𝐈𝐍𝐒𝐈𝐃𝐈𝐎𝐔𝐒 ▬▬ 𝗗𝗮𝗹𝘁𝗼𝗻 𝗟𝗮𝗺𝗯𝗲𝗿𝘁

02. Last night i 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵𝗲𝗱 𝗺𝘆𝘀𝗲𝗹𝗳 sleep, then I 𝗳𝗹𝗲𝘄 𝗮𝘄𝗮𝘆

𝐄𝐒𝐀 𝐌𝐀𝐍̃𝐀𝐍𝐀 𝐍𝐎𝐒 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐒𝐔𝐒 TRASTOS—como le gustaba decir Dalton refiriéndose a los materiales que había traído de una manera afectuosa— y luego tuve una batalla casi interminable en el pequeño armario haciendo hueco entre todos mis vestidos para que él pudiera meter su ropa también.

—No te preocupes por eso. Ya yo busco otro lugar para lo mío —interrumpió él al verme resoplar por el esfuerzo cada vez que colocaba un traje apretujado y se caía el que reposaba al lado. Lo había ordenado todo, sin embargo, no me di cuenta que había un espacio mínimo para la vestimenta de Dalton.

Soy increíblemente buena para hacer amigos.

—No, tranquilo, ya está casi todo listo.

Mentira.

Al cabo de un rato de maldiciones internas y mi cara más roja que un tomate por el bochorno que pasé y el esfuerzo que supuso hacer espacio, me ayudó y pudo meter sus ropajes que consistían en pantalones vaqueros, camisas sin mangas y unas  cuantas gorras. El pobre apenas había traído nada y luego estaba yo que parecía la Barbie en persona.

𝐌𝐀́𝐒 𝐓𝐀𝐑𝐃𝐄, le ayudé a colocar las acuarelas, marcos y pinceles en la mesita de estudio que reposaba junto a mi cama. Cuando él terminó de ordenarlo todo y depositó su maleta al lado para tenerla preparada para las clases del día siguiente me llamó la atención un dibujo que estaba en el interior de la caja oculto bajo una paleta de colores. Era una ilustración de una criatura roja siniestra y con las extremidades superiores muy alargadas, parecía un hombre de fuego. Y debajo de él había una frase con una letra muy característica de un niño pequeño que decía:

Last night i 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵𝗲𝗱 𝗺𝘆𝘀𝗲𝗹𝗳 sleep, then I 𝗳𝗹𝗲𝘄 𝗮𝘄𝗮𝘆

Anoche me vi dormir y salí volando.

Justo el mismo dibujo con el que había soñado la noche anterior. Se me formó un nudo en el estómago debido a la confusión y... el miedo.

—Danton... —susurré, mirando el dibujo. Una ilustración precisa, delicada pero también con diferentes manchas de tinta como si el autor la hubiera hecho temblando o con la mente recién salida de una pesadilla.

—¿Sí? —preguntó él con el ceño fruncido mientras se dirigía a mí—: ¿Ocurre algo?

—¿Esto... lo hiciste tú de pequeño? —le pregunté entregándole el dibujo aunque ya sabía la respuesta. Cuando lo observó pude ver cómo palideció por completo. Se quedó pálido. Asustado. Recordando algo que no quería recordar. Que quería olvidar, lo sentí en el peso de su mirada, en el dolor de sus facciones. Me sentí mal al enseñarselo pero fue por pura inercia, no sabía que se lo iba a tomar así, pensé que sería un mal recuerdo pero nada más que eso.

Aunque no me gustaba el dibujo...

¿Debería de decirle que soñé con esa ilustración?

Quizás eran las propias expresiones de la caricatura que daban tanto pavor.

Tardó en responder pero cuando por fin lo hizo sentí que hacía todo su esfuerzo para no hacer temblar su voz.

—Esto no sé qué hace aquí... en ningún momento lo puse —se interrumpió cogiendo la ilustración y arrugándolo hasta hacerlo una pequeña bola de papel—. No debería de estar ahora...

Fruncí el ceño. ¿Si no lo puso él, quién lo hizo?

—A lo mejor lo pusieron tus padres o... ¿tus hermanos? ¿Tienes hermanos?

—Sí, pero no fueron ellos, es  imposible porque este dibujo lo hice desaparecer hace mucho tiempo.

Fruncí el ceño aún más todavía.

—Quizás...

—Sherlyn —me miró a los ojos, no había ni un ápice de que estuviera de broma en su mirada, todo lo contrario. Volví a notar ese cansancio en su rostro pero ahora acompañado de una frustración temprana, como cuando sabes que vas a avanzar pero lo haces a oscuras y no tienes ni idea de qué te vas a encontrar—: este dibujo lo quemé hace ocho años. El mismo. Es imposible que esté de nuevo y solo mis padres sabían lo que me causaba pesadillas...

Mejor no decirle nada de lo mío...

Se detuvo. Quería seguir hablando pero no lo hizo por alguna razón. No tenía la suficiente confianza conmigo para hablar de algo íntimo pero también detecte miedo. El ansía por abandonar una pesadilla.

—La vela gotea y se va consumiendo lentamente pero no se apaga —murmuró sentándose en su cama, tiró la bola de papel desde la lejanía insertándose de lleno en la basura de debajo del escritorio—.  Jamás habrá descanso y estoy cansado ya de esto. —Su voz se convirtió en un susurro apenas audible. El dibujo lo había destrozado, debí haberlo escondido pero, ¿yo qué sabía? Ojalá volver al pasado y arreglar las cosas, lo único que me quedaba era reconfortarlo aunque no entendía ese comportamiento, era como si ese dibujo le hubiera consumido toda su energía. Lo descubrí cuando colocó sus codos sobre sus rodillas y se tapó la cara con sus manos, estaban temblando.

Me acerqué a él cuidando mis palabras.

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