𝐈𝐍𝐒𝐈𝐃𝐈𝐎𝐔𝐒 ▬▬ 𝗗𝗮𝗹𝘁𝗼𝗻 𝗟𝗮𝗺𝗯𝗲𝗿𝘁

11. La preocupación de Josh Lambert

𝐃𝐀𝐋𝐓𝐎𝐍 𝐂𝐄𝐑𝐑𝐎́ 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐍𝐓𝐀𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄 𝐒𝐔 𝐌𝐎́𝐕𝐈𝐋 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐌𝐄𝐃𝐈𝐀𝐓𝐎 al descubrir que la persona que le había llamado y le había dejado un audio era verdaderamente su padre.

Josh Lambert.

—¿Por qué te comportas así con él? —le pregunté inconscientemente tras ver su acción—. Parece un buen hombre y desde luego, se preocupa por ti.

—No lo hace —dijo de pronto sin aparentar remordimientos en su voz—. Quizá pienses que soy un egoísta al tratarlo así pero tú no lo entiendes. Él desapareció y desde que lo hizo, mi madre ha sido siempre la que ha tenido que lidiar con todos los problemas. Y conmigo, con mi hermano, con mi hermana. Con todos.

—Dalton —Mis manos se apretaron con más fuerza en las suyas, sus ojos se abrieron de par en par mientras me miraba. Parecía a punto de decir algo más pero de nuevo, no lo hizo. Yo sabía que él no necesitaba consuelo. No quería sentir lástima—. Puede que tu padre se haya distanciado porque se siente perdido. Puede que... incluso tenga miedo de que vuelva a suceder. Ya sabes el qué. Puede que él lo recuerde y... sienta pavor de que haya una mera posibilidad de revivir esa pesadilla. Aunque estoy segura, que en el tiempo en el que no recuerdas nada, fue un padre con muestras de cariño, tal y como es ahora, seguro. Pero tú no lo ves porque te ciegas al presente.

Me apartó las manos de inmediato.

—Y aún así, eso no le da derecho a distanciarse —suspiró, exasperado. Respiro hondo y clavó sus ojos en el cuadro. En el retrato de la puerta—. No le da derecho a dejarnos solos. A dejar a mi madre sola. Y a mis hermanos. Ellos no tienen la culpa. Éramos una familia. Y la familia se mantiene unida.

—¿Sabes si tu padre también padecía tu...? —hice una pausa, meditando mi pregunta, casi le digo que lo que él poseía era una enfermedad pero realmente no estaba muy segura de ello—. ¿Tu... don?

—No. Nunca me hablaron de ello —me explicó Dalton, su vista seguía clavada en el retrato—. Mi hermano Foster siempre nos decía que recordaba cosas raras pero mi madre se limitaba a decirle que solo eran pesadillas sufridas durante la niñez.

—¿Qué cosas?

—No lo sé —me respondió con el ceño fruncido. Dio varios pasos con la misma incertidumbre y agarró el teléfono entre sus manos, deseosas y al mismo tiempo, asustadas por pintar recuerdos olvidados—. Y no sé si quiero saberlo.

—Escucha la llamada perdida de tu padre, por favor, todos merecemos segundas oportunidades y más cuando no sabemos el verdadero motivo de su distancia con vosotros —musité al mismo tiempo que me dirigía a la puerta para dejarle mayor privacidad pero él me agarró con delicadeza la muñeca y me hizo girarme hacia su posición.

—Lo haré pero... quédate —dijo, con la voz algo entrecortada—. Por favor.

Le sonreí y me senté en una de las dos sillas que estaban al lado de la mesa. Él hizo lo mismo y nos sentamos juntos mientras observábamos el retrato.

Definitivamente, me di cuenta que la puerta no estaba hecha con pintura roja, era sangre, no me cabía duda de ello pero no le pregunté al respecto.

Dalton suspiró y apretó el botón para dar comienzo al audio de la llamada perdida en manos libres.

La misma llamada que tanto temía.

La misma que tanto anhelaba aunque no lo quisiera admitir.

«Hola, te llamo de nuevo. Fui al doctor, ¿sabes? Todo... todo está bien. Bueno, no tan bien pero no te preocupes. Lo estoy resolviendo. Entonces, llámame cuando puedas, por favor. Bueno, ya me...».

Fue a quitar el audio pero lo detuve.

«Perdón, Dalton, por lo que dije el otro día. Bueno..., adiós».

—¿Qué... te dijo? —pregunté pero Dalton apagó el móvil en cuanto tuvo la mínima oportunidad y lo dejó a un lado. Luego, suspiró resentido y me dirigió la mirada.

—Nada importante.

—Ahora deberías de hablar con tu hermano —contesté, con rapidez, ignorando su mensaje monótono y carente de información—. Para saber cómo podemos solucionar lo que te está ocurriendo, debemos indagar en su origen. Tu hermano recordaba cosas. Puede que obtengamos la respuesta o una parte de esta a través de sus recuerdos.

—Tú misma lo has dicho —replicó, con cierta inseguridad—. «Recordaba cosas». Puede que ya no lo haga.

Puse los ojos en blanco.

—O puede que sí. —Dalton me miró pusilánime—. ¡Oh, vamos, Lambert! No pierdes nada. No seas tan pesimista.

Este, tras meditarlo por unos segundos, cogió el móvil de nuevo y marcó el teléfono de su hermano con cierta desgana.

Sin ganas pero lo hizo y eso era lo que importaba.

Cuando oímos saludar a Foster. Dalton volvió a poner el sonido en manos libres para que se escuchara mejor.

Sé que le importaba su padre. Sé que le importaba la familia. Sé que le importaba todo esto.

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