- Haruchiyo, no nos veíamos hace ya un buen par de años y de no ser porque papá me está obligando a esto, no nos habríamos visto... Tú me odias, Senju me odia, todos me odian en esa casa y me lo merezco

- Yo no te-

- Sí, si lo haces – la miró de reojo; su mirada se notaba distante, era evidente que las palabras de su hermano le habían dolido – Hagamos esto rápido, está bien? Así yo volveré a mi vida y no seguiré siendo una molestia para ustedes...


La casa en la que creció seguía sintiéndose como una prisión, nada había cambiado más allá del reciente deceso de su abuela, motivo por el cual toda la familia estaba reunida. Él permaneció en silencio sentado en una silla, nadie le dio el pésame y tampoco es como si le importara, esa mujer nunca lo quiso por ser hijo de "la bruja que le quitó a su niño", como solía llamarla, pero ahora ya no importaba, su madre estaba muerta y ahora esa anciana también

- Takeomi – lo llamó su padre y este se levantó sin ánimos; de todos los presentes, era el que menos quería estar ahí – Gracias por venir

- No fue nada... papá – dudó en decirlo, hacía años que había dejado de considerarlo como tal

- Te quedarás a la cremación?

- No. Ya es tarde y mañana debo trabajar temprano – dijo evadiendo el contacto visual

- Vale, lo entiendo... Por cierto, me alegra ver que estás bien – el hombre intentó darle una palmada en el hombro, pero su hijo mayor le hizo el quite

- N-no, por favor. No hagas eso, no me gusta

- Oh, cierto. Disculpa, lo había olvidado

Takeomi agarró su abrigó y se fue lo más rápido que pudo. Ya no podía más, sentía que iba a vomitar, que se desmayaría en cualquier minuto, pero no podía darse el lujo de desplomarse en la calle, debía llegar a la seguridad de su hogar para poder dejar salir todo... Así como Haruchiyo se quejaba de que él intentara enmendar todos sus errores, el mayor sentía el mismo rechazo por su padre, quien nunca le apoyó en nada y apenas tuvo la oportunidad, lo echó a la calle sin preocuparle donde terminaría. Siempre hablaba mal a sus espaldas, siempre criticaba todas sus decisiones e incluso fue capaz de burlarse en su propia cara cuando, a los 25, casi muere por una intoxicación etílica; Takeomi sabe que él no fue un buen hermano, pero él nunca quiso hacerles daño, aún cuando les tenía envidia porque a ellos ese hombre si les decía que los quería... Azotó la puerta y se derrumbó en la entrada, apoyando su espalda contra esta, llorando amargamente hasta que el rugir de su estómago le avisó que debía comer algo antes de ir a trabajar


...El sonido del timbre lo despertó. Estaba comiendo un tazón de fideos instantáneos cuando su jefe lo llamó diciéndole que esa noche no le necesitaría, por lo que se tumbó en el sofá para descansar y terminó quedándose dormido; miró el reloj en la pared, las 11 de la noche, realmente no esperaba dormir tanto, lo que hizo aún más extraño que alguien estuviera llamando a su puerta

- Quién es? – preguntó viendo a través de la mirilla, pero no pudo distinguir a nadie

- Soy yo – dijo la inconfundible voz de Sakumo, haciendo que el de cicatriz abriera la puerta de golpe y se tiró de rodillas frente a él

- Qué estás haciendo aquí?! Cómo llegaste?! – le preguntó asustado tomando su carita entre sus manos, notando algunos moretones en su cabecita

- Vine caminando – sollozó – Estás enojado conmigo, tío Omi?

- N-no, para nada, sólo estoy preocupado – lo abrazó con fuerza – Qué pasó? Por qué estás aquí?

- ...mamá y papá pelearon – habló en voz muy bajita

Padrino (Shinomi)Where stories live. Discover now