Solo serán 15 minutos ⌚

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Apenas acabó la obra miré el reloj y mi estómago empezó a revolverse cuando me di cuenta que, si fallaba de nuevo papá no me dejaría salir por el resto del verano.
El ponty quedaba relativamente cerca de casa, pero digamos que no me agradaría ir caminando sola hasta llegar.

El teatro empezó a vaciarse y la hermana de Eidem corrió a saludarlo. Cuando llegó a la última fila de los asientos de todo el recinto me miró perpleja. Creo que pensará que soy una de las víctimas de su hermano mayor...

-¿Tú eres...? Su voz era bastante dulce, lo suficiente para no sentir que aquella pregunta me la había hecho con monería.

Eidem se giró hacia a mi y sonrió. Giré la cabeza, avergonzada y me encontré con un enorme espejo que dejaba  ver mi pelo  despeinado y lleno de frizz.  Tenía un aspecto bastante desaliñado. Pegué el bolso a mi pecho, cómo alguien que se muere de frío, o de vergüenza, y Eidem abrazó a su hermana. La escena había sido un poco incómoda.
Se susurraron algo que no logré escuchar y luego se despidió de mi sin siquiera haberse presentado ¿Qué le había dicho de mi? De manera voluntaria me dirigí hacia la salida sin decirle ni una sola palabra. Sentí como Eidem corrió hacia mi y me tomó con delicadeza del brazo. Tenía los dedos largos y fríos.

-Tengo algo en mente. Quiero mostrarte algo. ¿Me regalas 15 minutos?

Lo miré con atención y era terriblemente atractivo. Era tan jodidamente atractivo como los personajes de los libros que leía.  Me mordí el labio inferior tratando de esclarecer mi mente y Eidem ladeó la cabeza.

-Odio interrumpirte pero deseo que me lleves a casa. Tengo hasta las diez para llegar porque estoy castigada.

Eidem abrió mucho los ojos.

Admitir siendo mayor de edad que estaba castigada frente a un chico guapo era peor que el hecho de haberlo vomitado en la fiesta de Steven.

-Solo serán menos de quince minutos y tranquila, iremos en auto.

Asentí y salimos al estacionamiento.  Estaba a menos de cinco cuadras de mi casa, con un chico al que apenas conocía y que por desgracia había vomitado y que por segunda desgracia no me había disculpado.

-¿Puedes decirme tu segundo nombre? -Susurró Eidem al volante.

La noche le sentaba bien, sobre todo porque tenía un perfíl impecable y su cabello era el doble de negro que el azabache.

-¿Para qué quieres saberlo?

susurré.

-Tengo curiosidad. Solo sé que te llamas Kai...

Sonreí, ví la hora en mi teléfono y lo volví a mirar.

-Eres raro, Eidem.

-Define raro.

-Misterioso.

-Ser misterioso no es raro, vamos.

Volví a sonreír.

-Digo, apenas me conoces y ya me invitas al teatro a ver a tu hermana y ahora me llevas a otro lugar y no quieres decirme.

-Eso no es raro. -murmura en tono burlón mientras sigue conduciendo.

- ¿Sabes qué es raro?

-Te escucho -susurré.

-Que no recuerdes nada de lo que pasó en la fiesta de Steven... Esa noche tú...

Me llevo ambas manos a la cara de la vergüenza y suelto una risita.

-Lo sé, te he vomitado enfrente de todos. Lo siento. Créeme que estaba esperando el momento exacto para disculparme. Pero te has adelantado.

Eidem asintió y  siguió conduciendo en silencio, ignorando o procesando mis disculpas. Quise intervenir para romper el hielo.

-¿Ahora si puedes decirme a dónde vamos?

- Eres tan curiosa ¿No te gustan las sorpresas?

La voz de Eidem me hacía recordar las voces de esos chicos rudos que les gusta el fútbol y las fiestas. Tenía un aire amigable, nada tímido, un poco sarcástico y podría decir que hasta atrevido.
Creo que me agrada este chico.

-Llegamos. -Susurró mientras aparcaba y se bajaba del auto.

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⏰ Last updated: Jul 29, 2023 ⏰

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