Kiara presionó con fuerza el papel empapado en alcohol contra su ceja pero él resistió el dolor con un leve quejido. Le ordenó que alzase la cabeza para acabar de observar todos los golpes y cortes. Era una imagen realmente dolorosa para ella, casi tanto como las patadas en el callejón. Habría querido besar todas y cada una de las heridas y que estas desapareciesen por arte de magia. Se mordió la cara interior de la mejilla y solo intentó que la mirada de Hell dejase de intimidarla.

-Gracias - susurró de nuevo.

Ella volvió a apartar la mirada.

-Dime solo una cosa. No ibas a dejar que te hiciesen daño, ¿verdad?

Hell se señaló a sí mismo dando a entender que daño ya le habían hecho.

-Me refiero a daño de verdad.

-Daño de verdad es matarme, ¿no? Si te refieres a que estaba esperando el momento justo para levantarme como un héroe de televisión barato para darles una paliza a una pandilla de karatecas, sí. Sí iban a hacerme daño. Así que gracias.

-¿Me he pasado?

Hell se quedó descolodado por la pregunta. ¿Acababa de preguntar si se había pasado matando a esos hombres? La miró algo sorprendido y la cogió del antebrazo con demasiada fuerza.

-Escúchame, niñata, porque no vamos a volver a tocar el tema nunca más - dijo con voz fría -. No tengo ni idea de lo que ha pasado en esa cabecita tuya antes ni como lo has hecho. Me has salvado el culo. Ya está. Solo tú y yo sabemos esto. A partir de este momento yo, y solo yo, me los he cargado. Tú sigues siendo un angelito con manos limpias. No quiero meterte en toda esta mierda.

Kiara asintió lentamente y preguntó cuál era el problema en el que estaba metido. Hell tardó varios minutos en contestar, pensando bien las palabras.

-Aya no es mi mujer - comenzó con un suspiro -. A efectos prácticos.

-¿Qué significa eso?

-Que no vamos a tener ningún precioso bebé Capobianco.

Vio la confusión en su rostro e intentó explicarle de forma concisa lo ocurrido. El semblante de ella iba cambiando conforme le iba contando pero siempre con la mandíbula tensa. No parecía acabar de creérselo.

-¿Me estás diciendo que te has metido en esto por una prostituta? ¿Y que dormís juntos pero no os acostáis?

-No me gusta esa cara que me estás poniendo, niñata - dijo con una sonrisa -. Prefiero la de "te he salvado el culo, alábame".

-Es que no eres el tipo de chico que duerma con una mujer sin haber habido antes algo más.

-Duermo con mi hermana a veces, normalmente cuando estamos los dos de resaca, y no hay incesto, te lo puedo asegurar. Contigo también he dormido sin tener sexo aunque ahora me arrepiento un poco.

Kiara lo obligó a darse la vuelta para verle la espalda. Tenía un corte a la altura del omóplato derecho. En la parte superior, tatuado con caligrafía trabajada, aparecía tatuado "La mia famiglia".

-Lo siento - murmuró Hell.

-La última vez que dijiste eso no acabamos muy bien.

-No es un lo siento por lo que puedo hacer en el futuro, aunque también debería pedir perdón por eso, sino un lo siento por lo del pasado.

Se quedaron callados unos instantes bastante tensos en los que Kiara se dedicó a limpiar la herida con parsimonia.

-Voy a elegir siempre a mi familia. Voy a tener siempre que elegirla.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora