𝑰𝑿. 𝘓𝘖𝘚 𝘈𝘔𝘈𝘕𝘛𝘌𝘚

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⚠️Contenido explícito (sexual).

Una nueva luna se alzaba en lo más alto del cielo nocturno cuando Peter recibió la visita del conde O'Hara en su habitación, con la ventana entre abierta por donde se filtró un viento helado entrelazado con luz de luna

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Una nueva luna se alzaba en lo más alto del cielo nocturno cuando Peter recibió la visita del conde O'Hara en su habitación, con la ventana entre abierta por donde se filtró un viento helado entrelazado con luz de luna.

Cuando Miguel entró a la habitación, Peter estaba leyendo sobre la orilla de la cama, y sin haberlo esperado ahí, Peter llevaba tan solo una bata de dormir puesta que exponía la piel de su pecho. Miguel se detuvo en seco al ver a Peter, sumergido en su lectura y sin notar su presencia hasta que lo escuchó hablarle.

──... Estaba buscándote── dijo Miguel en un murmullo, su voz ronca y cargada de anhelo mientras se acercó lentamente a la cama. Se dejó caer suavemente sobre la orilla de la cama junto a Peter, sus ojos fijos en el libro que sostenía en las manos, sonriendo de lado al ver las páginas casi tan viejas como él ──¿Te quedaste atrapado en la Bienaventurada?

──Leo tres páginas al día con el miedo constante a terminarla── respondió Peter sin levantar la vista del libro.

──Mmmh, eso veo── los dedos de Miguel pasaron a deslizarse por el brazo de Peter, dejando un rastro de electricidad, buscando encontrarse con su mirada sin éxito ──Puedes dejar esas tres páginas para mañana, no irán a ninguna parte.

Peter se quedó quieto, intentando concentrarse en su lectura a pesar de tener a Miguel inclinado sobre él, respirando sobre su hombro. Y pudo asegurar haber sentido su alma dejar su cuerpo cuando sintió los labios de Miguel besarle el cuello, succionando tan fuerte que probablemente le dejaría marcas al día siguiente.

──...Miguel, espera...── susurró Peter, conteniendo la respiración.

Después de tres meses, Peter había perdido las esperanzas de recuperar sus recuerdos. Y a pesar de lo agobiante que eso pudo haber resultado ser en un principio, Peter sintió que si alguna vez perteneció en el mundo exterior, eso fue en una vida en la cual, no era él mismo.

Peter era feliz, feliz como probablemente nadie lo era. De día, pasaba el tiempo con Rio en la cocina, con los niños explorando los alrededores del castillo, y a veces con Jeff en los establos. Las tardes eran solo suyas para hacer lo que sea que lo haga feliz. De noche, antes de dormir profundamente, se sentía bendecido por la compañía del conde O'Hara, quien había probado ser tan buen amante como anfitrión.

Peter había notado tiempo atrás, Miguel era un hombre extraño. Jamás lo había visto en otra ocasión que no fuesen sus encuentros taciturnos, y fuera de él, solo lo había visto hablar con Gwen en un par de ocasiones antes de que la chiquilla se fuera a dormir. Esa era otra cuestión, pues Peter comenzaba a creer que Miguel no dormía en lo absoluto, al menos no de noche. Pero a pesar de sus rarezas y aura enigmática, Peter lo adoraba. Incluso si a veces le temía no a él, sino a lo desconocido.

𝑼𝒏𝒅𝒚𝒊𝒏𝒈 | SpiderdadsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora