Capítulo 13|La invitación.

97 13 50
                                    

Capítulo 13|La invitación.

TERESA

—...No olviden darle a la campanita para suscribirse y dejar sus opiniones en los comentarios. ¡Nos vemos hasta el próximo vídeo!

Término de grabar sintiéndome como una Youtuber super famosa, aunque en realidad no lo soy. Sin embargo, se siente satisfactorio estar frente a la cámara, aunque sea un ratito.

Guardo el vídeo para editar más tarde, en este momento ya debería ponerme en marcha y verme con Oliver para su entrevista. Luego del almuerzo, estuve mensajeando con él sobre los detalles que le gustaría que aparecieran en su panorama, pero no llegamos a nada ante su simpleza y sus respuestas más secas que un limón: «cómo te parezca», «ok», «si tu lo dices».

Por Tritón, que chico más difícil y pensar que ya habíamos progresado en nuestra comunicación.

—Ya me voy, ¡regreso en un rato! —le aviso a la abuela que está haciendo ejercicio frente a la televisión.

—Ya te escuché, cariño. Soy vieja, pero no sorda.

—Perdón.

Aplano los labios reprimiendo una risa, salgo de la casa cargando la cámara echándome la correa al hombro. Hago caso omiso cuando llego a la organización, en cuanto pongo un pie en los terrenos, me dirijo hacia la sección donde Oliver me pidió que nos veamos.

En esta ocasión estaré haciendo la entrevista por mi parte, mientras que mis compañeros prefieren enfocarse en otra área para complementar el documental. Sinceramente es un enorme favor para mí, de ese modo puedo ir a mi ritmo sin presión.

Ya luego habrá tiempo para preocuparse cuando tengamos que unir todo y termine como un Frankenstein.

Dejo escapar un suspiro cuando cruzo la caseta de vigilancia donde el guardia me pide que le muestre mi identificación, me la dieron hace poco teniendo en cuenta que estaré por aquí en varias ocasiones, al terminar el registro acelero el paso donde tengo que rodear el edificio hacia un área donde comienza a desprender un olor a pescado.

Podría decir que es desagradable, pero mi sentido del olfato está tan acostumbrado que no le tomo importancia. Ventajas de haber trabajado en un restaurante de mariscos. He sacado varias fotos en lo que llevo caminando hacia el punto de encuentro, enfoco la lente hacia mi objetivo que son los botes atados en el puente y realizo unos ajustes antes de presionar el botón, cuando estoy a punto de hacerlo, un rostro reconocido interfiere en el paisaje causando que mi momento de inspiración desaparezca.

—Ya era tiempo de que llegaras —le echa un vistazo al reloj que lleva en su muñeca —, dos minutos tarde.

—Oh, por favor. He llegado puntual.

—Sígueme.

Abre una de las puertas donde supongo que salió y le sigo sin rechistar.

—¿A dónde vamos?

—Ya lo verás, cuidado donde pisas.

—¿Veremos peces? Porque el olor es más fuerte.

—Algo así —le veo de soslayo sonreír. Por alguna razón me tranquiliza —. ¿Alguna vez has visto pingüinos?

—En documentales, ¿por qué?

—Puede que sea tu día con suerte, sirenita.

Y dale con ese sobrenombre. El pasillo que recorremos es largo y con varias puertas. Entramos a una amplia habitación que dice «casilleros».

Oliver se adelanta y saca de un casillero lo que parece un uniforme y regresa hacia donde estoy entendiéndolo.

—Esto es tuyo.

Un lugar en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora