CAP 4

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  • इन्हें समर्पित: iammelypink
                                    

JERO:

Puedo volver a sentir las miradas de algunos sobre nosotros dos, ya que nos están esperando para empezar con la comida; pero le hago un gesto a mi papá, Diego Rodríguez, indicándole que no nos esperen. Pues de lo único que tengo certeza es que necesito poder cuestionarle tantas cosas: ¿Cómo estás? ¿Alguna vez pensaste en mí? ¿En algún momento me olvidaste? No lleva ni cinco minutos aquí y no entiendo porque siento ese gran anhelo por ella. ¿Por qué demonios me afecta tanto verla? Tengo tantas preguntas que se siguen acumulando sin recibir ninguna respuesta al par que el enojo continúa creciendo y creciendo.

—¿Rom? —le insisto.

Nada. Silencio.

Por lo visto, es como si quisiera ignorarme por completo.

En verdad, ¿no se explicaría? ¿Actuaría como si la viera a diario?

Creo que mi única opción es: llevarla al límite porque sinceramente no puedo esperar ni un minuto más para hablar con ella.

—¿Es en serio que no vas a explicarte, trenzas? —abre la boca con sorpresa al detectar que la he llamado como tantas veces lo hacía de niña para molestarla un poco.

Me mira a través de sus espesas pestañas a la vez que sus ojos parecen buscar una salida. Pero ¿de qué quiere huir?

—Jero, necesito tiempo para hablar de todo lo que pasó.

Mis oídos no dan crédito a lo que están escuchando. ¿Necesita más tiempo? ¿Ella?

—¿Siete años te parece poco tiempo? —ella muestra una expresión de confusión, es como si no pudiera comprenderme a mí ni por qué quiero hablar.

—No me refiero a eso... —espero a que continúe, pero no dice nada más; únicamente se limita a negar con la cabeza.

—¡¿Entonces a qué?!

Descubro que me gusta ver el efecto que puedo causar en ella con tan solo unas pocas palabras.

Me mira a través de sus espesas pestañas con desesperación. —¿Qué es lo que quieres? — viendo como sus pequeñas manos se encerraban para convertirse en puños.

Literalmente he perdido el control, tengo la mandíbula tan apretada que hasta me duele, el pecho me sube y baja furiosamente por buscar respuestas y saber que ella está bien. ¿Por qué demonios me afecta tanto verla?

—¡Que me cuentes todo de una vez! —grito más alto de lo que debería y puedo ver duda a través de sus ojos en qué contestarme.

Mi vieja amiga empieza a jugar con las pulseras que trae en la muñeca, tal como lo hacía de niña. Y si la sigo conociendo, diría que es porque está nerviosa.

—Romi, no puedes pedirme más tiempo cuando llevas no días, ni meses; sino años sabiendo que llegaría este momento. —afirmo con un tono de voz un poco más duro del que quería utilizar, lo que hace que nuestros papás nos volteen a ver como si estuvieran verificando que todo está bien.

El pecho de Romina sube y baja rápidamente como si no le entra suficiente aire a los pulmones.

—Todavía no llevo ni un día aquí. —informa con exasperación. — No puedo hablarlo de eso ahorita y tú pareces no respetarlo. —exclama con desesperación mientras pone ambas manos a la altura de mi pecho sobre la camiseta para señalarme con su dedo índice.

Doy dos pasos en dirección hacia ella para hacerla sentir más acorralada entre mi cuerpo y la casa del árbol. Puedo notar que mi respiración se ha acelerado y ni siquiera tengo idea de por qué.

—Lo respeto. Pero tú tienes que entender que llevo siete años sin saber absolutamente nada de ti! ¡Nada! ¿Sabes lo qué es eso?

—Acaso, ¿crees que yo quería irme? —lo dice con tanto sentimiento que tengo que observarla bien y al ver su cara sé que ella tampoco se alegraba de estar de vuelta.

Los secretos que escondemosजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें