Capitulo 6

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¡Amy! Es lo primero que se me vino a la cabeza, no lo podía creer, pero dice "Estamos Vivos" entonces debe haber alguien con ella, ¿y si también está viva Mili o Sophie o Mati? No sabía qué hacer, ya eran como las 12:00 yo quería salir a buscarlos pero Magui me lo impidió, y me mando a dormir.

Esa noche dormí muy incómodo, no dejaba de pensar que había otros vivos y que podían ser mis amigos. Pensaba, como sobrevivieron esos días, yo porque tengo a Magui que ya es adulta y me ayuda en todo, pero ellos están solos, ¿Qué comen? Debe haber miles de animales feroces allí, en la isla. ¿Dónde durmieron? Cientos de preguntas se me pasaron por la cabeza. Me quede pensando hasta que me dormí profundamente.

Esa mañana Magui me despertó con un grito de desesperación. Me sobresalté y me desperté rapidísimo pensando que había encontrado a alguien, pero no fue eso; Al lado nuestro había dos tigres, tirados en la arena. Magui me dijo que estaban muertos, entonces me acerque a escuchar sus latidos del corazón a ver si de veras estaban muertos. Me acerque al pecho blanco de uno, apoyé mi oreja y sentí el suave y calentito pelaje que parecía una de las sabanas de mi casa. No sentí nada, ni un latido, entonces le avisé a Magui que estaba a punto de las lágrimas, que estaban muertos. Cuando ella escucho mis palabras se calmó.

Yo me paré y fui a sentarme a la orilla a esperar respuestas de Magui, pero no me contestó nada. Cerré los ojos y sentí la brisa golpeándome la cara.

- ¡Ahhhhhhhhh! - escuché gritar a Magui.

Me di vuelta y estaba ella tirada en el suelo, y los tigres, ¿No estaban muertos? Eso era lo que pensaba hasta ahora, los tigres estaban parados rodeando a Magui apunto de atacarla y ella no podría hacer nada. En el centro ella estaba asustada no sabiendo que hacer. Corrí hacia donde estaban las lanzas, las agarre lastimándome con la punta y salí a atacarlos. A uno le lancé la lanza atravesándole la cabeza, y el otro restante salió corriendo entre los arboles hasta que no lo vi más. Qué raro que hayan venido hasta la orilla, ellos nunca vendrían a la orilla, algo debe estar espantándolos ahí dentro.

- ¿Estás bien? - le pregunté

- Si, gracias. ¡Ya tenemos para comer! -

- ¡Sí!, ahí preparo todo - le dije agarrando lo poco que quedaba de la madera que había juntado el día anterior.

Magui se encargaba de cortar la carne, mientras que yo preparaba todo para cocinar. Agarré dos ramas y empezé a frotarlas una contra la otra por dos minutos sin dar resultado. Seguí, medio minuto; un minuto; cinco minutos hasta que lo logré, salieron chispas. Eran pocas, yo no sabía que hacer así que seguí frotando las ramas.

- ¿Sí le pongo los pelitos del coco? ¿Se prendaria más rápido? - Pensé en voz alta

Y sí, le pedí a Magui que me alcance algunos de los pelitos y los puse cerca de donde salían chispas.

- ¡Lo logre!; ¡Lo logré! - le grito a Magui riéndome.

Ya está la fogata encendida. Clavamos un pedazo de carne en un palo y los metimos al fuego. ¡Qué rico!

- ¿Sabes qué Magui? Esta es la primera vez que me siento como en casa.

- ¡Qué bueno!, pero igual algún día volveremos -

Sobrevivientes ©Where stories live. Discover now