I ; día uno.

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Receso de verano: día uno.

Isla de Creta, Grecia.


Todo en Gala parece pensado hasta en el más mínimo detalle. Es como si Dios hubiese puesto toda su dedicación en su creación. Sus ojos azules no tienen nada que envidiarle al color del mar, pienso incluso que hasta mis ojos se sienten avergonzados de su color al lado de los suyos.

Su cara no ha cambiado en lo más mínimo y es como si la recordara a la perfección. Ha crecido un poco más de estatura pero no es demasiado notorio. En cuanto a su cuerpo... 

―No te recordaba tan callado... ―murmura con diversión, sacándome de mis pensamientos. Noto que el sol vuelve a iluminarme y es porque ella ha decidido tumbarse a mi lado. Las gotas de agua resbalan por su torso con una lentitud tortuosa que pronto logrará enloquecerme, así que intento que mis pensamientos no de dispersen en cosas que no debo imaginar. ―¿Qué te trae por Creta? ¿Vacaciones, amigos, familia... un amor, acaso?

Me río. Gala es particularmente especial. Parece una chica llena de dudas y preguntas para las cuales busca respuestas incesantemente. Salvo con las suyas propias. Es curiosa con el mundo exterior, pero para lo que respecta a sí misma es un poco desinteresada. O al menos eso es lo que quiere que los demás crean. 

―Nada de lo que has dicho, para serte honesto. ―respondo. Vuelvo mi mirada al horizonte porque sé que si continúo mirándola no podré sostener una conversación decente.

―¿Entonces? ―pregunta con curiosidad. Siento sus ojos sobre mí y me remuevo un poco incómodo, claro que eso no hace que deje de mirarme.

―Vine en busca de un poco de paz. ―contesto con sinceridad, sin ahondar en detalles.

―Oh. ―noto un poco de sorpresa en su voz. ―Entonces debo disculparme por perturbar su paz, señor Leclerc. ―ruedo los ojos mientras ella se pone de pie y sacude la arena que ha quedado en su piel.

―No me digas "señor", me haces sentir viejo.

Gala ríe. Y con ella se ríe mi ser.

―Es de mi agrado informarte que esta noche habrá una fiesta en la playa. Puedes elegir conservar tu paz o... unirte a nosotros y dejar de ser tan amargado, al menos por un rato. ―exclama mientras la veo alejarse otra vez.

Otra vez siento la necesidad de tomar mi móvil y escribirle a Pierre todo lo que ha ocurrido en el lapso de media hora. Pero no lo hago. Una parte de mí se ha cansado de actuar en base a los consejos de los demás y me pide a gritos que haga lo que quiera.

Así que... supongo que tengo una fiesta esta noche.



mirrorball ; charles leclerc.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora