El Estúpido Primo

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Había pasado un mes y medio desde que Hobie vino sin avisar y se había llevado media biblia de mi vida como recompensa.

Me había unido mucho más a la sociedad aracnida. A petición (amenza) de Miguel, tenía que pasarme una vez a la semana y hacer reportes como si fuera oficina de godinez pero versión spider gente. Ojalá nos pagara como tal el perro.

También me había acercado más a Hobie, Gwen y Pav, incluso habíamos acordado una semana para conocer el mundo de cada quien.

Nos quedamos más tiempo del que estoy dispuesto a admitir observando el cielo en el mundo de Gwen, pateamos gente mala en el de Hobie y tomamos chai en el de Pav. Claro, varios regaños de Pav a Gwen por llamarle Té Chai al chai.

Y después de todo ese resumen del último mes y medio, solo eramos mi ukelele y yo a las 8 de la noche en el refugio, contemplando la ciudad mojada después de una tormenta.

—Samuel, el estúpido imbecil de tu primo esta aquí– Pude ver a Pablo llegar a mi lugar del refugio después de subir escaleras entre contenedores.

—Oye, no lo llames así– contesté mientras bajaba del marco de la ventana, dejaba mi ukelele en un lugar seguro y me encaminaba a a la salida del refugio, donde sabía que estaba Alejandro.

—Creo que tengo suficientes razones para odiarlo, tu las tienes.

—Lo sé y lo hago un poco pero tu sabes porque lo sigo viendo

—Oye oye– Pablo se puso enfrente de mi, deteniéndose el paso y tomándome de los hombros con sus brazos –no quiero que te sientas obligado a que forme parte de tu vida solo porque es lo único que te queda–

—No me siento para nada obligado, si?– puse mi mano en su brazo, intentando que me dejara ir y dándole un sonrisa reconfortante.

—Solo, está bien convivir con lo último de sangre que tengo– empecé a dar pasitos a la salida para irme de una vez.

— Samuel– la voz de Simón me llamó, haciendo que me detuviera.

Me giré a verlo y me esforcé para no reír cuando vi a los tres recargados en un contenedor, los tres en la misma posición y cruzados de brazos. Primero Simón, Susi y por ultimo Andrés, formados como niños de kinder.

— Aqui estamos, si? – habló Susi

—Para cualquier cosa – y finalizó Andrés, como si se hubieran turnado y ensayado para decirme eso.

—Y lo aprecio mucho, pero nada va a pasar, no de nuevo

—¡Pues más le vale que no a ese hijo de su put...– suerte que ya me había alejado lo suficiente para no escuchar las últimas palabras de Simón.

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Salí del refugio y vi a Alejandro recargado en uno de los tantos árboles que habían en las jardineras de la banqueta, con un cigarro consumido casi en su totalidad en su mano; qué pensaria tía Maria de ver todos los cigarros que se termina en un día? También estaba mirando su celular, seguro escogiendo a la próxima señora con la que engañaria a su mujer.

—Hola Alejo– llamé su atención con entusiasmo algo (muy) fingido.

Levantó la vista de su celular y apenas me vio tiró su cigarro a la jardinera mojada, guardó su celular y se dirigió a mi con una sonrisa en su rostro.

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⏰ Last updated: Oct 22, 2023 ⏰

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I Want You Here || Hobie BrownWhere stories live. Discover now