AMOR EN GUERRA [GUERRA #1]

CAPITULO 03

Capitulo 03. Una gritona con delirios de loca.

10 de agosto del 2021.

Maximilian Lombok.

—Chicos, no me lo tomen a mal, es que yo no los conozco y no estoy acostumbrada a convivir con tantos...desconocidos—explica la castaña que hace unos minutos atrás se encontraba gritándome en la cara.

Nunca en todo lo que me lleva de vida vi a una chica ser tan...tan intensa y...gritona como lo es sabrá Dios como se llame esta desquiciada.

—Discúlpame, princesita. Pero, por si no lo haz notado, o la vista te está fallando, creo que nadie aquí está acostumbrado a convivir con...extraños.—cruzo mis brazos por encima de mi pecho haciendo que la camiseta blanca se aferre a mis fornidos brazos. La gritona pone los ojos en blanco y suspira con pesadez como si estuviese cansada de escucharme.

¡Yo estoy cansado de escucharla gritar y no digo nada!

—¿Quién...?—cuestiona mirándome.

—¿Quién qué?

—¿Te pregunto?—alzo las cejas ante la situación.

¿Esta tía está loca?

Más o menos.

Ni siquiera cuando minutos atrás de estaba desangrado por la nariz dejó de discutir. Probablemente viva de ello, desquiciada.

—¿De casualidad tienes delirios de loca?—entrecerré mis ojos, levantando la comisura de mi boca.

La castaña me mira con indignación y abre la boca para lo que supongo es para devolverme el "insulto", pero el chico de cabellera oscura que también estaba sin camiseta, al igual que yo hace varios minutos, la interrumpe antes de su acción.

—Ya, es suficiente.—el chico, cuyo nombre todavía desconozco al igual que las otras cinco personas frente a mi, despeina su cabello con sus dedos—. Él tiene razón. Si vamos a tener que convivir todos juntos más nos vale ir comportándonos.

Honestamente no quisiera quedarme a ver en el desastre que se convertira esta covivencia entre todos nosotros, pero no es como que si tenga otra opcion. Que desgracia de vida.

—¿En serio no hay nada que se pueda hacer?—la última chica que vi al salir le cuestiona al pelinegro de anteojos al otro lado del mostrador. El chico sacude la cabeza en negación.

—Lamentablemente todos los pisos ya están ocupados y en el que les tocó a ustedes es uno de los seis más grandes que tiene esta residencia, también son de tres a seis personas que tienen que compartirlo.—explica el chico.

La frustración de todos los presentes aquí —incluyéndome— es evidente. Probablemente nuestra convivencia sería un tanto compleja para todos, teniendo en cuenta que ninguno nos conocemos y, honestamente, no se me dan bien los extraños, ni las gritonas con delirios de loca. En conclusión, no se me da bien el noventa y nueve por ciento de la población.