CAP 10

349 43 19
                                    


ROM:

Era de noche cuando escuché un grito de mi mamá, asustada, abrí la puerta de mi cuarto con cuidado de no hacer ruido. Caminé hasta las escaleras intentando asomarme para lograr ver hacía la sala. Pero cuando lo hice, solo pude ver cómo mi padre estaba agachado con las manos sobre el piso, haciendo algo raro mientras le gritaba que él estaba cansado del trabajo y ella no lo valoraba.

Bajé otro escalón para poder tener una mejor visión y al captar lo que estaba ocurriendo, se me puso la piel de gallina... Mi padre estaba apretándole con las manos el cuello a mi mamá con tanta fuerza que ella trataba de hablar y se le escuchaba la voz cortada. ¡Ella estaba luchando por seguir respirando porque su propio esposo la estaba estrangulando!

Me despierto buscando una gran bocanada de aire que parece no llegar. El corazón me está latiendo con demasiada rapidez, irregular, caóticamente alocado, casi sofocante. Tumbada en la cama, llorando en silencio, me llevo una mano al pecho intentando respirar y respirar... pero nada parece funcionar.

He vuelto a tener pesadillas, pero lo peor de todo es que parecen tan reales porque así lo habían sido, pues son mis recuerdos más obscuros.
Eso es lo peligroso de la mente humana, que cuando llevas tiempo arrastrando algo de tu pasado, tu subconsciente siempre encuentra la manera de regresar a tu presente. Es mi propio cuerpo avisándome que ya se terminó la calma y ahora todo tiembla porque está iniciando la tormenta.

Mi  pasado es algo para lo que nunca estaré lista para enfrentar, para encararme al hecho de que mi propio padre fue una persona mala, que algo retorcido ocurría en su interior que tenía la necesidad de lastimar a otra persona solo porque quería hacerlo. Pues mi padre al enojarse a veces solía golpearla. Y cuando eso pasaba, se pasaba los siguientes días recompensándolo, buscando los gestos y regalos más grandes para pedir el perdón que nunca fue suficiente. Al principio pasaba esporádicamente, pero con los años se convirtió en algo rutinario y yo no pude hacer nada, más que intentar volverme invisible para no llamarle la atención de más.

Creo que él era y sigue siendo una mala persona por haber causado tanto sufrimiento a la que era nuestra familia y sobre todo a mí mamá. Estoy segura de que no existe forma de poder perdonarlo porque lo he odiado gran parte de mi vida; quizás por eso soy una mala persona al igual que él, pero no dejaría que los demás me vean también de esa forma.

Edificio A, salón 403.

Después de pasar una terrible noche, los grandes círculos bajo mis ojos se hacen notar aun después de haberme puesto varias capas de corrector intentando borrarlas. Ahora me encuentro fuera de la puerta de mi clase de "Narración Literaria", debatiéndome entre entrar o si mejor me regreso a la cafetería para poder terminar de escribir el capítulo del libro que estoy empezando, y del cuál voy un poco retrasada.

La primera semana de clases se me ha pasado tan lento que empiezo a cuestionarme si así es asistir a la Universidad, pues entre el conocer a gente nueva, acostumbrarme a la manera de cada profesor de dar clase, y no tener a absolutamente nadie con quién hablar en mi salón se me hace eterno. En el quinto día, decido que estos primeros días serán para tratar de acostumbrarme a todo este caos, y que todos los demás estudiantes están casi o igual de perdidos que yo, lo que me hace sentir un poquito mejor.

Estoy metida en las telarañas que creo en mi cabeza que no me doy cuenta de que estoy estorbándole a un chico para que pueda entrar tal cómo yo debí de haberlo hecho al menos hace unos cinco minutos.

—Por más que me encantara quedarme a observar la puerta, creo que deberíamos de entrar para que el Profesor Jiménez nos deje acá afuera, ¿no crees? —me giro al escuchar una voz masculina.

Los secretos que escondemosKde žijí příběhy. Začni objevovat