×*#Mi pianista#*×

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Gerard, un chico con cabello rojo demasiado llamativo, estaba en un restaurante elegante sentado frente a un piano, empezaba su trabajó.

Comenzó a tocar delicadamente las piezas sacando notas que enviaban choques a su cuerpo causando que mirara al techo algunas veces debido a la adrenalina que sentía cada que la melodía subía.

Noto la mirada de un chico el cuál siempre venía los fines de semanas, y comenzaba a pensar que venía a verlo a ver. Gerard sabe que es atractivo asi que no dudo ni un poco al plantar esa idea sobre aquél chico.

Cuando acabo la cuarta pieza musical algunos presentes aplaudieron, y entre ellos, el chico.

Para el pelirojo no era para nada feo, el chico era castaño con un camino de tatuajes en todo su cuerpo su curiosidad deseaba saber si tenía más tatuajes en su abdomen o en otras partes.

Miro las manos del castaño aplaudir levemente mientras que una sonrisa algo coqueta se asomo de este. El pelirojo se sintió un poco avergonzado, pero supo ocultarlo con una sonrisa amable agradeciendo a los aplausos de las personas.

Trono sus dedos, se estiró y siguió tocando aquel instrumento el cuál ama demasiado.

Al terminar con su jornada fue hacia la barra de licores pidiendo un vino, tomo por unos segundos hasta que sintió una ausencia en el asiento de lado.

Miro de reojo y no pudo evitar sonreí al ver al castaño.

- Veo que por fin decidiste acércate...- Soltó Gerard con una voz suave y educada.-

- Admito que me costó hacerlo.- Dijo con una pequeña risa el castaño.-; Frank Iero, mucho gusto.- Exclamó mientras acercaba la mano al pelirojo.-

Gerard tardo unos segundos al reaccionar, se quedó pasmado al ver qué sus manos tenían aún más tatuajes de lo que se veía de lejos. Estrecho su mano y por fin decidió hablar.

- Gerard Way, pero prefiero que me digas Gee, por favor...- Dijo aún sin dejar de mirar las manos de Frank.-:¿Cómo puedes hacerte tantos tatuajes?, digo, yo no soporto ver las agujas ni en imágenes.- Dijo con algo de vergüenza pero completamente sincero.-

- Bueno, con el tiempo te acostumbras, además, la piel es como una hoja en blanco, se debe de aprovechar, ¿no?- Dijo el castaño mientras bebía de su whisky.-

El pelirojo asintió a lo que dijo. Siguieron platicando hasta que Gerard se sentía un poco ebrio, cosa que no le gustaba ya que tendría un regaño al regresar a su hogar.

Olvide mencionar que Gerard tiene esposa, y una hija la cual ama más que su propia vida. La pequeña se llama Bandit, tiene cuatro años y tiene un increíble parecido a su madre Lindsey.

Al terminar ese día, intercambio número con Frank quedando a verse el siguiente fin de semana, cómo siempre.

Gerard tomo camino a su casa, y al llegar se sorprendió un poco por el silencio y algo confundido. Esperaba un regaño que duraría media noche y luego por fin iría a dormir, pero no fue así.

Lo primero que hizo fue subir corriendo hasta la habitación de su hija la cuál se encontraba en los brazos de su madre.

Lindsey miro a Gerard con una mueca de molestia y con cansancio y el pelirrojo tenía un mal presentimiento.

- ¿Lyn-Z? - Susurro el pelirrojo con algo de desconfianza acercándose a la ya nombrada.-

- Arthur, seré directa.- Dijo la mujer mientras suspiraba y dejaba a la niña en su pequeña cama, agarro la mano de Gerard y lo saco de la habitación.-

El pelirojo asintió lentamente y se dejaba guiar por su esposa. Se quedaron quietos en medio el pasillo y Gerard algo nervioso y incómodo, miraba a Lindsey la cuál estaba viendo al suelo.

lFrerad one-shotsWhere stories live. Discover now