Prólogo: Miss Barro

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(Flashback en color sepia)

Un pequeño pájaro azul revolotea por la pequeña plaza de Gravity Falls, recorriendo el gran escenario con un gran telón palo rosa y macetas con bellas flores en todas partes en honor al gran evento que se realizaría. La pequeña ave pasa por las alborotadas jovencitas que corren por todas partes. Finalmente, se posa en un árbol y contempla la vista. Tacones altos, pomposos vestidos, perfumes y otros químicos de productos para el cabello era normal en una fecha como esta.

Mientras el pequeño pájaro mira el panorama que tiene al frente, una criatura se acerca poco a poco por detrás.

¡Cham!

De un solo bocado la extraña criatura se lo ha devorado para luego irse volando sin más.

—¿Viste eso? —pregunta un joven de 18 años, vestido con terno y corbata de moño.

—¿Qué cosa? —respondió su padre.

—El pájaro azul. Una criatura extraña se lo comió. ¿No lo viste? —dijo con un poco de ansiedad, pues esperaba que esta vez su padre le creyera: habían criaturas extrañas en Gravity Falls.

—¿Quieres comportarte? —contestó molesto—. Tienes 15 años, debes portarte como tal. ¿Qué diría la gente si piensan que a mi hijo, mi unigénito, el heredero de la familia, alucina con criaturas extrañas?

—No son alucinaciones. ¿Nunca las has visto? Están en todas...

Ding, ding, ding. Ding, ding, ding. El sonido de una campanita irritante lo interrumpió.

—Silencio —ordenó su padre dejando de tintinear la campana—. No quiero escuchar más sobre ese tema. Concéntrate en lo que hemos venido: una futura esposa. Una dama digna de llevar el apellido...

—Señor Northwest —dijo el alcalde sin saber que había interrumpido una discusión entre padre e hijo— que gusto contar con su presencia.

—El honor es todo mío y más por ser juez por séptimo año consecutivo.

—Bueno, la señora Northwest siempre fue nuestra Señorita Gravity Falls. No perdió ningún certamen, al igual que su madre, su abuela, su bisabuela y... bueno, todas las damas de su familia. Vaya legado.

—Uno que va a continuar. Este año, mi hijo tomará mi lugar como juez. Qué mejor forma de tomar mi lugar que en el concurso de belleza organizado por la Fábrica de Guardabarros Noroeste —dijo presentando a su unigénito—. Sé que Preston podrá elegir sabiamente quien se merece ser la ganadora.

—Estoy seguro de que así será. Joven Preston, qué elegante está. Será un placer para todos que usted sea parte del jurado este año.

—Gracias —contestó Preston estrechando la mano del alcalde.

—Quién sabe. Tal vez aquí encuentres a la joven indicada al igual que tu padre, tu abuelo, tu bisabuelo y... bueno, todos tus ancestros.

—Nosotros también —contestó el padre.

El alcalde guío a ambos a sus respectivos lugares, sin saber que detrás de un árbol se encontraba una joven de rasgos chinos, cabello lacio y negro, con un vestido rosado hasta el suelo y un collar con una gran gema rosada en forma de corazón. Era Kora Chiu, una de las chicas de la Escuela Secundaria de Gravity Falls que por años había estado interesada en Preston Northwest. ¿Cómo no estarlo? Era el chico millonario y popular de todo el pueblo. Había tenido ciertos encuentros con el joven, como un saludo no correspondido, verlo en la plaza o cabalgando en el bosque mientras ella se ocultaba tras los arbustos y se armaba de valor para iniciar una conversación que nunca ocurría.

Miss Gravity FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora