CAPÍTULO 54

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CASSIE EVANS

—Sólo hablaré con el oficial Lauren.

—Ya le hemos dicho que se encuentra suspendido de sueldo y empleo —contestó el polizonte que estaba conmigo en la sala de interrogatorios.

—Pues entonces no hablaré.

Suspiró resignado y salió sin refutar mi sentencia.

Las últimas 24 horas habían sido un tanto ajetreadas, la verdad. Primero nos enteramos del secuestro de Martin y Aila, después tuvimos que realizar una búsqueda exhaustiva sobre sus paraderos y, al final, conseguimos dar con ellos, sí, pero no todo el mundo iba a salir bien parado de ello con la llegada de la policía. Si Klaus se hubiera quedado, la condena que acabaría chupando no sería chica. Priya tampoco merecía vivir ese destino, así que la idea de quedarme hasta que apareciera la "justicia" fue la mejor.

Lo único por lo que podían juzgarme relacionado con este evento era haber matado a Anton. Por lo demás, yo no tenía nada que ver con la paliza a Sergey ni con el propio secuestro. Ahora, si se ponían exquisitos y ojeaban mi historial... La cosa cambiaba drásticamente.

Todas esas acciones estuvieron motivadas por la venganza. Una vez conseguida, ¿qué era lo que debía hacer ahora? ¿Seguir con mi vida como si nada? ¿Morirme definitivamente? ¿Continuar yendo de chanchullo en chanchullo? Ugh, que putada es acabar con tu motivación principal en la vida.

Por lo pronto una de las cosas que debería hacer sería volver a donde todo empezó, volver con Lily para hacerle saber que ya podía descansar en paz. Ese cabrón estaba más que muerto y no había posibilidad alguna de que se lo encontrara en el más allá. Anton pagó por todo lo que le hizo a ella y al resto de sus víctimas. Sólo esperaba que, de alguna forma, todo estuviera bien para ellas.

Igual hasta compraba un tablero de ouija para hablar con ella y decírselo.

Y sí, también tendría que pasar más tiempo con Priya y Martin. No sé hasta qué punto volveríamos a involucrarnos en más fechorías, pero ellos eran mi familia y no iba abandonarlos por nada en el mundo. Habíamos pasado por muchas cosas como para separar nuestros caminos sin una razón de peso. Con Aila me hubiera gustado compartir el mismo futuro. No obstante, ella eligió por dónde quería ir y, al fin y al cabo, debía respetar su decisión.

Aunque he de decir que la última vez que nos vimos en condiciones la despedida no fue del todo agradable para ambas. Tal vez debería pasarme a verla en cuanto mejorarse y hablar así mejor las cosas.

La puerta de la sala volvió a abrirse: era el mismo policía de antes.

—El oficial Lauren vendrá en unos minutos. Sin embargo, tengo la orden de interrogarla mientras tanto.

Encogí mis hombros y dejé que me hiciera todas las preguntas que su cabecita había pensado. ¿Contesté alguna? Por supuesto que no. La única persona de la cual me fiaba era aquella que supuestamente venía hacia acá. Con Lauren sabía que la probabilidad de que mi culo acabara entre rejas era menor. Haber trabajado con él en el pasado podía jugar bastante a mi favor. Si se apiadaba de mí, claro.

Tras ver que no diría ni mu, el señor decidió irse por donde había venido. Pasé varios minutos sola hasta que por fin apareció Lauren en mi campo de visión.

Se sentó delante mía y noté su confusión a pesar de que quiso esconderla. Seguramente se haría el loco y omitiría en la conversación eso de haber estado suspendido.

—Supongo que estarás al tanto —fui la primera en hablar.

—Quieres negociar tu libertad, ¿verdad?

LOS LATIDOS DE LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora