Capítulo 6

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Detallas los pasos a seguir en tu elaborado plan para decirle a Kaveh todo lo que te atormenta, definitivamente guardarse emociones puede resultar negativo para la salud mental y es algo con lo que no quieres lidiar cuando estás a un año (o tal vez menos) de graduarte, vas a decírselo, pero tampoco vas a ser tú quien se lo diga, suena raro, piensas... Pero no es algo difícil de entender. 

El día de hoy es Miércoles, mitad de semana. Apenas tienes unas cuantas clases, las vacaciones se aproximan y tu ya te liberaste de varias materias, aún tienes trabajo que hacer o adelantar así que te levantas como cualquier día, el rubio sigue dormido y prefieres que así se quede. Te pones el uniforme lavado y planchado, desayunas algo simple y tomas un objeto que preparaste con un día entero de antelación para después salir rumbo a un destino específico.

*- Timeskip (mismo día, más tarde) -* 

— ¡Alhacén mira! — El rubio te recibe de la escuela con gran energía, un optimismo tan desbordante que te enferma. Su rostro está levemente rojo y tiene una sonrisa boba mientras agita con su mano un sobre de arriba a abajo, decir que está emocionado es decir poco.— Me llegó esta carta hoy, dice cosas tan dulces de mi... Además huele muy bien, ¡ah! este tipo de cosas me hace sentir como si tuviera 15, ¿será que tengo un admirador secreto o algo así? jijiji — Una risita tonta sale de sus labios, una risita que suena totalmente ilusionada, incluso te atreverías a describirla como "la típica risita de una niña adolescente enamorada".

— Ajá, no me distraigas —Contestas frío, caminas hasta tu habitual sofá de lectura y te dispones a tomar cualquier libro y pretender leerlo a profundidad, mientras de reojo miras a un triste Kaveh borrar poco a poco su sonrisa y dirigirse a la cocina en silencio, te duele verlo así pero piensas que es por un bien mayor. 

 Esta vez el rubio no preguntó que es lo que querías de comer, y simplemente te llamó a que fueras a comer lo que hizo, lo cual es una triste sopa que sabe a pura agua. 

—  Está horrible, lo admito — Dice Kaveh entre unas risas apagadas.— Tal vez deberías ponerle algo de sal... — Da un sorbo a su sopa mientras apoya su mejilla en su mano, tomas un poco de sal y la viertes en tu caldo, intentas seguir leyendo el libro que tenías antes, pero es difícil hacerlo con este tipo de platillo. Bueno, desde hoy te declaras enemigo de la sopa, sabe horrible y no es posible comer sin manchar las páginas de un libro.

— Con sal no sabe tan mal... — Le mencionas a Kaveh casi en un susurro, pero parece no haberte escuchado y suspira con pesadez. Miras hacia otro lado y lo único que escuchas es la silla siendo arrastrada y unos pasos saliendo de la habitación, sabes que lo que hiciste estuvo mal de todas las maneras posibles, te sientes culpable y lo eres.

Terminas a duras penas el plato y lavas ambos trastes, ahora te diriges al sofá de la lectura y miras al rubio acostado en el sillón más grande mientras tapa su sonrisita boba con una de sus manos mientras la otra sujeta (otra vez) aquella carta anónima, ¿en serio está releyéndola?, pequeñas lágrimas parecen querer escapar de sus ojos... Y por dentro, te sientes feliz por ello, mientras él lo sea de esa manera... Preferirías sufrir en silencio todas esas emociones que te atormentan por dentro. 

— ¿Tienes idea de quién podrá ser? — Pregunta el rubio con una sonrisa aún en su rostro.

— ¿Y para qué quieres saber? — Le contestas sin despegar tu mirada del libro, bueno si la despegas ocasionalmente para mirarlo pero sin que este se de cuenta.

— ¿Hmm? Para agradecérselo claro, en su carta no da indicios ni de ser hombre o mujer, ni de su edad... ¡No sé nada! Solo sé que tiene un don con la poesía y tiene una letra muy bonita. — Kaveh suspira enamorado, no puedes evitar sentirte un poco celoso.

Ramo de violetas (HaiKaveh)Where stories live. Discover now