- Estabas ocupado, lo entiendo, además, no debes ir a recogerme todos los días.

- De todas formas, lo siento, no quiero que nada te suceda.

- Bueno, si quieres hacerme sentir mejor hay una forma para hacerlo.

- ¿Qué quieres que haga?

Seungmin sonrió maliciosamente y se relamió los labios como si de antemano pudiese saborear su travesura.

- Haz que me corra -dijo simplemente.

El silencio le siguió a su petición y por varios segundos Seungmin sintió la ansiedad y los nervios corroerlo. Entonces escuchó la voz de Changbin:

- ¿Qué?

Su novio podía ser a veces la persona menos inteligente del planeta y eso era estreHyunjinte.

- Por favor -suplicó con voz dulce y mimosa.

- ¿Cómo podría hacer eso?

El hombre también era, al parecer, muy falto de imaginación.

- Please, daddy -suplicó recostándose en el sofá, dejando las piernas sobre el posa brazos, abiertas y con la bata descubriéndolas.

Seungmin sabía que lograría su cometido, siempre lo hacía y esta no sería la excepción. La voz ronca de Changbin inundó sus oídos al hablarle, aunque Seungmin distinguió un peculiar todo nervioso de fondo.

¿Acaso Changbin nunca había hecho una llamada de ese tipo?

Para Seungmin también era la primera vez, mas él estaba entusiasmado, no angustiado por ello.

La diestra de Seungmin acarició sus delicados botones rosas, apretujándolos entre sus dedos hasta erguirlos, lamió sus labios imaginando que eran las manos de su novio las que recorrían por el pecho, acariciando su cuello hasta sus pezones, bajando por su cintura delgada hasta sus caderas. La sensación era eléctrica y completamente placentera.

- Mmgh, más -pidió quedito, repaHyunjindo sus dedos por su intimidad.

Envuelto en su nube de placer, Seungmin no se percató del sonido de pisadas sobre el piso de la sala. Con sigilo una oscura figura se coló en la casa Kim en busca de alguna pieza valiosa que hurtar, sin embargo, encontró algo mejor que una caja fuerte, encontró a un pequeño pervertido que se retorcía en el sofá mientras sus manos acariciaban sensuales su pequeño encantador miembro.

Vaya suerte.

- Mmgh, Changbin -chilló con voz dulce, excitando instantáneamente al ladrón que lo miraba a través de las sombras.

Seungmin chupó tres de sus dedos con avidez, humedeciéndolos como deseaba hacer con el duro miembro de su novio, lamiendo la longitud y succionando la punta.

- ¿Quieres tener mi polla en ti? -le preguntó Changbin en medio de un ronco gruñido. Él estaba también disfrutando de esa llamada.

Y el misterioso ladrón ansiaba también poder hundirse en medio de esos muslos lechosos que estaban a su disposición.

- ¡Oh, sí! -chilló Seungmin insertando en su entrada los tres dedos de golpe, expandiendo sus pliegues en medio del placer de ser llenado.

El ladrón se relamió los labios como un lobo que ve a lo lejos un tierno conejo a merced de sus fauces. Era momento de comer.

El hombre se dejó ver entre las sombras, iluminando su rostro con la luz de las lámparas del salón, y con el ruido de sus toscas pisadas Seungmin se percató del intruso. El joven abrió los ojos enormemente sintiéndose presa del miedo.

¿Quién era ese hombre?

¿Qué hacía en su casa?

También se preguntó cómo logró evadir el costoso sistema de seguridad que la casa poseía, aunque ahora eso fuera lo de menos.

- H-Changbin -llamó Seungmin con un temblor particular en la voz.

El ladrón puso el índice de su diestra sobre sus labios indicándole que no mencionara su presencia a la persona del otro lado de la línea, y, como medida preventiva, le enseñó el revolver que cargaba en la cinturilla del pantalón.

Seungmin tragó grueso ante la amenaza de muerte, pero, sus ojos se mantuvieron fijos en la figura del hombre. Joven, de cabello negro ligeramente largo, de cuerpo musculoso y rostro atractivo, aunque lo que más le llamó la atención al chico fue el grueso bulto que se marcaba en el pantalón de mezclilla del ladrón.

¿El hombre se excitó al verlo masturbándose?

- Vamos a jugar, gatito -susurró el ladrón para que sólo su encantadora presa fuese capaz de oírlo.

Tiró de las piernas a Seungmin hasta que estas quedaron enredadas en la cadera del delincuente. Las manos toscas del hombre desataron el listón de la bata para abrirla y deleitarse con la erótica imagen de ese cuerpo desnudo en su totalidad.

- Gime -le ordenó cuando metió sus dedos en la cavidad ajena, sintiendo lo mojada de esta a medida que avanzaba.

Dos de los dedos del delincuente parecían ser suficiente para llevar a Seungmin a un mundo de morboso placer.

- ¡Ah, sí!

Quizás esa noche el intrépido delincuente no se llevase nada más que el mejor orgasmo de Seungmin.

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obra original Alex-Mendoza-Neira.

gracias por leer.

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