El monstruo gigante y tenebroso.

Începe de la început
                                    

—¿Y no lo hiciste?

—Sí. Ascendí a cocinera y en dos o tres servicios pude quedarme de jefa de cocina y dirigirlo.

—Entonces ahora sí que me he perdido —reconoció Luz, cuya cabeza iba a mil por hora. Pero ninguna de las teorías acertó con la correcta.

—Era un restaurante muy, muy famoso. Era la oportunidad de mi vida. Por aquel momento yo mantenía una discreción total en el puesto de trabajo sobre cualquier tema que tuviera que ver con mi vida privada para que nada interfiriera en mi carrera. Un día, al iniciar la jornada el ambiente estaba tenso, los compañeros me miraban raro, como si les hubiese ultrajado o algo por el estilo. Una vez acabado el turno, el jefe me llamó a su despacho para decirme que el día anterior me había visto pasear cerca del restaurante cogida de la mano con la que era mi novia por aquél entonces. Traté de explicarle que sí, que era mi novia pero que eso no le afectaba en nada a su restaurante y él se limitó a decir con un profundo asco que no quería infecciosas y degeneradas en su local.

—¿Y te echó?

—Que va. Yo tenía contrato para dos años más y no quería pagarme la indemnización ni enfrentarse a un juicio por despido improcedente así que tanto él como el resto del equipo me hicieron la vida imposible, unos por tener sus mismas convicciones y otros por miedo a perder el trabajo. El caso es que me quedé sola. Al principio no fue demasiado, algún comentario incómodo o miradas de desprecio, nada que con paciencia no se pudiese llevar. Pero poco a poco comenzaron los sabotajes en la cocina, haciendo que yo tuviese que aguantar las quejas de clientes por errores que no eran míos, jornadas laborales interminables y mensajes en el móvil a cualquier hora del día por temas de trabajo.

—¿Y por qué no te fuiste? ¿O denunciaste?

—No denuncié porque no tenía pruebas reales. No fichábamos al entrar ni al salir y tampoco tenía ningún mensaje en el que se refirieran a mí de manera vejatoria. Era su palabra contra la mía y él lo tenía muy estudiado. El no querer irme fue por tozudez, por disciplina o por orgullo propio, llámalo como quieras. Ese era mi puesto de trabajo, me lo había ganado con mi esfuerzo, me gustaba y podía sumar mucho en mi currículum tener dos años en un lugar así. Yo no había hecho nada y no tenía razón para renunciar a mi sueño por cuatro becerros. Toda mi familia me pedía que lo dejase, mis padres me lo suplicaron e incluso me enteré después que se encararon con él un par de veces y mi padre estuvo cerca de llegar a las manos. Ellos sí lo denunciaron por mobbing laboral y discriminación por orientación sexual una vez me marché pero no sirvió de nada. Aguanté un año y medio, Carmen me llamó un día para decirme que un amigo suyo buscaba personal en un restaurante en Manhattan pero que ella había renunciado a ese trabajo, le dio mi contacto y casi me obligó a aceptarlo para que saliera de aquel lugar. Y así lo hice. Aunque para entonces el daño ya estaba hecho. Inconscientemente había creado un muro con todas las personas nuevas que conocía por si volvían a rechazarme de la misma manera y en el trabajo mantenía ese estado de hipervigilancia. Comencé a padecer insomnio, me encontraba tensa todo el rato, estaba irritable, siempre me ponía en lo peor e incluso lo cotidiano se me hacía un mundo. Sólo iba a peor y cuando la situación se volvió insostenible, acudí a un psicólogo. Me diagnosticó trastorno de ansiedad generalizada.

—Pero —titubeó. Luz no tenía claro qué pensar ni qué decir. Ni en un millón de años habría pensado en nada de eso—. Pero ¿estás bien? Quiero decir, ahora.

—Sí, bueno, a ratos. Eso ocurrió antes de marcharme. En Estados Unidos la cosa no mejoró demasiado y el estar lejos de mi círculo social aumentó un poco el sentimiento de indefensión, fue por ello por lo que decidí venirme. La idea inicial de abrir la escuela fue de Carmen y creo que lo hizo para darme una razón para quedarme en Vera. Desde entonces estoy algo mejor, más estable, aunque sigo pensando demasiado las cosas y dormir algunos días es complicado pero en general estoy bien. Aprendiendo a vivir con ello y a manejarlo para que interfiera lo menos posible.

Maridaje (Luznhoa AU)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum