SP-1071

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La cabeza le da vueltas a Sasha. Sudor frío le corre por toda la frente mientras su cabeza acomoda los pensamientos en su lugar. Ha soñado que un chico con cola y orejas de gato ha entrado a su casa. Abre los ojos y la luz del techo es demasiado fuerte. Escucha un murmullo a lo lejos.

Se sienta y nota que no está en su cama sino en el suelo de la cocina. De su frente cae un paño húmedo y se pregunta cuando se lo ha puesto.

-No te levantes tan rápido-dice el murmullo-, te puedes marear. Eso me pasó una vez.

-¿Uhm?

Mira a su derecha y ve de nuevo al fantasma del chico gato a través del caleidoscopio de sus ojos a causa de la luz.

-Te puse un paño en la cabeza porque no supe que más hacer-dice el chico mientras cruza las piernas y enrolla su cola frente a sus pies descalzos-. Perdón.

Sasha busca la pistola con mirada pero no la encuentra por ningún lado.

-¿Dónde está el arma?-pregunta demasiado agitado.

-La escondí. No... no es bueno que juegues con cosas malas como esa y por eso la escondí.

-¡Devuélvemela!

-Pero puedes causar un accidente.

La impotencia, el miedo y constante sentimiento de estarse volviéndolo loco hacen que Sasha se quiebre como una rama seca. Se pega a la pared más cercana que tiene y se cubre la cara. Cree que ha perdido el juicio y que quizás ahora mismo esté en un manicomio pero está tan loco que no se ha dado cuenta. Nunca volverá a ver s sus padres ni a Delia, no volverá a ponerse los tacos para jugar soccer. Ahora su rutina se basará en medicamentos y episodios psicóticos. Su respiración es pasmosa y de sus ojos comienzan a salir lágrimas.

-Oh, no, no... no llores-el chico gato se levanta y comienza a dar saltitos como si quisiera ir al baño-. Ten, ten-le extiende un sándwich a Sasha, cuando este lo mira nota que es de salmón y vuelve a cubrirse la cara con los ojos.

-Vete, vete por favor...-dice sin levantar la vista.

Silencio.

Siente que una presencia se sienta a su lado y siente entonces como el chico lo abraza. Es un abrazo cálido, limpio, puro. Las delicadas manos del chico no alcanzan a cerrar al abrazo pero lo intenta.

-Siento haberte asustado, no debí entrar a tu casa sin tocar el timbre-y ahora el chico también lloraba-, pero tenía mucha hambre y no encuentro a mi papá y hubo mucho ruido y yo di muchas vueltas en la camioneta y casi vomito pero lo contuve.

Sasha no dice nada. El chico se levanta y se adentra en la cocina. Sasha escucha que está rebuscando en los gabinetes y abre los ojos sólo para encontrarse al chico con un plato para sopa entre las manos. Coloca el sándwich con mucho cuidado dentro y lo deja cerca de Sasha en el suelo. Regresa a la cocina con su brillante cola moviéndose detrás de él como una serpiente bailarina. Coge una servilleta de uno de los cajones y la deja a un lado del plato.

Sasha se pregunta qué clase de broma es esta, quien lo estará grabando, ¿es esto un nuevo modo de secuestro? ¿en cualquier momento entrará un grupo de hombres que me llevarán a una casa de seguridad en Estado de México? ¿Qué es esto?

El chico se sienta frente a él con las piernas cruzadas y la cola envuelta frente a él. Lo mira con unos ojos verde esmeralda tan brillantes y profundos como el cielo en una noche estrellada. Ojos de gato que no son más que una línea en un fondo verde. Su cabello negro azabache es largo y alborotado. Sasha no puede evitar en pensar en "L" de Death Note y su gran parecido con este chico.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora