- Max Verstappen -

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Hace apenas unos meses fue que me empecé a involucrar en el mundo automovilístico, nunca pude amar el deporte como mi padre lo hacía.

Cabe decir que tampoco tuve la oportunidad de enamorarme de la Fórmula 1, en parte, mi madre influyó, puesto que cuando ella y mi padre se separaron yo me quede con ella y por obvias razones, jamás hubo siquiera una chispa de interés en mi, de todos modos ese era el mundo de mi padre y nos dejó ir a nosotras por estar rodeado de monoplazas y pilotos.

Al menos eso decía mi mamá.

Supongo que con eso, ya no es necesario decir que no tenía la mejor relación con mi padre, Christian Horner; podría decirse que éramos ajenos el uno al otro, solo conviví cinco años con él, después ellos se separaron y él junto con su nueva esposa, exitoso trabajo y viajes por todo el mundo, causó que nunca pudiéramos formar una relación padre e hija, al menos no cercana.

Pero eso no es lo importante, lo que sí era, es que hoy iría a presenciar mi primera carrera, acompañaría a Christian al gran premio de Hungría.

Estaba muy nerviosa, no tenía una razón para estarlo, quizá era el hecho de que por fin iba a estar con mi padre en su trabajo o que sentiría la adrenalina de ver a los pilotos manejar a tan alta velocidad.

Aunque eso era lo de menos supongo, una vez me levante, me di una ducha y me puse un conjunto deportivo en lo que decía lo que usaría para después. No tenía la menor de que ponerme y con un poco de nervios salí de mi habitación para poder llegar al comedor.

Me acerqué a la mesa para encontrarme a mi papá y a su esposa conversando tranquilamente, con una voz temblorosa llame su atención.

– Hola, Aurore. –

Saludo Geri con dulzura e inmediatamente llamó al servicio para que me sirvieran el desayuno, mi padre sonreía y me saludo de igual forma, invitándome a sentarme con ellos.

Tome asiento con un poco de pena, aceptando su invitación. Geri me pregunto trivialidades, tales como qué tal había sido mi sueño o si realmente quería desayunar lo que sirvieron, cosas por el estilo y mi padre solo escuchaba atento, agregando comentarios optimistas.

– Geri, ¿podrías ayudarme con algo? –

– Por supuesto cariño, ¿qué ocurre? –

Papá me volteo y parecía genuinamente intrigado.

– ¿Todo bien, hija? –

Solo asentí y le sonreí, no dijo nada más y continuamos con nuestro desayuno, pero al ver la hora, Christian se levantó y empezó a presionarnos para que estuviéramos listas.

Geri se acercó a mi y me recordó que había pedido su ayuda, así que con cuidado caminos hacia mi habitación, le conté que tenía una gran dilema con respecto a mi vestimenta.

Al final me ayudo a escoger y opté por algo cómodo e para mi sorpresa ella sugirió que nos vistiéramos parecidas.

Claramente acepte emocionada por su propuesta. A pesar de vivir con mamá tampoco me relacioné con ella, también vivía trabajando.

Me mire en el espejo y me gustaba como me veía, un pantalón de mezclilla clara con corte recto que llegaba a mi cintura, una camisa corta sin mangas color hueso, era corta entonces dejaba parte de mi abdomen descubierto, unas tenis que mi padre me había regalado, tenían el formato de bota de unos Converse, pero eran Dior, a él le gustaba regalarme cosas caras.

Deje escapar una risilla al recordar el momento donde lo volví a ver y me dio la bolsa con el regalo.

A pesar que después de todo, de verdad quería recuperar el tiempo perdido, no solo dándome cosas lujosas, si no también dedicándome una parte de su tiempo, intentando conocerme poco a poco, sin presionarme.

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