08

3.9K 427 110
                                    

—¿Podemos quemar la puerta?— sugirió Draco, cansado de ver los inútiles intentos de Potter que no resultaban en nada. Estaba seguro de que la puerta había sido encantada para no abrirse, lo que no entendía era el porqué.

—¡¿Y arriesgar a qué se queme todo el lugar con las escobas dentro?!— exclamó escandalizado.

—¡Nosotros también estamos dentro, pelotudo! Maldito obsesionado del quidditch.— refunfuñó.

—Hablás como si vos no estuvieras en el equipo de tu casa desde hace años.— Harry rodó los ojos y se dejó caer a un lado de la puerta. Estaba directamente frente a Malfoy, solo que el rubio estaba recostado contra uno de los estantes de indumentaria al otro lado.

—Ni siquiera quiero jugar, pero el capitán no me deja salir hasta que consigan un reemplazo para buscador.— admitió.

Harry se sorprendió, no solo por la confesión en sí, sino por el hecho de que Malfoy le haya dicho algo por voluntad propia.

—¿Por qué ya no querés jugar?— preguntó, su expresión arrugada en completo disgusto, como si el simple pensamiento de abandonar el equipo de quidditch fuera su boggart.

—No me gusta más jugar, solo entré al equipo por papá, ni siquiera jugaba de buscador cuando era niño.— se quejó infantil, luego se enderezó de golpe al darse cuenta que estaba frente a Harry Potter y no uno de sus amigos. —Digo- ¿qué te importa?— lo miró con las cejas fruncidas.

Harry boqueó sorprendido y sin saber que hacer. Por un segundo pensó que Malfoy talvez tenía problemas de personalidad con lo rápido que su estado de ánimo cambió. Se encogió de hombros y siguió con su misión de abrir la jodida puerta.

—Supongo que será una pena no enfrentarte más en un partido, sos el segundo mejor buscador del colegio.— dijo probando invocar la llave de la puerta.

—Asumo que vos sos el primero.— replicó en un tono casi divertido. Ambos sonrieron suavemente.

—Ahora lo soy.— murmuró Harry, ahora estaba probando transfigurar un escarabajo que apareció por ahí en un llave.

—¿Ahora?— preguntó confundido, no todos los días Potter admitía que hubo alguien mejor que él. Tuvo que contener una risa cubriendo su boca con la mano cuando vio que la llave-escarabajo salió volando por la ranura de la cerradura.

—Mierda.— se quejó el pelinegro. —Pero sí, en mi opinión Cedric era un mejor buscador, pero se graduó y me dejó el puesto.— comentó distraído, ahora había recurrido a métodos muggle, intentando meter un pasador por la cerradura. —Aun así, lo extraño bastante. Me gustaba entrenar con él.

La habitación quedó en un silencio sepulcral. Harry, generalmente acostumbrado a no interactuar con el rubio, tardó un par de segundos en entender que talvez se había molestado. Volteó con duda y se quedó pálido al ver a Malfoy con la expresión de furia más marcada que había visto en todos sus años de enemistad. Podía jurar que parecía un veela enojado, con un fuego en su mirada de plomo y un rictus de disgusto que solo podía asumir aprendió a imitar de su padrino pocionista.

—¿Qué?— preguntó en un hilo de voz, sentía que se sofocaba y ni siquiera sabía que hizo mal. Por amor a Merlin, ¡solo estaba hablando de quidditch!

—Salí de mi camino.— murmuró entre dientes, sacando la varita de su manga con un movimiento preciso y elegante. Si Harry no hubiese estado tan espantado lo hubiera encontrado atractivo.

—¿Qué?

—¡Salí estúpido!— y con un movimiento de varita Harry estaba estampado a un lado de la pared, dejando vía libre a la puerta.

ya bésense | harcoWhere stories live. Discover now