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Tristán fulminó con la mirada a su secretaria cuando vino a dejarle más papeles, la maldita pila crecía y crecía, no importa cuánto firmara. Dejó de mirar los documentos y giró la silla hacia el cristal, desde donde estaba podía verse perfectamente la ciudad, este trabajo era sumamente aburrido.

Tristán se puso de pie y salió, su secretaria corrió tras él diciéndole las innumerables cosas que debía hacer, la ignoró, pero ella siguió sin darse cuenta.

— Tomaré lo que queda de día — avisó cogiendo las llaves del auto de su bolsillo, el ruido del taconeo de su secretaria se detuvo, Tristán se giró para verla, ella parecía una ardilla con minifalda teniendo en cuenta sus mejillas abultadas haciendo un puchero.

— Señor, no puede hacer eso.

— ¿Te he pedido permiso?

— No, pero…

— Me voy — sentenció estirando una mano hacia el teclado del ascensor, su teléfono comenzó a sonar, Tristán maldijo al ver quien era.

Estaba seguro de que si no contestaba se metería en problemas, si lo hacía iría directo a una trampa, con su abuelo las cosas siempre eran de esta forma. Finalmente contestó.

— Abuelo.

Tristán ¿Qué haces? ¿estás ocupado?

— Sí, estoy leyendo todos estos contratos, mi vista está cansada — Tristán podía jurar que vio a su abuelo torcer los ojos, lo conocía tan bien.

No seas mentiroso — replicó el viejo de mala manera.

Tristán suspiró y colgó para intentar irse otra vez, las puertas del ascensor se abrieron dejándole ver a Philip frustrando su intento de huida, tragó su nerviosismo, fue completamente atrapado esta vez.

— ¿No estabas leyendo contratos?

— Si, acabo de tomarme un descanso — dijo rascándose la nuca de forma nerviosa, Philip resopló con molestia.

— Crees que eres divertido.

— Bueno, entonces… — murmuró dispuesto a subir al ascensor, su abuelo lo jaló de la camisa.

— Entonces nada, ven conmigo.

— ¿A dónde? — preguntó arreglando su traje.

— Tenemos una visita importante.

Su abuelo se dirigió a la sala de reuniones y se sentó dejándole el asiento del medio, ahora era el presidente de la compañía, aunque Philip seguía haciendo lo que quería con su persona.

— Bien, pero sólo esperaré diez minutos — refunfuñó tomando asiento, Tristán miró su teléfono durante los diez minutos exactos que dijo y se puso de pie — Ya que nadie viene me voy.

Las puertas se abrieron y no estaba seguro de que esperar, su abuelo siempre lo sorprendía, pero esta vez fue mucho más allá, los Pavlova estaban entrando por esa puerta como si nada, Tristán se dejó caer en su asiento más que sorprendido.

Nikolai estaba frente a él luego de dos años, dos años en los que intentó olvidar los toques en su cabaña, sus manos temblaron, estaba seguro de que aun si quisiera no podría ponerse de pie.

No pensó que lo vería de nuevo, ni siquiera estaba seguro de poder abrir la boca o respirar correctamente.

— ¿Qué hacen ellos aquí? — murmuró por lo bajo, su abuelo lo miró y contestó con el mismo tono mientras se ponía de pie.

— Hacer una tregua, estaremos trabajando juntos por un tiempo — él se dirigió a los visitantes esta vez — Un gusto que hayan aceptado nuestra propuesta, tomen asiento.

[EDITANDO] La ceguera del amor (BL)Where stories live. Discover now