Capítulo 2

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Anuncio en el final, por favor leer.

La oscuridad era abrumadora, una presencia que lo envolvía todo

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La oscuridad era abrumadora, una presencia que lo envolvía todo. En ese abismo, los sentidos parecían despojados de vida, incapaces de captar cualquier estímulo.

No había ni un atisbo de luz, ni el más mínimo aroma en el aire. Solo un vacío absoluto, una negrura que parecía devorar cada partícula de existencia con una crueldad interminable.

A lo lejos, una tenue luz blanca comenzó a manifestarse, apenas un punto diminuto en el abismo de la oscuridad. Con cada segundo que pasaba, su brillo se intensificaba, avanzando con una determinación increíble.

Se convirtió en un resplandor deslumbrante, tan abrasador que amenazaba con consumirlo todo, y su fulgor tenía el poder de quemar hasta el último rincón de mis retinas, dejándo temporalmente ciego ante su esplendor.

Río de la Plata despertó en un estado de agitación, inhalando desesperadamente el aire que parecía haber perdido en los últimos momentos. Mientras recuperaba su aliento, su mirada paso a su alrededor, explorando el entorno circundante con ojos inquietos.

En ese instante, un pavor abrumador se apoderó de ella, pues se dio cuenta de que no podía encontrar rastro alguno de sus hermanos o de los hijos de los otros dos grandes imperios.

Ahora, el terror y la incertidumbre fueron los únicos compañeros que la acompañaban en este momento.

Sin perder ni un segundo, Río de la Plata se levantó con rapidez, sus manos ansiosas buscando algo para orientarse, una pista que la llevara de regreso a la seguridad de su familia y sus aliados.

— ¡Nueva España! ¡Nueva Granada! ¡Perú! ¿¡Donde están!? —gritaba la princesa española mientras sentía el corazón en su boca.

La urgencia en su corazón la impulsó a emprender una búsqueda frenética en medio de la inmensidad de la habitación que la rodeaba, mientras la incertidumbre del destino de sus seres queridos la atormentaba en cada paso que daba.

Río de la Plata comenzó a soltar pequeñas lágrimas y sollozar al no encontrar a nadie; eso era lo que menos lo gustaba y lo que más odiaba... estar sola. 

Analizó el lugar en el que se encontraba: el cuarto tenía varias repisas a lo largo de la extensión del mismo. Había miles de libros y frascos que contenían cosas extrañas, algunas de las cuales ni siquiera había podido imaginar. Sin embargo, unas cuantas velas iluminaban todo.

La colonia sintió bastante miedo. A medida que más caminaba menos veía. Solo podía guiarse con lo que sus manos tocaban, ella gritó cuando sus dedos alcanzaron algo viscoso que realmente no quería saber que era.

A la lejanía escuchó un ligero llanto de dos personas. Río de la Plata podía reconocer esas vocecitas sin importar si estaban a quilómetros de distancia.

Apuro su caminata hasta que por fin pudo acercarse a los dueños de esos llantos. 

— Paraguay, Banda Oriental —murmuró en voz baja y se arrodilló delante de sus hermanos para abrazarlos, logrando que el calor que proporcionó el abrazo de sus hermanos se extendiera por su cuerpo.

Calmando un poco el dolor en su pecho y aliviarla.

Los pequeños se aferraron con fuerza al vestido que su hermana mayor estaba usando. El bebé (Banda Oriental) lloraba inconsolablemente, sus lamentos llenaban la habitación mientras que Paraguay, el hermano mayor, se encontraba en un estado de angustia profunda, sus sollozos eran silenciosos pero se notaban.

Río de la Plata acariciaba sus espaldas mientras sentía que las lágrimas de ellos manchaban su vestimenta, pero sinceramente no le importaba en absoluto. Les dio un beso en la mejilla y otro en la frente a cada uno, tratando de tranquilizarlos.

Después de unos minutos, que se sintieron como una eternidad, los llantos de los pequeños cesaron, dejando solo leves sollozos apenas audibles para el oído humano.

― ¿Están heridos? ¿Les duele algo? ―cuestionó la rioplatense mientras se separaba de sus hermanos para examinarlos mejor, sosteniendo sus mejillas con sus manos.

Ambos nenes negaron levemente, se mantenían cerca de su hermana, entre tanto, ella se aseguraba que no hubiera una sola herida en los cuerpos de sus hermanos menores.

Cuando entendió que se encontraban bien, los miró atentamente y les dió una suave sonrisa. Antes de levantarse con Banda Oriental en brazos y Paraguay agarró su mano.

― ¿Dónde estamos? —le preguntó a su hermana, notándose el temor en su voz.

― No lo sé —respondió la princesa— Toma esa vela; nos ayudará a iluminar el camino —señaló hacia la vela, y su hermano obedeció la orden.

La mayor agarraba firmemente al menor con su brazo derecho mientras que su mano izquierda tomaba la mano de Paraguay. Caminaban sin un rumbo exacto, pero estaban decididos en encontrar la puerta de salida o alguna ventana para salir de ese espantoso lugar.

— ¿Cómo llegamos aquí? ¿Y los demás? —volvió a preguntar el chiquito Paraguay luego de un tiempo caminando.

— Tampoco lo sé —pero obtuvo la misma respuesta.

A pesar de parecer calmada frente a sus hermanos, por dentro Río de la Plata se encontraba muy preocupada y nerviosa por todo lo que estaba pasando y por lo que les podría ocurrir.

La incapacidad de encontrar a sus otros hermanos y amigos la mantenía en ese estado. Quería ubicarlos y asegurarse de que estuvieran bien para que su corazón se tranquilizara.

Pero en ese momento, debía mantenerse fuerte ya que Banda Oriental y Paraguay la necesitaban en esa situación.

Hola, ¿Como están? Espero que bien

Perdón si este capítulo no sea tan largo, la escuela me esta matando. Además de que en octubre y noviembre los profes se ponen más exigentes.

Pero bueno, por lo menos en el avance que mandaron estoy aprobada en todas las materias. Eso me deja más tranquila, pero no tengo tanto tiempo para escribir y por eso tardó tanto en publicar.

Otra cosa, para los que leen mis otras historias que estan siendo editadas, no publicaré capítulos hasta editar a los otros capítulos.

Espero que les haya gustado este nuevo capítulo.

Nos vemos ❤

¿Estamos en el futuro? (COUNTRYHUMAS)Onde histórias criam vida. Descubra agora