Capitulo 6: Se pierde la batalla, pero no la guerra

1 0 0
                                    

—Repítelo otra vez por favor­— dijo Cristian estupefacto.

—¡Lávate bien los oídos que ya te están fallando! — me limite a contestar, aunque al poco tiempo le repetí mi decisión— Voy a renunciar a la apuesta.

—No puede ser, debes estar bromeando—habló nervioso Ricardo.

—No lo hago. Estoy hablando totalmente en serio, todo esto es estúpido, así que mejor lo dejo y para serte sincero me importa poco el dinero que vayas a perder ¿para que esforzarme tanto? no me trae ningún beneficio.

—Todo esto es muy extraño ¿Por qué tan de repente? —odiaba cuando Cristian intentaba analizarme.

—No tengo por qué darte explicaciones, me dio flojera y ya.

Ambos me miraron de pies a cabeza ¡gracias! ¿No podían ser más discretos?

—Te daré una segunda oportunidad. Tienes una prórroga de un día para retractarte por tu decisión, mañana a esta hora estarás retirando lo que has dicho.

¿Por qué tenía el terrible presentimiento de que Cristian sabia de mis sentimientos hacia Mariana?

—No perdamos el tiempo, es definitivo.

—Di lo que quieras, pero tu orgullo no te lo permitirá.

En eso tenía razón, mi orgullo estaba herido por la decisión que había tomado, pero mis sentimientos hacia Mariana eran aún más fuertes que mi propio orgullo. Al menos eso era lo que me gustaba pensar.

—Déjate de estupideces, me largo.

Camine fuera de la facultad de ingeniería y me dirigí hacia la de ciencias químicas, Mariana saldría en pocos minutos y si no estoy ahí se marchará sin esperarme, me frustra un poco que no pueda retenerla como a las demás chicas.

Siendo sinceros; en el pasado las mujeres eran quienes me buscaban y esperaban fuera del salón de clases y para mi sorpresa no creí que experimentaría un cambio de lugares, no dejo de pensar que soy un completo idiota por seguirla de esta manera, y que ahora lo único que pienso es en el miedo que me da de que su aversión por mi incremente inmensurablemente.

—Es raro que estés tan serio, esa actitud no te beneficia en nada Rafa.

Escuché una voz detrás de mí. Sabia de quien se trataba así que conteste coqueteando.

—No es común encontrar cosas que no me beneficien, debes ser la única que puede identificarlas—dije mostrando la mejor de mis sonrisas, aunque esta era sincera, nada que ver con las que utilizo cuando trato de seducir a alguien en especial.

—¿Hoy si me acompañas?

—¿Puedo?

—Casi no lo puedo creer, no puede ser... empiezas a ser alguien diferente ¿quién eres y que hiciste con el mujeriego y engreído de Rafael?

—¿No creías que mi popularidad era ciega o sí?

Negó con la cabeza y se adelantó en el camino fingiendo que mis argumentos le aburrían.

—¿Tienes tiempo para salir?

—¿Estas invitándome a una cita?

—Claro que no. Estoy invitando a una amiga a perder el tiempo.

—En ese caso, tengo tiempo de sobra—volteó a verme con unos ojos brillantes, haciéndola ver más hermosa de lo que ya me parecía.

—Me alegra escucharlo, tengo en mente un bar pero está un poco lejos, tendremos que ir en mi coche.

—Siempre y cuando no te propases conmigo está bien.

—No te preocupes, no eres una modelo.

—¿O sea que si fuera una modelo entonces te propasarías conmigo? No es una muy buena respuesta, ni una bella modelo ni nadie debería aguantar ese tipo de comportamiento.

Auch. El regaño me dolió ¿Cómo me recuperaba de esa metida de pata?

Me fulminó con su mirada chocolate llena de reprobación. Sus palabras era rudas, pero si quería que me tomara en cuenta como posible pareja entonces tenía que ceder un poco de mi personalidad, sacrificios tenían que ser hechos. Aunque cada minuto que voy conociendo su fuerte personalidad no hace mas que vea lo diferente que es para mí. Si me hubieses preguntado hace unos meses si saldría con alguien como ella entonces la respuesta sería un no de inmediato, pero ahora; ahora lo único que quería era seguir conociéndola. Volteé mi rostro para que no viera como sonreía idiotizado por su personalidad y me apuré a llegar al coche cuanto antes.

...

Ya en el bar con unos cuantos tragos encima se me salió revelarle el hecho de que había abandonado la competencia que tenía como premio su amor.

—No logro entender como una persona como tu haría eso, pero, qué bueno que abandonaste— al terminar toma la botella de cerveza y le da un trago.

Voy a confesarte algo, al enterarme de que mi Mariana también bebía sentí un pequeña punzada de desilusión, pero obviamente no se lo dije porque estaba seguro que me lanzaría un discurso de porque el que una chica beba alcohol no la hace menos valiosa. Me reservo mejor mis pensamientos.

—Oye oye ¿Qué quieres decir con eso de ''una persona como tú''?— capté unos segundos después.

—Mmm ya sabes, esos típicos chicos engreídos, guapos, mujeriegos, que no les importa los sentimientos de las chicas que se les confiesa. Estoy segura que estas familiarizado con esa clase de chicos.

—¿Crees que soy guapo? – la sonrisa de idiota se apodero de mi rostro, entonces recargo mi rostro en mi mano izquierda, ahora es cuando empiezo a utilizar la táctica ''voz seductora''.

—Para el carro amigo

—Aun no he dicho nada—

—Tu sexy voz no funciona conmigo.

Sonreí. No era necesario que dijera algo, el tono de mi voz era el que haría el trabajo, no las palabras

—¿Estas segura?— le dije acercando mi rostro peligrosamente al suyo, sabía que si su respuesta a este estúpido atrevimiento de mi parte era un rotundo NO, estaba más que jodido.

—Invades mi espacio Rafa. Cuidado con lo que haces. El estar borracho no es una excusa.

—Se lo que hago, te aseguro que no es porque este borracho. Si no quieres solo tienes que rechazarme, así como lo haz hecho antes.

Acerco poco a poco mi rostro, sigiloso en cada movimiento que hago, como si estuviese cazando a un pequeño animalito.

—No. Estas haciendo que mi mente se ponga en blanco y no sé si se debe al alcohol o a...

Antes de que terminara su frase la interrumpí con un beso, la manera en cómo nuestros labios se movían en conjunto hacia parecer que ambos necesitábamos aquel encuentro, o tal vez trataba de engañarme de que así fuera, porque era mas que evidente que el único que necesitaba el contacto de manera desesperada era yo. ¿Cuánto tiempo abre soñado despierto con este momento? El anhelo de sus labios moviéndose junto a los míos era algo que no estaba consiente que necesitaba... y quería más, mucho más.

Segundos después de separarnos, observe su cara confundida, deseaba volver a besarla, pero si lo intentaba nuevamente corría el riesgo de recibir un gran revés en mi rostro.

—Debo irme—se apresuró a tomar sus cosas y a levantarse de su asiento.

La tome del brazo tan deprisa como puede para detenerla.

—Te dejare ir, y cuando nos volvamos a ver no dejare que digas que lo que paso fue un error, piensa bien tu discurso— declaré.

Arrebató su brazo de mi agarre y dió marcha como la primera vez que nos vimos, sin dedicarme una sola mirada.

Like A Bad Cliché (Somos un mal cliché)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu