella sorprendidos.
-¡Hay algo que tengo que contaros!
Oh, eso no, preciosa. Dijo la voz.

Y de pronto, con un ruido ensordecedor una grieta en la tierra los separó.

Brave StoriesWhere stories live. Discover now